¿Por qué huimos?
Intentamos escapar de un mundo hecho a nuestra medida, modelado por nuestras decisiones, nuestro libre albedrío.
Nos asustamos de las consecuencias de nuestras acciones, no tenemos el valor de afrontarlas. Somos cobardes.
Sí, somos definitivamente cobardes. No existe el valor en nuestra persona, nos agobiamos a la mínima, nos obsesionamos, todo se convierte en ansiedad.
Pero, ¿qué es la ansiedad más que cobardía? Es una respuesta al miedo, a la inseguridad, a la desconfianza.
Terminamos odiándonos. Es nuestra culpa, no afrontamos absolutamente nada, no confiamos en nuestras capacidades. A veces pienso que no nos valoramos, queremos desechar todo tipo de responsabilidad desde que llegamos al mundo.
Es increíble el límite al que podemos llegar, deseamos escapar, en vez de conocernos a nosotros mismos. No nos queremos en absoluto, todo es odio. Pensamos que lo que nos ocurre es ajeno a nuestra persona y tenemos derecho a hundirnos constantemente.
Seguir adelante es la solución, afrontar lo que venga y nunca rendirse.
Si todos escapásemos de nuestras vidas, el mundo sería una especie de suicidio simbólico en el que solo habría lugar para almas débiles, sin valor, sin aliciente de vida; para cobardes que viven intentando huir únicamente de sí mismos.