Gabriel no fue a la oficina lo que quedaba de la semana, consideraba que tomarse unos días era una excelente opción para apaciguar sus inquietudes, y la mansión era su lugar seguro en el mundo. Dejó todo en manos de Enzo, mientras tanto, haría lo que fuera necesario para conseguir un poco de paz, cosas simples como descansar, alimentarse bien, un poco de ejercicio, jugar golf, pasear por el lago, hacer videollamadas con sus padres, leer y escribir poesía, una pasión que tenía empolvada en algún rincón de su mente.
En el despacho. Puso un poco de música, en un trasfondo tenue de luz azul, con el aire llenándose de magia bajo la influencia sensual de Beth Hart Caught out un the rain". Encendió un
puro, un poco de whisky, y
acomodándose en su sofá aterciopelado color carmín de dos cuerpos, mirando a su derecha, imaginando a Isabella allí sentada recitandole poesía al oído.
Aquel detalle de un hombre fuerte pero sensible le trajo a su presente, una poesía de Pablo Neruda, su favorito, y que conocía perfectamente de memoria:"Me gusta cuando callas"
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto".- Isabella, mi amor ¿Dónde estás? susurró mirando fijamente hacia la ventana con un ingrato sabor a melancolía.
Pasó un par de horas encerrado, tampoco almorzó. Esa tarde salió sin compañía, necesitaba despejarse un poco, lo hizo a solas y decidido a ir de compras como lo haría cualquier mortal. Se dió una ducha, escogió ropa cómoda y sencilla, unas Converse y unas gafas oscuras.
Pasó la tarde paseando y en su andar denotaba un perfil bajo, para que nadie supiera que se trataba del joven millonario De Angelis, aunque no fue suficiente en su intento por pasar desapercibido, todos lo conocían, pero en ésta ocasión solo recibió saludos y halagos por su sencillez, humildad y deseos de progreso en San Andrés, eso le devolvió la calma y por un momento se sintió tranquilo.
Entró a una cafetería, pidió un chocolate caliente y churros rellenos para acompañar, algo poco común en él, se sentía como un niño, y a su mente volvía el recuerdo de siempre querer compartir momentos como ése junto a Isabella. Una sonrisa ligera iluminó su semblante. Por el contrario a estar triste, aún en el fondo de su corazón había un destello de alegría, con un tono calmado, su encuentro con el Padre Miguel le había sentado muy bien. Estaba dispuesto a cambiar, a mejorar y trabajar duro en ello para convertirse en el hombre que siempre debió ser frente a los ojos de San Andrés, dejando en el pasado todo lo malo, y apostar al futuro sin perder de vista la posibilidad de conseguir el perdón y asi recuperar su amor.
En cuanto acabó su chocolate, visitó un par de tiendas, compró unas corbatas, un reloj nuevo, visitó una barbería y también buscó un par de libros. Así, sin darse cuenta, las horas pasaban y aún no regresaba a la mansión, eran casi las ocho, la mayoría de locales estaban próximos a cerrar. Hacía frío, y una humedad que daba la pauta de llover en poco tiempo. Apuró el paso y guardó los paquetes en la baulera. Envió un mensaje a Robinson antes de dar arranque:- "Robinson, dile a la cocinera que se me antoja un bife de carne jugoso y una ensalada surtida, también duraznos con dulce de leche del que trajo Sergio. Estoy en camino".
Su cambio de actitud era gratificante, estiró sus brazos sobre el volante, encendió el coche, un poco de buena música, no pedía nada más. Por un instante, fue feliz.
A llegar a la mansión, Smith salió a recibirlo.- ¡Smith! Baja lo que traje y llévalo al despacho. Mañana lleva mi auto a lavar.
- Sí, señor.Al entrar, Robinson permanecía en la sala junto al personal de la casa, quienes se miraban de manera sospechosa.
- ¡Llegué! ¿Qué novedades hay Robinson? ¿Está pasando algo aquí?
- Señor.
- Malas noticias no, por favor ¿Dónde está Enzo?
- El joven Enzo está en su habitación, llegó pasadas las cinco.
- Vaya, abandonó temprano la empresa ¿Te dijo algo?
Las miradas inquietantes, las de conocer la intimidad de Gabriel y todo lo sucedido, los ponía aún más incómodos.
- ¿Qué carajos pasa? Hablen ahora mismo.
- El joven Enzo llegó...
-Sí, acabas de decirme que llegó temprano.
- Acompañado de la señorita Isabella.
- ¿Qué? ¿Ella estuvo aquí? ¿A qué vino?
- Pasó por unas cosas que se dejó en su antigua habitación.
- ¿Qué cosas?
- Una documentación del Instituto donde piensa estudiar que estaban entre los objetos personales de Grace.
- Se ven asustados ¿Tienen algo más que decir? Acaso es porque ella visitó la mansión sin mi permiso aprovechando mi ausencia ¿verdad?
- El joven Enzo le insistió para que entrara, y subieron a su habitación ¡Qué descaro señor! -irrumpió la muchacha de la limpieza.
-¿Cuánto tiempo estuvieron allí?
- Solo un momento, bueno, una hora, el le mostraba algunas cosas, y ella le ayudaba a empacar.
- ¿A empacar? ¿Piensa irse sin decirme nada?
- Así parece señor.
-Matilde, puedes retirarte... ¿Tú sabías de ésto, Robinson?
- Solo los ví llegar, no quise molestarlo, esperaba decírselo en persona. Siento mucho si se enfada conmigo.
- Pero no dijiste mucho, Matilde te ganó de mano.
- En verdad, lo lamento señor.
- Hablaré con Enzo. Nos vemos en el comedor, él y yo tendremos una conversación de hombre a hombre, dile que lo espero.
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GABRIEL ¿Ángel o demonio?
RomanceEl empresario multimillonario más joven de la ciudad, se destaca por su poder, fama y atributos físicos a los cuales nadie ha podido resistir. Sus malas costumbres pondrán en juego su figura pública. Cuando el amor toque su puerta sentirá como todo...