Millones de mariposas (capitulo 8)

370 7 0
                                    

SOFÍ

Dormí muy mal, Carlos no había llegado con buenas noticias.

“-¿Cómo está?-pregunté preocupada, una gran parte de mi ansiaba escuchar palabras buenas.

-Sigue sin reaccionar-dijo mi hermano con los ojos rojos, y sabía que esta era una mala señal, Carlos era el hombre más fuerte que había conocido, había soportado todos estos días sin derramar una lagrima, había cargado con los niños, los había llevado a la escuela, ayudaba con la casa, y todo sin quejarse. Y ver que en sus ojos las esperanza desaparecía lentamente era una daga enterrada en mi corazón. Asentí y sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas, Carlos abrió sus brazos y yo me recargue en su pecho y comencé a llorar desconsoladamente, sentía algo que comprimía mi pecho y no me dejaba respirar.

-Ve a dormir Sofí, mañana todo estará mejor.-dijo con una voz tranquilizadora, acariciando mi cabello.

-Está bien, buenas noches.

-Buenas noches.”

Obviamente no había podido dormir, mi corazón se deshacía lentamente, necesita a mi padre de vuelta, necesitaba que mi madre empezara a preocuparse un poco por alguien que no fuera ella, y regresará a la casa a ayudar un poco.

Estaba enojada, triste, destrozada, quería que todo volviera a ser como antes, con mi papá y sus sonrisas, mi mamá riendo de sus chistes, cuando todos éramos una familia.

Lloré hasta quedarme dormida, necesitaba descargar todo lo que había guardado.

En la mañana me desperté sin muchos ánimos, mis días eran tan…insoportables últimamente, que yo solo quería dejar todo de lado por una vez. Pero no lo haría, seria fuerte, y lograría sacar a mi familia un poco adelante.

Me levante y me puse mi uniforme de salvavidas, salí de mi cuarto y me dirigí a la cocina. Ahí se encontraba Carlos dándole de desayunar a mis pequeños hermanos para después llevarlos a la escuela, ya que era junio solo faltaba una semana para que salieran de la escuela.

-Buenos días-dije sentándome.

-Buenos días-dijeron todos al mismo tiempo.

En ese momento Jorge se estaba metiendo dos popotes por la nariz mientras Santi y Tomás reían divertidos, yo también reí, verlos felices y riendo era lo único que hacía que mis días fueran soportables.

-Chicos me voy al trabajo, yo paso por ustedes al colegio, los veo allá, los amo-dije besándolos en la cabeza, mientras ellos fingían que vomitaban, reí un poco, tome una tostada con mermelada, abrace a Carlos y salí del edificio.

Al salir me encontré con Daniel vestido con un traje de marinero, no pude evitar soltar una sonora carcajada que hizo que el volteará, yo no podía parar de reír, se veía hermosamente gracioso.

-Qué bonito marinero.-dije aun riendo, el se ruborizó y esto solo me dio más risa, diablos se veía tan hermoso.

-Déjame, ya lo odio sin tener que escuchar tus burlas.-dijo con esa risa de niño pequeño, estar con él y escucharlo reír me hacía sentir muy bien.

-Lo siento, es que yo odio mi uniforme, pero ahora ya no, gracias.-dije riendo más, él me miro con una cara de irritación honestamente muy graciosa. Él se me quedo viendo muy extraño y yo le conteste con una mirada muy rara.- ¿Celoso de mi uniforme, marinerito?-dije riendo de nuevo.

-Oh vamos ya déjame.-dijo comenzando a caminar.

-Ya lo siento, es que en verdad es patético.

-Lo sé, lo detesto.

-No esta tan mal, los marineros son rudos.

Él rió de nuevo, y yo sonreí, empezamos a caminar, uno junto al otro.

-Si claro.

-¿En dónde trabajas, marinero?

-En el Perla negra.

-¿El restaurante de mariscos del centro?

-Ese mero.

-Valla, creo que puedo ir a comer ahí algún día, dicen que hay un mesero bastante divertido ahí.

-¿Eso te han dicho?-preguntó sonriendo.

-Si.-dije sonriendo -¿Tu en donde trabajas?-pregunto él con una cara de curiosidad.

-En el club de verano, soy salvavidas ahí.

-Ya veo.

-Sí, de hecho nuestros trabajos están cerca, ¿te molesta si te acompaño?-pregunte, y me arrepentí, ¿y si era una molestia para él y solo asentía para no ser grosero?-Por supuesto que no.-dijo interrumpiendo mis pensamiento y regalándome una gran sonrisa, yo le sonreí de vuelta.

Empezamos a caminar hasta llegar al centro, y durante todo ese tiempo hablamos, con él la plática se hacía fácil, me conto como consiguió el trabajo y como sus abuelos también lo molestaban por su uniforme, yo me reí de sus historia, yo le conté de mis hermanos y como se vomitaban cada vez que les demostraba afecto, el rió y me dijo que seguramente se conectaría muy bien con ellos, hablamos de tantas cosas y reí tanto que cuando llego el momento de separarnos y de cada uno dirigirnos a nuestro trabajo, realmente me puse algo triste.

-Muchas gracias por acompañarme-dije sonriendo cuando me dejo en la puerta del club deportivo.

-Fue todo un placer-dijo fingiendo vomitar, yo reí y lo empuje juguetonamente, el me sonrió y yo sentí que me iba a caer en cualquier momento.

-Nos vemos luego.-dije empezando a caminar, pero él me agarró del brazo y me hizo girar.

-¿A qué hora sales?-me pregunto, me estaba viendo de una manera que me hacia querer besarlo.

-A las tres.

-Yo igual, ¿te parece si regresamos juntos?-me dijo sonriendo.

-Claro, pero tengo que pasar por mis hermanos a su colegio.

-Yo con mucho gusto te acompañaría.

-Entonces de acuerdo.-dije sonriendo y sonrojándome un poco. Este chico era asombroso, sentí esas mariposas en mi estomago y no sabía si estar contenta por eso o preocupada.

-Te veo a las tres.

-Claro-conteste, Daniel se alejo con una sonrisa y yo entré al club con un millón de mariposas volando en mi interior.

Quédate conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora