- Hola preciosa.
La escucho llorar en la otra línea. Su respiración acelerada me hace temblar, me hace desvanecerme por dentro... y darme cuenta que también estoy envuelto en lágrimas por el solo hecho de escuchar su voz, tal vez por última vez.
- Voy a sacarte de ahí. - susurra y solloza fuerte contra el teléfono. Quiero decirle muchas cosas... demasiadas que no podría resurmir en cinco malditos minutos, pero en cambio solo me quedo callada y firme, acurrucándome en el teléfono. Acurrucándome en su voz. En su recuerdo. Joder... Cabello, cuanto te quiero.
- No vas a hacer nada. - trago saliva. - ¿sabes qué vas a hacer? Vas a cuidar de Elisabeth por mí. - mi voz se quiebra al pronunciar el nombre de mi hija en el teléfono. - vas a decirle que la voy a extrañar muchísimo, y que cuando vuelva voy a jugar con ella todos los malditos días de mi vida ¿lo entiendes?... joder... - cierro los ojos, dejando escapar algunas lágrimas saladas que me interrumpen la vista. - no quiero que tenga ningún novio ¿vale? Nadie va a estar con mi chica mientras yo esté aquí.
Camila solloza contra el teléfono y dentro de mí también quiero hacerlo. También quiero llorar, pero sé que ella lo preferiría de otra forma...
- Voy a estar bien. - susurro.
- ¡No! - grita y su voz me destroza. - ¡Prometiste que esto no volvería a pasar! ¡Que no volveríamos a separarnos! - suelto aire y golpeo la pared de al frente con el puño derecho, firme y duro. Y lo hago de nuevo. Y una vez más. Escuchando cada jodida palabra que Camila pronuncia. - Mierda... - susurra. - ¡no puedo hacer esto sin ti!
Ni yo puedo hacer esto sin ti...
Respira contra el teléfono al mismo tiempo que yo. Y a la misma vez nos quedamos calladas. Tranquilas...
- Escúchame... - le suplico. - no iba a permitir que estuvieras encerrada en una de estas asquerosas celdas. - cierro los ojos y me inclino sobre la pared. - ya te he ocasionado suficientes problemas ¿no lo crees? Y está bien Camila, por favor entiéndelo, voy a estar bien... este lugar no me atemoriza.
- Pero... te necesitamos.
Su voz choca contra mi cuerpo.
- Quiero que te vayas de New York con Elisabeth. Déjalo todo ¿vale? Has una nueva vida, olvídate de Tentation, de mí... - solloza una vez más, fuerte y reprime su llanto tratando de hablar, pero le interrumpo. - lo harás por mí ¿sí? Vas a hacerlo por mí, porque te amo y porque quiero que formes una nueva vida con alguien más que no sea esta hija de puta tan problemática. - me detengo. Sé que si sigo hablando, terminaré diciéndole que en realidad no deseo que ningún otro tipo se atreva a acercarse a ella... o tocarla... que es solo mía, y que ahora más que nunca me gustaría ser muy egoísta. - te amo... - sonrío. No sé por qué, pero sonrío. - esto no es tan malo... ¿sabes? Podría ser peor.
También sonríe. Puedo sentirlo. Pero también puedo percibir sus lágrimas cubriendo ambas mejillas. Nos quedamos calladas una vez más y observo que el oficial empieza asomarse tras de mí, en la espera de que termine de hablar por teléfono. Me entran ganas de golpearle. Joder, es que él... ni nadie podría entenderlo.
Camila se aclara la garganta.
- Y... - se queda callada por unos segundos, recobrando la fuerza. - ¿Cuánto tiempo tengo que esperar por ti?
Vuelvo a sonreír, negando con la cabeza y acariciando el telefono con mis mejillas, sintiendo en mí la sensación que sus labios producen cuando están en los míos.
- ¿Volveré a verte? - pregunta en susurros. Su voz está quebrada.
Cierro los ojos, mi frente toca la pared fría y dura. Estamos tan lejos. Después de tantas cosas, lo estamos... y en mi cabeza no hay algo que duela más que pensar en la manera en la que todo ha terminado, pero todavía más... la manera en la que todo comenzó.
-
"- ¿A dónde te llevo? -"
"- No lo sé... no tengo donde ir. -"
"- Eso es malo..."
"- Muy malo ¿Sabes? Hoy todo se ha vuelto una mier.da."
- ¿Cómo te llamas?
- Camila Cabello
- Lauren Jauregui"...-
Tal vez las cosas siempre estuvieron escritas así para nosotras, gatita.
- Es una promesa.
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Mientras observaba por última vez el paisaje de París por los ventanales del departamento, el móvil empezó a sonarle de repente. Lo atrajo hacia ella y observó el nombre que aparecía en la pantalla: "Emily Prescot". Una lluvia de presentimientos entró en su cuerpo al leer el nombre de su mejor amiga en el celular. ¿Por qué habría llamado? ¿Había pasado algo con su hija? O joder,... quizá solo estaba volviéndose más sensible, ahora que se sentía desprotegida por estar sin Lauren y por saber que no la tendría consigo por un largo tiempo.
La idea le hizo encoger su corazón.
Respiró hondo y apretó el botón verde.- Hola nena. - saludó Camila por el teléfono. Su voz todavía estaba bastante debilitada. Bastante dolida. Estaba asimilándolo todo poco a poco, y cada vez dolía más.
- Camila... por favor... perdóname. - balbuceó Emily en la otra línea. Sollozó fuerte e intentó hablar, pero las palabras se cruzaban y se mezclaban unas con otras.
- ¿Qué sucede? - Camila abrió los ojos. Su corazón había empezado a latir con fuerza.
- Perdóname... yo... Elisabeth... ella... - volvió a quedarse callada, sabiendo que lo siguiente que le diría a Camila sería lo último que ella podría soportar. - unos hombres... - balbuceó. - y una mujer, una rubia... ellos han venido aquí y...
- Emily, ¿Dónde está Elisabeth? - preguntó Camila, desesperada. - ¿Dónde mierda está Elisabeth?
Emily se quedó sin aliento, aturdida negó con la cabeza, llenándose de lágrimas una vez más.
- Se la han llevado.