Enzo se dirigió al despacho de Gabriel, Sergio lo esperaba con unos documentos que quedaron sin firmar, charlaron un momento, su relación también era buena, hablaron de Argentina y su gente, costumbres y comidas, Enzo prometió viajar en algún momento para conocer todo aquello, pues le atrapaba muchos aspectos del lugar. El vuelo de Sergio salía a las ocho de la noche, un largo viaje lo esperaba, y ya tenía todo listo.
- Enzo, voy a preparar un lugar especial para vos cuando vayas a visitarme.
- Muchas gracias, socio. Cuenta con eso. Iré.
- No te vas a arrepentir, vas a ver, allá tenés lo que quieras a tu alcance, hay una minas bárbaras.
- ¿Minas?
- Mujeres Enzo, mujeres, chicas.
- Oh, entiendo.
- Pronto les voy a mandar una encomienda con productos bien argentinos para lanzar al mercado de San Andrés ¡Una bomba!
No tengo duda de eso. Somos un gran equipo.Gabriel ingresó con un gesto de absoluta seriedad al despacho.
- Enzo ¿Podemos hablar? A solas.
- Claro que sí.
- Perdón, antes que me corran me voy. Tengo que acomodar éstos papeles en mi equipaje. Está todo en orden Gabriel.
- Claro. Luego hablamos.
Sergio lanzó un gesto con ambas cejas mientras cerraba la puerta, conocía a Gabriel, sabía bien cuando algo no le gustaba y simplemente se retiró en silencio.-¿Qué sucede Gabriel?
- ¿Qué hacías con Isabella en el jardín?
- Charlar. Solo eso.
-¿De qué hablaban?
- Nada en especial. Pero tú... Acaso ¿Estás celoso?
- ¿Qué?
- Gabriel ¿Estás celoso de mí?
- No, pero sabes que Isabella me interesa mucho y me preocupa.
- Ella está bien, con toda su tristeza como es de suponerse, pero bien al fin de cuentas.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me lo dijo.
- Por lo visto hablaron bastante tú y ella.
- En efecto, no voy a negarte eso.
- Cuéntame.
- ¿Qué quieres saber de una plática de amigos?
-¿Amigos? ¿Desde cuándo son tan cercanos?
- Gabriel, esa muchacha está sola.
- Y por eso te sentaste a su lado en el suelo ¿verdad? A platicar, según tú.
- Ella estaba sentada bajo ese árbol, no podía hablarle de pie, debía estar a su altura. No puedo creer el planteo que me haces.
-¿Te habló de mí?
- Algo.
- ¡Vamos! Cuéntame.
- Gabriel, ella está muy dolida contigo, considera que siempre hubo percances contigo, sin embargo, en el fondo te quiere.
- ¿Me quiere?
- Sí. Sin embargo, se la ve muy segura en sus decisiones, apostará a su felicidad.
- ¿Sabes si tiene a alguien? Algún pretendiente, quizás.
- Jamás habló de eso, pero si lo tuviera, en buena hora, merece ser feliz y perdona por decir ésto, pero tú te has comportado como todo un patán con ella.
-¿Me llamaste patán? -ríe.
- Sí, Gabriel. Si ella te importaba o te importa como aseguras, deberías haber pensado mejor las cosas, aunque no te culpo, también me equivoqué.
- Mmm... Claro. Pero... Ya que lo mencionas, dime ¿Pasó algo con tu chica?
- Sí. Y no es mi chica. Resultó ser toda una interesada nada más. Intentó cambiar sus dichos y excusarse conmigo, pero no le resultó. No quiero personas de su tipo en mi vida. Necesito una Isabella a mi lado, de esa que tú dejas escapar por mantener tu ego y hombría en alto.
- ¡Vaya!
- Lamento haberte dicho ésto, pero es lo que pienso. Ella, yo, incluso tú, tenemos derecho a ser felices con quién nos complemente. Amigo, no sabes lo que te estás perdiendo.
- ¿Qué me estoy perdiendo, según tú?
- A un ser hermoso, a un verdadero ángel.
-¿Ángel?
- Gabriel, por favor, abre los ojos.
No voy a discutir mi estilo de vida contigo.
- No, y sé que no vas a cambiar, te gusta cogerte a una y otra, pero sí eso te hace feliz y te llena, adelante, sólo no lastimes más a Isabella.
- Acaso, ¿Estás interesado en ella?
- Gabriel, seré directo contigo, sabes que no hay secretos entre tú y yo. Repito, es una mujer hermosa, sensible, frágil de a momentos y sola, como yo. Aún así, no perdemos la esperanza de encontrar el amor. Si ella me lo pidiera, si realmente me pidiera una cita, con gusto se la concedería.
- ¿Crees que Isabella te invitaría a una cita?
- No, no lo creo. Ella piensa que no merece estar al lado de tipos 'importantes' como nosotros.
- Siempre me rechazó por eso.
- No solo por eso, y lo sabes bien. - Enzo, eres mi mejor amigo, mi hermano, sabes de mi aprecio hacia tí, aunque a ella la amo, pero si tienes la oportunidad de hacerla feliz siquiera tú después de todo lo malo que le ha pasado, créeme, que lo aceptaría aunque ello fuera a romperme el corazón en mil pedazos.
- Sé de tus buenos sentimientos, y no tengo duda de ello. Mereces ser tan feliz como cualquiera, pero hay cosas que debes corregir.
- No diré nada al respecto. Ya sabes lo que pienso. Si pueden ser felices, bien por ustedes. Yo, no me opondré. Se llevan muy bien.
- ¿Porqué no hablas con ella? Y le confiesas todo, lo que llevas dentro de tu corazón.
- Huye de mí todo el tiempo, ¿qué te hace pensar que querrá hablar de sentimientos conmigo? Ya tuvimos esa conversación y nada obtuve de eso. Olvídalo. Tienen el camino libre, ambos. Iré a darme una ducha.
- ¡Gabriel! ¡Espera! ¿Estás molesto por... ¡Gabriel! ¡Espera! ¿Estas molesto por algo?
- No. Sabes que puedes contar conmigo como siempre. Una chica no va a cambiar nuestra relación. Iré a ver a Sergio antes, debo darle algunas indicaciones previas a su partida. Te veo después.
- Va bene!
Gabriel abandonó el despacho con un rotundo y potencial nudo en la garganta, amaba a Isabella y en el fondo, le dolía la sola idea de saber que podría ser de otro hombre, de cualquiera, menos de él.
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GABRIEL ¿Ángel o demonio?
RomanceEl empresario multimillonario más joven de la ciudad, se destaca por su poder, fama y atributos físicos a los cuales nadie ha podido resistir. Sus malas costumbres pondrán en juego su figura pública. Cuando el amor toque su puerta sentirá como todo...