Has cambiado. Pero lo has hecho en tan poco tiempo que lo has cambiado todo. Me has cambiado, te han cambiado, los cambios te han matado.
Pero es una muerte lenta, a la par que dolorosa. Si el destino cambia, el nuestro lo ha hecho, lo hace constantemente.
Nos han destruido, te han destruido...
Cuántas veces lo advertí, el dolor era demasiado grande para apaciguarlo. Pero te cambian, lo hacen por segundos y luego vuelves a mí, a provocarme la muerte que te han hecho sentir. No sé quién eres, ni tampoco quiero saberlo, cambiarás, lo volverás a hacer, estoy segura.
No te conozco pero, aunque lo intentara, tampoco lo podría hacer; cambias, mueres, te vuelves otra persona a cada instante. Y te matan, claro que te matan, porque no eres tú, son los demás, te limitan, me limitan a mí también por ti.
Todo se vuelve complicado cuando no sabes dónde está el fin de los cambios, dónde encontrar la estabilidad. Sigues cambiando, a cada momento.
Sin embargo, vamos a pensar en una utopía, tomarnos un respiro, pura fantasía. Te pediría que cambiases, pero esta vez para quedarte.
Frena, que yo lo haga también. No me destruyas, quiéreme. Quiéreme como nunca lo has hecho, confía en mí como en nadie. Sabes que eres la única persona que te puede cambiar, que puede olvidar, que te puede encontrar.
Cámbiame, pero no me destruyas más... Qué pena que solo se trate de fantasías.