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El día después era incierto. Gabriel despertó casi a las 5 de la tarde. Mareado, la cabeza le daba vueltas, y no recordaba casi nada de lo sucedido. Apenas podía abrir los ojos. Llamó a Robinson.

- Señor.

- ¿Qué hora es?

- Casi las cinco.

- ¿Qué? ¡Demonios! Me siento hecho una mierda- estirando sus brazos un poco-. ¿Qué novedades hay?

- Me temo que no muy buenas.

- ¿De qué hablas? ¿Qué sucedió?

- ¿No recuerda nada?

- Mmm... La verdad no. Dime.

- Señor, lo siento tanto, pero lo que voy a decirle no es nada grato para nadie.

- ¡Habla de una vez por favor!

- Anoche salió solo, condujo hasta un antro.

- ¿Y luego?

- ¿En verdad no recuerda nada de nada?

- Creo que apenas logro recordar irme de aquí, conducir solo, llegar al antro beber algo con David y no, nada más.

- ¡Dios! No sé como decirle esto.

- ¡Habla hombre, habla de una vez!

- Señor, usted bebió, en efecto, pero también consumió algún tipo de sustancia prohibida, tuvo sexo callejero con unas muchachas muy jóvenes, y todo lo que le dije salió hoy en la primera plana de los periódicos y hasta en la televisión. Es todo un escándalo, "alcohol drogas y sexo la nueva vida de Gabriel De Angelis" exactamente así lo describieron, hay fotos circulando. Lo lamento.

- ¿Drogas?

- Sí señor.

- No te preocupes, encontraré la manera de limpiar mi nombre. Si es cierto lo que se dice, porque para ser sincero, no lo recuerdo. Por favor mándame un batido tropical me daré una ducha.

- Sí, señor.


Estaba perplejo todavía, no podía creer lo que ocurrió. Confundido y con secuelas en su cuerpo de haber pasado una noche terrible.

Luego de su ducha, buscó algo de ropa cómoda y se tiró a la cama otra vez.

Golpearon dos veces la puerta. Era Isabella.

- ¡Adelante!

- Aquí está su batido.

- Gracias.

- De nada. Con permiso.

- ¡Espera! ¿Dónde vas? Ven, siéntate en mi cama.

- ¡No! No puedo. Debo irme ahora.

- ¿Estás escapando de mí?

- Tengo mucho trabajo, lo siento.

- Isabella. ¿Sabes qué día es hoy?

- Sí. Es domingo.

- No hay tanto por hacer, mis empleados suelen descansar.

- ¿Descansar? Lo siento mucho señor De Angelis, pero las personas honestas trabajamos sin importar que día sea.

- ¡Un momento! Me llamaste... ¿señor?

- En efecto. Así es cómo debo responder a mi jefe, porque hay una línea importante que nos separa.

- ¿Desde cuándo sostienes esa postura?

- Siempre debió ser así, me retracto de mi conducta si en algún momento le falté el respeto.

- ¿De que hablas? ¿Qué significa todo ésto?

- Gabriel, no hay mucho que yo pueda decirle al respecto, no me corresponde.

- Isabella, estás molesta... ¿conmigo?

- Sabes... Sí, sí estoy muy molesta, y también lo estoy conmigo por haber confiado en alguien como tú.

- ¿Te arrepientes de haber confiado en mí?

- Sí. Y mucho. Yo... Prefiero mantenerme lejos de tí, creí que eras una buena persona y me equivoqué.

- ¿Qué?

- Ya, por favor. Ví las noticias, también el periódico. El gran Gabriel de Angelis, inmerso en un gran escándalo por consumo de alcohol, droga, tener sexo en la vía pública y lo peor con unas niñas de diecisiete años. No tienes vergüenza. Pero como tienes todo el dinero del mundo seguramente comprarás el silencio de muchos. Lo lamento, prefiero no volver a hablar contigo es más pienso dejar esta casa y llevarme a mi madre conmigo.

- ¡No vas a llevarte a Grace de aquí!

- Es mi madre. ¿O es que ahora también tienes derecho a decidir en la vida de los demás?

- Ella está bajo los cuidados que yo puedo proporcionarle, nunca estará mejor y lo sabes. Está muy enferma. Veo que ya lo olvidaste.

- Sí, es cierto. Tienes razón. Quizás reconsidere eso por su propio bien. Pero para mí solo serás mi jefe. No puedo discutir eso contigo.

- Te recuerdo que estás bajo mis órdenes trabajando.

- No quieras aprovecharte de eso.

- Isabella por favor.

- Es que tú, si eres un caradura. Te atreves a hablarme así cuando tu reputación intachable se acaba de ir a la mierda.

- Isabella. ¡Basta! No voy a permitir que me hables así.

- Voy a decirte todo lo que pienso.

- Ok. ¡Adelante! Dilo.

- Es que... En verdad no puedo creerlo. ¿Desde cuándo consumes drogas?

- ¿Me harás un puto interrogatorio?

- ¡Responde! ¿Desde cuándo?

- ¡Humm! Es la primera vez.

- No te creo. Sabes. Todos te vimos llegar, Robinson apenas podía contigo, Smith fue quien le ayudó, mientras tú... Apenas traías pantalones. ¿Dónde se quedó tu ropa? Estabas semi desnudo y entraste gritando como loco a la mansión.

- Que observadora.

- ¿Es en serio? Te ríes. Y... Te acuestas con niñas. ¡Eres un degenerado!

- Soy un hombre, tengo defectos como todo el mundo. Debilidades.

- Entonces, tu debilidad son las "mocosas"?

- Esas mocosas como dices, son todo unos mujerones.

- ¡Cállate! No quiero escuchar eso. Lo mejor es que me aleje de tí.

- ¿De verdad quieres alejarte? -parándose de la cama de un envión y acercándose rápidamente-. Dime. ¿Te alejarás?

- Gabriel, déjame ir o es que ahora piensas encerrarme como a las que tanto te gustan.

- Tú eres la única que me gusta.

Se abalanzó sobre ella, para besarla profunda y enérgicamente.

- ¿Qué haces? ¿Cómo te atreves?

- Me vas a negar que no te gustó.

- Quítate de la puerta, déjame ir Gabriel, juro que voy a gritar.

- Las chicas de tu edad también gritaban conmigo y no de puro susto.

- ¡Me das asco! -empujandolo con todas sus fuerzas para irse dando un gran portazo.


Gabriel se quedó inmóvil acariciando sus labios, pero lamentando aquél gesto de desprecio que se ganó gracias a su soberbia.

GABRIEL ¿Ángel o demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora