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Pasaron casi dos semanas desde que Gabriel decidiera instalarse en casa de Isabella, lo que al principio sonaba como un capricho acabó por convertirse en una experiencia para ambos. El compartir un espacio, las rutinas diarias como preparar un almuerzo juntos, limpiar la casa y hacer las compras parecía lograr una excelente conexión entre ellos, todo ésto fue el impulso justo para que Isabella tomara una decisión.
Durante ése lapso de tiempo, Gabriel estuvo fuera de la oficina, mientras Enzo y Sergio, quién optó por asentarse en San Andrés un par de semanas antes de regresar a Argentina, le permitió garantizar la seguridad de un excelente manejo de la empresa durante su ausencia.
El despertar cada mañana al lado de su Isabella era un sueño hecho realidad.
Se levantó temprano, su deseo de sorprender a Isabella con el desayuno en la cama lo motivó a esmerarse en preparar chocolate caliente para dos, unas tostadas con queso y mermelada de frutos rojos acompañado de un jugo de naranjas recién exprimidas.
Entró a la habitación muy despacio, mientras ella apenas despertaba.

- ¡Buenos días! ¿Cómo amaneció mi precioso ángel?
- Hola ¿Despertaste temprano hoy?
- Así es, y me tomé el trabajo de preparar el desayuno para tí.
- Gabriel, me sorprendes. Es la primera vez...
- Y no será la última, es la primera de muchas sorpresas.
- Se ve delicioso.
- Lo preparé con todo mi amor, ese es mi ingrediente secreto.
- Eres tan tierno cuando te lo propones.
- Sí, en efecto, sobre todo cuando alguien me interesa mucho.
- Oye, me pondrás celosa.
- No tienes por qué, jamás he sido detallista ni amoroso con ninguna mujer puesto que ninguna era digna de mi amor. No voy a entrar en detalles contigo quédate con eso.
- Como prefieras.
- Y en este momento prefiero que nos tomemos el desayuno antes que se enfríe. Que lo disfrutes.
- ¡Vaya! -pensativa y melancólica.
- ¿Qué sucede?
- Está muy bueno. Casi podría asegurar que lo preparó a mi madre. Dime ¿Cómo es posible?
- Ya te lo dije antes, el ingrediente secreto está hecho de mucho amor y es el mismo que compartíamos Grace y yo por tí.
- Me dejas sin, palabras es increíble.
- Por favor, disfrútalo mucho tanto como yo.

Ambos parecían degustar al cien por ciento aquél desayuno que Gabriel había sido capaz de realizar con sus propias manos, aún bajo la inseguridad de que no saliera como lo esperaba.

- Gabriel, hay algo que he querido decirte.
- Dime ¿Pasó algo malo?
- Mmm... No lo sé.
- No me asustes por favor.
- Tranquilo. Sabes, yo estuve pensando mucho.
- ¿En qué?
- Bueno, pues... Teniendo en cuenta todos estos días que pasamos juntos, lo compartido aquí en estas cuatro paredes me han llevado a pensar bastante y decirte que sí.
- ¿Que sí? ¿A qué te refieres?
- Que sí acepto.
- ¿Aceptas?
- Me mudaré contigo a la Mansión.
- ¿De verdad? Es la mejor sorpresa que me has dado ¡Wow! No sabes lo feliz que me haces mi pequeña.
- Sí, me iré contigo.
- Pero, porque...
- Bueno pues, tengo mis razones. La primera, Por qué no puedo permitir que sigas quedándote conmigo aquí en mi casa encerrado y descuidando tu empresa dejándola en manos de otras personas a pesar que son de tu extrema confianza, estaría loca ii dejara que mi hombre cambiara su estilo de vida solo para quedarse todo el tiempo conmigo, cuando yo también debo regresar a la tienda y encargarme de todo eso. En segundo lugar, porque considero que ya hemos experimentado la sensación de compartir un espacio, actividades juntos y creo que podemos llevarlo a cabo sin ningún problema en la Mansión, aunque allí sí tendremos personas que nos asistan pero aún así, me gustaría encargarme personalmente de cosas que tienen que ver contigo como el cuidado de tus pertenencias y demás.
- Eres increíble. Por eso te amo. Pero dime, cuando quieres mudarte.
- No lo sé, cuando tú digas.
- Vámonos ya mismo, escucha, no me malinterpretes, éstos días aquí han sido realmente mágicos, me lo pasé muy bien contigo, la casa conserva un poco de la magia de Grace, es maravilloso. Sé que extrañarás.
- No te preocupes, debo crecer. Además estaré contigo. A veces, me sentía realmente sola, a excepción de las visitas de Enzo.
- No me lo recuerdes.
- Sabes que con el no pasó nada. No lo que tú creías.
- Lo sé amor, no necesitas darme explicaciones. Entonces podrías empezar por empacar tu ropa. Puedo ayudarte con eso, sabes que estaré aquí el tiempo necesario hasta que te encuentres lista para irnos. Si hay elementos u objetos que desees llevar para allá puedo pedirle a Robinson que se encargue de contratar un flete. Todo, absolutamente todo lo que desees llevarte tendrá un lugar en la Mansión.
- Espera ¿Dónde dormiremos?
- ¿Te preocupa la habitación?
- Pues si. La tuya es...
- Relájate. Por supuesto que no nos quedaremos en la mía, ya que no tiene el espacio suficiente para dos, es decir, es grande y demás pero para uno solo. Necesitamos algo mucho más grande todavía y para ello hay una habitación con esas cualidades, que ordenaré ahora mismo la vayan preparando. Vamos a agilizar las cosas, me comunicaré con Robinson para que contrate ese maldito flete, escoge todo lo que desees trasladar, tu ropa será lo último que llevaremos y de eso me encargaré yo. Dame un momento.

Envió un mensaje a Robinson.

- "Busca una empresa de fletes ahora, envíala a casa de Isabella, Smith y tú vengan también. Ocúpate rápido, los quiero a todos a más tardar en una hora".

- ¿Sucedió algo, Gabriel?
- No. Todo está en orden. Robinson se encargará, en una hora vendrán a buscar tus cosas. Deberíamos vestirnos y esperar, aunque, tenemos unos minutos extras para hacer el amor.
- Será mejor que lo dejemos para más tarde.
- Prometo que no vas a escaparte de mí en cuanto todos se vayan. Vamos a hacerle honor a tu hogar antes de dejarlo a solas.
- Me da un poco de pena dejar mi casa pero creo que será lo mejor.
- Ya te dije que no te preocupes por eso, puedes venir cuando quieras, yo enviaré a mi gente para que se encarguen de ella.
- Bien, me vestiré. Vamos Gabriel, acompañame a elegir algunas cosas, tampoco pretendo llevármelo todo.
- Elige lo que desees.
- Gracias.

Isabella se sentía un poco confundida, no quería abusar de la buena voluntad de Gabriel ni de su gente. Escogió algunos muebles, elementos de decoración como cuadros, adornos y pequeños elementos de valor sentimental pertenecientes a su madre. Tenía muy en claro lo que llevaría.
Un momento después, un pequeño camión de mudanza estacionaba en la puerta de su casa. Robinson y Smith fueron los primeros en tocar e ingresar.

- Señor, vinimos en cuanto conseguimos el servicio.
- Siempre puntuales. Bien. Solo cargarán los muebles que están marcados con la cinta blanca de papel. Por favor solo los que están marcados.
- Claro señor. Smith haz pasar a los empleados.

Robinson y Smith controlaban cada acción, y sobre todo que los muebles no fueran a dañarse.

- Gabriel, yo...
- No estés triste mi pequeña. Todo estará muy bien, ya lo verás. Haré que esta decisión que has tomado y con la cual me hiciste muy feliz realmente valga la pena para tí. Cuándo toda esta gente se haya largado podremos ir de compras, quizás en busca de algo para preparar la cena o si prefieres ir a un restaurant.
- No hace falta, tenemos lo necesario en el refrigerador para preparar algo y hacer de éste hogar nuestra última noche juntos.
- Corrección, nuestra última noche aquí, porque nos quedan tantas por vivir allá.
- Lo lamento, no me expliqué del todo bien.
- No te disculpes. Por cierto, hoy apenas es jueves, ahora que lo pienso podemos aprovechar el tiempo para empacar tu ropa puedes encargarte tú y seré yo quien prepare la cena, mañana nos iremos, y tendrás el fin de semana disponible junto conmigo para poner en orden lo que será nuestro hogar. El lunes debemos regresar a nuestras actividades, es lo correcto.
- Sí. Me parece bien, pero... ¿Tú vas a cocinar?
- ¿No confías en mis habilidades culinarias?
- No dije eso. Es solo que tú nunca has necesitado cocinar siempre te lo han hecho todo.
- Bueno, es verdad. Pero que no se te olvide que soy italiano y tengo mis secretos de familia, pues antes de ser quién soy era un muchacho humilde y mis padres me enseñaron a cocinar. Despreocupate. Tú solo empaca tus maletas si quieres llevarlo todo hazlo, aunque puedo comprarte todo lo que desees pero para que tengas todas tus pertenencias contigo será mejor que no dejes ninguna librada al azar.
- Lo haré.
- Estaré en la cocina veré que encuentro por allí y seleccionaré los ingredientes temprano. Además con ésto de la mudanza ni siquiera tiempo de almorzar Por ende, tendremos una buena cena temprano, veremos una película, comeremos palomitas, luego tú y yo ya sabes... El plan perfecto.
- Gabriel.
- Por favor, No pierdas tiempo y empaca. Estaré abajo supervisando la mudanza, que todo quede bajo control y despediré a esa gente para que al fin podamos quedar solos y tranquilos.

Gabriel, a pesar de los errores cometidos en el pasado se esforzaba cada día para sorprender a Isabella. Mientras ella pasó varias horas de la siesta sumida en su habitación recogiendo cada una de sus pertenencias y ubicandolas en un rincón, aunque conservaba cierto aire de melancolía, su casa estaba llena de recuerdos los cuales nunca olvidaría, aún así en su mente solo tenía una idea clara y firme: entregarse a la felicidad en brazos del hombre que siempre amó. Esta vez regresaría a la Mansión, ya no como una simple muchacha, hija de la sirvienta sino como la novia oficial del gran Gabriel de Angelis.
Fue un día largo, sacaron provecho de él. Todo estaba prácticamente listo.

Disfrutaron de una deliciosa cena,por la cual nuevamente Isabella resultó sorprendida, ante la exquisitez de aquella preparación; posterior al lavado de la vajilla, puesto que no deseaban dejar nada en descuido, ya que partirían muy temprano, finalmente, tomaron posesión de su sillón favorito y se dispusieron a ver una película. La noche transcurría sin piedad, y una vez más, los condujo al sendero de la pasión donde nuevamente consumaron su amor, dejando como último recuerdo el eco de cada sensación, de cada gemido, de cada caricia y de cada gota de sudor emanado por esos cuerpos ardientes que gozaban sin desenfreno bajo la tenue luz de la televisión.

GABRIEL ¿Ángel o demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora