Casa de los abuelos (capitulo 18)

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SOFÍ

Después de esa noche en el kiosco, Daniel y yo seguimos saliendo durante un mes. Pero después ya que las cosas con mi papá en el hospital se habían complicado y todo comenzaba a ser muy estresante, Carlos decidió ir a visitar a mis abuelos. Mis hermanos pequeños ya habían salido de vacaciones así que no hubo problema.

Me despedí de Daniel sabiendo que lo extrañaría, y junto con mis hermanos me dirigí a la hermosa casa junto a la playa de mis abuelos.

Al llegar mi abuela salió rápidamente con los brazos abiertos, una cuchara en la mano, y el delantal que mi mamá le había regalado. El pensar en mi mamá, hizo que mis entrañas se retorcieran, diablos en serio la extrañaba, echaba de menos esa mujer que era linda y cuidadosa, a la mujer que se preocupaba por nosotros, que nos cuidaba cuando teníamos un resfriado, la que siempre estaba ahí, no a esa mujer desconocida que nos había dejado cuando más la necesitábamos. Carlos salió del auto y puso su mano sobre mi hombro sacándome de mis pensamientos.

En cuanto Santiago, Tomás y Jorge salieron del coche, corrieron desbocados a los brazos de mi abuela, y esta completamente feliz los abrazo con el amor que solo un abuelo puede dar.

-Ya deja de pensar tanto Sofí, estamos aquí para distraernos, y engordar con la deliciosa comida de la abuela.- dijo Carlos sonriéndome y dejándome para ir con Vero, mi abuela.

-Carlos, querido ya eres todo un hombre, mírate, tan alto y apuesto.- mi hermano se puso colorado en un instante y yo reprimí una carcajada.

-Gracias abuela.- dijo todavía ruborizado. Mi abuela sonrió y volteó a verme, después bajo la voz y le comentó algo a mi hermano, el respondió en un susurro y después volteó a verme igual.

-Ya todo estará bien hijo- alcancé a escuchar.- ahora entra tengo una tarta recién preparada en la mesa.

-Dios abuela, te amo.- dijo plantándole un beso en la mejilla y corriendo dentro de la casa. Desde fuera podía verse como mi abuelo reía y molestaba a mis hermanos, después entró Carlos y comenzó a repartir la tarta, mientras todos gritaban como locos. Sonreí todo parecía tan bien, yo me sentía bien, tomé aire, y supe que las cosas empezarían a ir mejor.

-Sofí querida.- dijo Vero dándome un fuerte abrazo.

-Abuela, te he extrañado tanto.- dije absorbiendo su dulce aroma a manzana.

-Yo igual hija, tu prima Andrea llegará mañana, muere por verte.

-¿Es en serio?-exclamé realmente emocionada, hace mucho tiempo que no veía a mi prima y en verdad la echaba de menos.

-Si querida, mañana podemos ir al mercado y de ahí nos vamos a recogerla a la estación del tren.

-Eso suena estupendo-dije sonriendo, ir al mercado con mi abuela era lo más increíble de este mundo.

-Ahora entremos antes de que esos trogloditas se acaben toda la comida del pueblo.

-Creo que es una buena idea.- dije riendo y entrando con mi abuela.

Al entrar a la casa Carlos estaba comiendo lo que quedaba de la tarta y veía el plata con ojos de enamorado, Tomás, Santiago y Jorge estaban riéndose como locos con la boca llena de comida mientras mi abuelo hacia caras raras y jugaba con los cubiertos.

Jorge se estaba moviendo tanto al reírse que su cabeza chocó con la de Santiago, Santiago empujó a Jorge sobándose la cabeza mientras mi abuelo y Tomás reían aun más fuerte. Cuando Carlos por fin terminó con la tarta se unió a las risas por ver las caras de mi abuelo. Yo iba a reír también, pero después vi la cara de mi abuela y decidí mejor quedarme en silencio.

Quédate conmigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora