Dos semanas después.
Un viernes nublado y de mucho frío, Gabriel accedió a dejar que sus empleados abandonen la empresa a las 5, la semana había sido muy satisfactoria de actividades, razón que lo llevó a cerrar tres horas antes del horario habitual. La gente abandonaba el edificio presurosa y anhelante del calor acogedor de sus hogares.
Acordó tomarse unos tragos en casa de Enzo, ya que desde su mudanza aún no había pisado aquél lugar. Salieron juntos para ir por ese bendito trago que les
devolviera un poco de temperatura a sus cuerpos. Enzo se adelantó y Gabriel lo secundaba acompañado por Robinson quienes no le perdían pisa arribando juntos a destino.
Bajaron de sus automóviles, cargaban consigo una nariz y mejillas coloradas por la intensidad del aire frío.- Adelante y bienvenidos. Pónganse cómodos por favor.
Gabriel miró con amplitud a su alrededor, con su mente torturandolo de tan solo imaginar que esas paredes y todo lo que allí se encontraba serían los testigos silenciosos de lo que fuera a pasar entre Isabella y Enzo, esa sensación desagradable le provocó un nudo inmenso en la garganta. Robinson, intuyó los pensamientos de su jefe y solo pronunció algunas pocas palabras.
- Señor Enzo, con todo respeto, quisiera pedirle autorización para ver la televisión en la sala mientras ustedes platican tranquilos.
- Porsupuesto que sí Robinson, relájate, puedes prepararte un café o tomar lo que desees de la cocina.
- Muchas gracias, señor. Con permiso.
- ¿Quiere un trago señor De Angelis? -preguntó con cierto aire cargado de ironía pero sin mala intención.
- Un whisky por favor. Te quedó muy bien la casa, se ve diferente.
- Bueno, creo que cuando viniste estaba vacía solo conservaba una vieja mesada.
- En efecto, estuve aquí cuando viene a realizar la transacción comercial por ella y a firmar algunos documentos. Ahora está llena de vida.
- Ni tanto tampoco, es un lugar solitario, silencio, ya sabes, pasamos todo el día en la oficina, no tengo demasiado tiempo para dedicarle. Se llena de color y sonidos cuando Isabella me visita y lo inunda todo con carisma y su risa
escandalosa.
-¿Viene seguido a visitarte?
- Vino un par de veces, sí, por las tardes. Luego de llegar de trabajar.
-¿Y que hacen juntos?
- Emm... Nada en especial, platicamos un poco, música, alguna película y palomitas ¿Porqué lo preguntas?
-¿Se ha quedado a dormir contigo?
- No. Se ha quedado hasta tarde pero siempre vuelve a casa.
- Supongo la llevas, no dejarás que se vaya sola a esas horas de la noche.
- Dos veces. No quiere que lo haga, prefiere tomarse un taxi.
- Deberías ser más cuidadoso con ella, podría pasarle algo y eso no te lo perdonaría.
- No puedo invadirla. No soy así de posesivo con ella, respeto sus decisiones.
- Si tú lo dices.
- Me conoces bien, jamás haría algo que ella no quiera. Pero... Ésta noche la invité a cenar aquí.
- ¿A cenar? Está haciendo mucho frío, por Dios.
- Te preocupas demasiado, ama el frío.
- Veo que se entienden muy bien.
- Así es. Y por cierto, está muy feliz de haber aceptado tu propuesta, me lo dice todo el tiempo.
- Que bueno saberlo.
- Me dijiste que tenías algo que
contarme.
- Sí. Eso. Casi lo olvido. Mañana muy temprano viajo a Argentina, Sergio nos espera.
- ¿Nos? No te vas solo ¿Verdad?
- Robinson viene conmigo.
- ¿Qué piensa del viaje?
- Aún no se lo dije, de camino sabrá que al llegar a la Mansión debe armar su maleta.
- No me habías contado nada de tu plan de irte, podría haberte acompañado.
- Una de las secretarias se esmeró para conseguir esos vuelos, y lo supe un poco antes de salir de la oficina, a último
momento, literal. Y si mal no recuerdo te lo mencioné hace unas semanas atrás. Se lo prometí a Sergio su último día de estadía en San Andrés. Y no te invité por la simple razón de que eres tú quien se queda a cargo de la empresa en mi ausencia. Además estás ocupado con Isabella, tienes planes con ella, seguro es algo más interesante para tí.
- ¡Estupendo! ¿Y qué harás allá?
- Bueno, me quedaré unos días, visitaré lugares, de pronto veo algo innovador para el Centro Comercial y no dudaré en traermelo.
- Creí que tenías algun tipo de interés afectivo allí, ya te conozco. Serás huésped de algún cinco estrellas, me imagino... ¿A qué ciudad vas?
- A Buenos Aires. Y no, ningún cinco estrellas. Me quedaré en el
departamento de Sergio, es amplio con tres habitaciones, estaremos bien allí.
- Estoy seguro que si. La hora del vuelo, por cierto.
- Muy temprano, seguro estarás durmiendo, antes de las 7 debemos arribar al aeropuerto.
- Con éste frío me apetece quedarme entre las cobijas.
- No lo dudo. Creo que me iré, será lo mejor, debo armar mi maleta y descansar un poco. Te veré en unos días Enzo.
- ¿Te vas? Demasiado pronto, apenas llegaste ni siquiera tomaste tu whisky.
- Lo sé, pero me siento algo cansado, me hubiese gustado compartir más tiempo contigo, pero te dejaré a solas para que puedas prepararte para tu cena con Isabella, supongo vas a cocinar tú y eso te llevará tiempo ¡Robinson, nos vamos!
- ¡Señor!
- Bueno, pues... Les deseo un buen viaje, cuida mucho a Gabriel Mr Robinson -sonriendo-, los veré de regreso.Un abrazo flojo de unos pocos segundos, con sabor a vacío entre Enzo y Gabriel, la tensión entre ambos se percibía a simple vista, su amistad y el amor conjugados en un perfecto triángulo amoroso difícil de digerir.
Gabriel se despidió con muy pocas palabras y se subió rápido al automovil.- Robinson, al llegar a la Mansión, prepara tu maleta, mañana muy temprano iremos a Argentina.
- ¿A Argentina?
- Sí ¿Tienes algún inconveniente con eso?
- No señor, solo me sorprendió. Allí estaré.
- Llama y pide una cena tranquila para todos, no debemos cargar en exceso nuestros estómagos, ya sabes...
- Como ordene.Una vez en la Mansión, subió rápido a su habitación.
La crueldad del frío torturaba a Gabriel, no podía concentrarse en nada, sabía que Isabella una vez más estaría a solas con su mejor amigo, el clima sería complice de impedir que ella regrese a su casa y probablemente acabara por pasar la noche en otra cama. No lo soportaba, le provocaba terror imaginarse un escenario ideal entre ellos, dándose calor cerca de la chimenea para luego ¿Hacer el amor con él? ¿Sería capaz?- ¡Dios! No ¿Porqué dejé que ésto pasara? ¡Maldita sea! Amo a Isabella, también a Enzo, no comprendo porque acabaron juntos, parece una extraña conspiración entre los dos, una pesadilla, aunque quizá sean únicamente sugestiones mías. Ellos merecen ser felices, pero ambos sabían de mis sentimientos, en cierto modo, me siento traicionado. Las cosas siempre han sido claras, nunca me mintieron. Debo olvidarme de ella, no confía en mí como hombre, le fallé tantas veces. Fuí un maldito hijo de puta, no merecía ésto y ahora estoy pagando por eso. Desearía con todas mis fuerzas no hacer éste viaje, ir por ella, tomar chocolate caliente juntos, ser yo quién la abrace al ver una película, calmar sus miedos y angustias, ser el dueño de su mirada, de sus labios, de su cuerpo que tanto quiero, pero sobre todo, el único dueño de su corazón.
Parado en la ventana, mirando las ramas de los árboles
agitarse por la acción del viento, lamentándose cada segundo, sin saber que hacer, se quedó allí, inmóvil, recordando el último abrazo que ella le había brindado llena de emoción con su suéter de lana violeta. Desde aquél entonces no la había vuelto a ver, la extrañaba y mucho, así lo sentía desde lo más profundo de su alma, una herida que sangraba día a día en su anhelo insoportable de no poderla tener con él.
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GABRIEL ¿Ángel o demonio?
RomanceEl empresario multimillonario más joven de la ciudad, se destaca por su poder, fama y atributos físicos a los cuales nadie ha podido resistir. Sus malas costumbres pondrán en juego su figura pública. Cuando el amor toque su puerta sentirá como todo...