CAPITULO 24

885 46 9
                                    

La cerradura giró y abrí la puerta del departamento. La cabeza me da bastantes vueltas en este momento. Cierro los ojos con intención de mejorar mis mareos y los vuelvo a abrir, recuperándome.

Apenas hay luz en el ambiente. Quito las llaves y tiro la puerta. Esta se cierra sola y hace un ruido estruendoso que me aturde muchísimo. Mis manos palpan la pared en busca de los botones de luz. Los encuentro y aprieto con mis dedos el primero. Las luces se encienden y mis ojos logran divisar por primera vez lo que tengo alrededor.

El departamento está sosegado. Las mismas cosas en su lugar. El mismo olor. El mismo ambiente acogedor. Y todo el mundo sigue igual. Y todo el mundo continúa a su ritmo y no se ha detenido. Solo mi mundo se ha detenido. Solo entonces puede analizar las cosas que han pasado durante las últimas veinticuatro horas. Yo en la cafetería de Camila. Yo guardando su número en mi lista de contactos. Yo rompiéndole la boca a ese hijo de puta que se propasó con ella. Yo pagando indemnizaciones. Yo emborrachándome. Peleando. Y sin poder recordar más de la noche anterior, mi mente se transborda hacia la mañana de hoy.

Recuerdo despertar alterada sobre una camilla. Las discusiones con la enfermera y después observar a Camila llegar al hospital. Mi corazón se acelera al saber lo que pronto mi mente va a recordar. Hemos hecho el amor.

Suelto aire y cierro los ojos, recostándome sobre la pared cercana a la puerta principal.

¿Qué mierda hemos hecho?

Al cerrar los ojos, el sabor de su piel se impregna mágicamente en mi lengua y puedo sentir su sabor, su delicioso elixir en toda mi boca. Me estremezco y toda mi piel se eriza. Lo estoy recordando todo. Cada segundo se exhibe en mi mente como pequeñas escenas de una película. Aún puedo sentir a Camila moviéndose sobre mi cuerpo y la imagen dibujada en mi cerebro me excita. Siento todavía escuchar sus gemidos contra mi oído. Mi nombre entre sus jadeos. Maldición... trago saliva y respiro entrecortada.

Sin embargo, el mundo sigue igual. Todo mi alrededor sigue igual. La historia no ha cambiado. Simplemente parece que todo está de cabeza ahora. Y después de todo... siento como cada sentimiento producido anteriormente, se convierte en una traición. Una traición dura y espesa que hace que mi cuerpo se tense.

He traicionado a Keana.

Golpeo la cabeza sobre la pared varias veces. ¿Cómo coño le he hecho esto? ¡Maldición!

Hago de mis manos un par de puños y los aprieto hasta no poder más. He jodido todo. Lo he llevado todo a la mierda una vez más.

Mis oídos se sitúan alertas al escuchar pasos entre el pasillo de habitaciones. Abro los ojos y me quedo petrificada al observar a Kea a envuelta en lágrimas frente a mí. Trae una bata roja de ceda para dormir, va descalza y está ligeramente despeinada.

- Está aquí. - traga saliva y me mira. Solo entonces puedo darme cuenta que está hablando por teléfono. - sí, perdone, muchas gracias por colaborar. - se disculpa y asiente un par de veces. - gracias. - cuelga la llamada y me mira una vez más.

Sus ojos mielosos brillan por el espesor de sus lágrimas contenidas. Está tensa. Tensa y llena de angustia. Verla así me destruye. Yo he ocasionado todo esto..., finalmente suelta aire y coloca su mano derecha sobre su frente, desacomodándose el cabello.

- ¿Dónde has estado? - me pregunta sin mirarme.

- He tenido un accidente. - le digo.

Keana endurece el rostro y vuelve la mirada hacia mí.

- ¿Dónde has estado? - pregunta de nuevo con la voz sosegada.

Trago saliva.

- Me han golpeado y abollaron mi auto, tuve que pasar la noche en un hospital. Eso es todo. - replico tratando de transmitir tranquilidad, pero logro exactamente lo contrario.

TENTATION 3 CAMREN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora