Derek Schell
Tras salir de la sala donde estábamos interrogando a esos tres estábamos a punto de salir cuando escuchamos ruidos de gruñidos y lloros en una sala cercana.
Miré a los cuatro hombres que me acompañaban antes de correr hacia la dirección del sonido.
Al abrir la puerta, vi un círculo de personas viendo algo: unos perros peleando en una pelea callejera.
Aquello me hizo sentir furioso, ya que nunca me habían gustado las peleas de perros, pero también me enfureció ver a la persona que cargaba en sus brazos al perro que había perdido.
Lo seguí afuera, donde encontré unos contenedores a la derecha, llenos de perros muertos...
Ean, el hombre que llevaba al perro, lo dejó en el suelo y lo pateó como si fuera un mueble.
—¡Esta puta perra no sirve para nada! ¡Solo me has hecho perder dinero! - gritaba Ean mientras golpeaba al animal, casi matándola.
Esto me hizo recordar algo similar que me había sucedido a mí en el pasado, donde también fui maltratado.
"No vales nada", al igual que aquellos golpes.
"Maricón de mierda". Aquellos insultos y golpes parecía que se volvían a reproducir en mi cuerpo.
La ira invadió mi cuerpo, no pensé dos veces, desenfundé mi arma, a continuación, apunte a mi hermanastro con la pistola.
Dispare a lo que la bala impactó en su hombro, por suerte este no llegó a hacerle nada al perro.
—Aléjate de ese animal, o te mato aquí mismo. - la ira se acumulaba en mis ojos.
Ean me miraba atónito por la situación, seguramente se estaría pensando qué hacía allí. Lo agarre de su chaqueta para apartarlo del animal, guarde mi arma antes de acercarme al canino que me miraba con miedo.
Suspire tratando de estar calmado, estire mi mano para acariciarle la cabeza.
Esta no se iba a dejar por las buenas, estaba herida pero si no hacía nada era muy probable que muriera allí mismo.
Tenía que ganarme su confianza de alguna forma, lo malo es que en este momento no tengo ninguna golosina. Miré alrededor en busca de algo que pudiera servir como una recompensa para la perra.
Finalmente, vi una lata de comida para perros vacía al lado de uno de los contenedores. La recogí y agité la lata, tratando de llamar la atención de la canina. Me acerqué de forma lenta a ella, aun desconfiada y gruñendo, pero finalmente empezó a olisquear la lata. La cual se la di, hablé con una voz suave.
—Vamos, pequeña, no tengas miedo. No te haré daño. - hablaba bajo y tranquilizadoramente. - Te llevaré con un veterinario para que curen tus heridas.
La canina parecía escuchar mis palabras y, lentamente, empezó a mover la cola. Me acerqué un poco más y empecé a acariciarla suavemente, hablándole aún en aquel tono.
Finalmente, la canina se dejó tocar y parecía confiar en mí lo suficiente como para permitirme levantarme del suelo.
Recordé a mi madre diciéndome que siempre debía proteger a los más débiles, y en ese momento sentí que eso era lo correcto.
Me di la vuelta para irme, pero antes de hacerlo, me acerqué a Ean y le susurré:
—Si vuelves a tocar a un animal indefenso, la próxima bala no será en el hombro.
Ean permanecía en silencio, era muy probable que le fuera con el cuento a "nuestro" padre, que le fuera.
Me daba igual lo que le dijera.
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COBARDE: MENTIRAS || Saga Mancuso #1
Mystery / ThrillerLibro #1 de la saga Familia Mancuso 🥀 ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ Esta obra es de ficción. Cualquier parecido con personas, organizaciones o hechos reales es pura coincidencia. ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ┉ ¿Por qué nos traicion...