Y cuando descubres que la respuesta a todas esas preguntas es la peor que podías haber imaginado es cuando lo único que te queda es la aceptación.
Aceptar ciertas cosas, ciertas situaciones que no pueden corregirse, solucionarse, has llegado tarde y esa es la peor parte.
Te paras a pensar en todo lo que has perdido por el camino, ese camino al que has llegado olvidando que después de la caída va el dolor y que después de caerte más de una vez el dolor se va incrementando. Esa acumulación de baches es lo que ha hecho que ahora atravieses esta situación.
Puede que los últimos baches del camino hayan sido superados, pero los antiguos han dejado sus cicatrices, la herida de un pasado puede tener una gran repercusión en el presente y a veces el dolor no desaparece del todo.
La vida no siempre te lo pone fácil, es ahí, en estas situaciones, donde esta te pone a prueba, donde te recuerda que no estás aquí para superar los problemas sin luchar lo suficiente. En cierta manera nuestros fracasos aunque parezca que no, pueden ser algo muy significante en cada una de nuestras vidas, pueden repercutir positivamente en cada uno de nosotros. Sin ellos puede que no estemos preparados para ciertas situaciones, nuestra vida podría haber sido totalmente diferente e incluso se podrían haber desencadenado otras situaciones no tan buenas. Todo está estructurado de una manera determinada para que nuestra vida sea así tal y como es, con sus fallos y con sus cosas buenas, porque a veces algo bueno surge a través de situaciones difíciles que son necesarias para alcanzar el éxito.
Ante todo positividad, ver el lado negativo de las cosas provoca inseguridad, y esta hace que la negatividad tenga el poder, que nos domine, que domine la situación a la que nos enfrentamos y que finalmente no salga todo lo bien que queramos. La positividad es creer en lo que haces, creer en lo que eres y en lo que eres capaz para cumplir tus objetivos, creer en ti.
Nunca dejes de creer en ti porque si tu no lo haces estás totalmente perdido.