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Gabriel abandonó la casa de Isabella envuelto en una nube de ira, dando un gran portazo al coche. Robinson sabía lo que pasaba, pero su intromisión a pesar de tener las mejores intenciones, no fue suficiente para calmar los demonios de su jefe.

- ¿Qué sucedió con Isabella, señor? Disculpe mi insolencia.
- Nada. Ella no quiere verme ni en figuritas. Me echó de la casa. Enzo me va a escuchar.
- ¿Desea ir por un trago?
– De ninguna manera. Vamos a la mansión ahora mismo. Date prisa.
- Sí, señor.

Robinson tomó los mejores atajos para hacer caso omiso a las órdenes. La situación era tensa, aunque en el fondo ya estaba acostumbrado a ese tipo de contexto. Llegaron pronto a la mansión. Gabriel bajó sin más, en busca de Enzo cegado por la furia. Preguntó a todos por él y terminó yendo directo a su habitación.

-¡Gabriel! ¡Qué sopresa! Iba de paso a la cocina.
- Tú y yo tenemos mucho de que hablar.
- ¿Pasó algo con Isabella? ¿Está bien?
- Cuanta preocupación ¿Te interesa verdad?
- Por favor, Gabriel, ya hablamos de ésto.
-¿Cómo pudiste ocultarmelo?
- ¿De qué hablas?
- ¡No te hagas! Sabías muy bien de sus planes, de marcharse. Y elegiste callarte. Dime donde quedó tu fidelidad, nuestra amistad...
- Gabriel, nunca te mentí, solo guarde silencio en algo que no era asunto mío. Iba a decirtelo.
- ¿lbas a decírmelo? ¿Cuándo? Estoy tan sorprendido, me siento traicionado por mi mejor amigo.
- ¿Qué pretendías que hiciera? ¿Qué hubieras hecho tú en mi lugar? Solo accedí a la petición de Isabella. Entiende.
-¿Dónde quedan mis sentimientos entonces?
- Amigo, en verdad, lo siento tanto. Espero y puedas perdonarme. Tenía un plan, una decisión, yo sólo apoyé lo que creí era mejor para ella. También, sus razones para marcharse de aquí y está bien. No podemos influir en las decisiones de los demás, a pesar que intenté convencerla de quedarse, pero fue inútil.
- ¿Qué debo hacer?
- Deja que las cosas sigan su curso, no puedes forzar nada. Ni yo. Será lo que deba ser.
- ¿Qué harás tú con ella? ¿Irás a verla?
- Sí Gabriel, pero solo si me lo pide, no quiero ser un atrevido insolente.
- Al menos tú tendrás la suerte de verla y ayudarla, te daré dinero para ella, que nada le falte.
- Estará bien. Ya verás. Quizás así pueda aclarar sus ideas, pensar un poco, organizar su vida ahora que Grace no está, ya sabes, es una etapa complicada, la peor de su existencia, tiene mucho que aprender, crecer, madurar y tomar las riendas que le permitan salir adelante.
- ¿Sabes que tiene en mente? ¿Qué hará ahora que está sola?
- Pues, algo me ha dicho. Encontrar un trabajo, y con él poder pagar sus estudios.
- ¿Piensa estudiar?
- Sí. Creí que lo sabías.
- Realmente, no recuerdo, quizá me lo contó, pero tengo mi mente colapsada en éste momento. Encárgate de abrir una cuenta bancaria para ella, la ayudaré.
- No es mala idea. Pero... Se disgustará.
- Ella siempre creyéndose
autosuficiente. Tengo mucho dinero que perteneció a Grace, un ahorro que ella misma dejó en mis manos para su hija. Es algo a lo que no podrá renunciar. Es suyo. Y le servirá.
- Bueno, supongo que no habrá problema con eso.
- Habla con ella. Te daré un cheque, o un comprobante.
- Seré tu intermediario ahora. Ok.
Hablaré con ella. Solo si accede a verme, no podré explicarle ésto por teléfono, es delicado hablar de eso.
- ¿lrás a su casa?
- En efecto. Cuando me permita hacerlo.
- Bien –tragando su saliva con un poco de esfuerzo, el nudo de su garganta le entrecortaba la voz-. Haz lo que tengas que hacer con ella. No diré más nada pero estaré al tanto.
- Por supuesto que sí, Gabriel. Deberíamos tomar un trago. Ha sido un día difícil para todos. Aquí también están un poco sorprendidos y tristes de tanta ausencia.
- Es imposible tapar el sol con un dedo. Pero aunque me cueste tanto reconocerlo, la verdad, es que dejé que la situación se escapara de mis manos.
- Recuerda que estamos con éste gran proyecto, debemos concentrarnos en él, llevará un buen tiempo, aunque ha avanzado bastante.
-¿Cuándo irás a verla?
- Emmm... No lo sé. Vamos a beber algo, Gabriel. Mañana veremos que hacer. No quiero que todo ésto nos cueste la amistad.
- Sabes que eso no pasará, aunque ella te elija a tí. Ten, quería darte ésto. Son las escrituras de tu nueva casa.
- ¡Dios! Tendré mi casa. Gracias, Gabriel.
- Pronto también me dejarás, igual que ella.
- Pero siempre estaré para tí, lo sabes. Solo iré allí a dormir, pasamos todo el día juntos.
- Solo molestaba, no me hagas caso.

El aire se puso tenso, pero si algo estaba claro, era la amistad entre ambos. A pesar de los disgustos, y mal momentos,
ese amor de hermanos era lo
suficientemente fuerte para ellos, se necesitaban, apoyaban y juntos nada podía detenerlos. La mejor inversión de Enzo, había sido sin duda, instalarse en San Andrés y convertirse en la mano derecha de Gabriel.
Si no te importa, saldré un momento.

- ¿lrás a verla?
- Sí, Gabriel, iré. Merece una disculpa de mi parte.
- No has hecho nada malo.
- Lo sé, pero ya sabes como se molesta con todo. Le daré las novedades.
- ¿lrás solo?
– Sí, conduciré hasta allí en el BMW.
- Puedes pedirle apoyo a Robinson.
- No será necesario. Estaré bien. Pasaré por algo de cenar antes.
- ¿Cenarán juntos? Es muy atento de tu parte.
- ¿Cenaran juntos? Es muy atento de tu parte.
-Te veo luego.
- Cuídate, Enzo.

Las palabras entre ellos, de a momento, tenían un tono seco, y trataban de darle punto final rápido a la conversación sobre todo cuando se trataba de Isabella.
Enzo salió solo como lo había anunciado. Unos minutos después, fue recibido por Isabella, quien luego de lo sucedido no hizo ningún tipo de reproche al respecto.

- Hola, Enzo.
- Hola. Traje algo de cenar.
- ¡Oh! Genial. No tenía ganas de comer sola. Entra.
- ¡Que agradable visita!
- Tenía ganas de verte. Saber como estabas. Por lo que veo ya te acomodaste aquí.
- He estado ocupada en eso, por ello no tenía ganas de cocinar solo para mí.
- Fue oportuno de mi parte llegar con la cena. Disculpa, debí avisarte antes. Salí de prisa.
- No te preocupes. Vamos a la cocina.
- Como verás, traje pizza, no quería invadir tu espacio.
- ¡Amo la pizza! Gracias. Siéntate.
- ¿No estás enojada conmigo?
- ¿Lo dices por lo que pasó con Gabriel? No. Si eso es lo que quieres saber.
- Tengo algo que decirte de su parte.
- Olvídalo, no me interesa.
- Es muy importante.
- ¿Ahora qué?
- Te envió éstos documentos.
-¿Documentos? ¿Pero qué es ésto?
- Ábrelos.
- Parece un sobre misterioso. Déjame ver –hojeando uno por uno-. No entiendo.
- Es una cuenta que Gabriel tenía a su cargo, ahora es tuya.
-No la quiero. Llevatela.
- No puedo hacer eso.
- ¿Porqué no?
- Ese dinero te pertenece, es tuyo.
- Tu madre y él... Bueno, son ahorros de tu madre, lo tenía para tí, Gabriel también aportó a la causa. Es un buen dinero que te dejó. Acepta. Es tuyo.
- ¿Mi madre?
- Quería un buen futuro para tí. Podrás pagar tus estudios.
- ¡Mamá! No lo puedo creer. Gracias. Ésta es una gran noticia. Creí que era algo que te mandó Gabriel. Muchas gracias, de verdad -abrazando fuertemente a Enzo.
- ¡De nada! Isa... Isabella conteniendo los nervios.
El abrazo tomó a Enzo por sorpresa, no lo esperaba. Sintió su tibio cuerpo delineado contra el suyo y ese perfume delicioso tan propio de ella, situación. El abrazo tomó a Enzo por sorpresa, no lo esperaba. Sintió su tibio cuerpo delineado contra el suyo y ese perfume delicioso tan propio de ella, situación que inevitablemente le provocó una gran erección, aquello lo avergonzó tanto, que buscó la manera rápida de sentarse en aquel viejo sillón de la sala otra vez.

GABRIEL ¿Ángel o demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora