CAPITULO 45

802 40 0
                                    

Elisabeth se ha dormido.

Emily por otra parte, miraba la hora en su reloj de mano para que Lauren apareciera. Rogaba en su interior para que todo haya salido bien esa cita que tanto le había costado preparar a esa mujer. Se le hacía jodidamente atractivo que una tia que nunca había hecho nada por alguien, hiciera esto por su mejor amiga. Después de todo, ella siempre tuvo fe en que esas dos terminarían juntos. Y no se equivocaba...

Alguien tocó la puerta de su departamento. Se puso de inmediato de pie, dejando su cama y a Elisabeth, y caminó hasta la puerta principal.

Al abrirla, no era Lauren exactamente quién estaba detrás.

Fumaba un Derby más o menos consumido. Como siempre esa pinta de tío malo y metido en problemas todo el tiempo. En él, definitivamente las apariencias no engañaban.

- ¿Me dejas pasar?

Emily se quedó callada.

- Es tarde.

- ¿Y qué? ¿no dejas pasar a gente a tu casa después de las doce?

- Es que no tengo ganas de dejarte pasar.

Travis enarcó una ceja.

- Pensé que eras más callada.

Dejó salir el humo de su boca, hacia un lado.

- ¿Qué quieres aquí?

- ¿Por qué me tratas así, Emily? – volvió a enarcar una ceja. Su semblante, malditamente sexy, se posicionó inocente. Esos ojos azules la miraron deseoso. Muy deseoso. Tenía que admitir esta mierda por la que estaba pasando. No sabía por qué, pero no había dejado de pensar en la chica de ojos azulados.

Emily retrocedió unos pasos al escucharlo decir su nombre. La combinación de este en los labios de Travis lo hacían sexy e incluso deseaba escucharlo una y otra vez.

- Que te vayas ¿vale?

- ¿No te caí bien ese día?

- Detesto a los tipos que fuman.

Ah... ¿se trataba de eso?

Travis sonrió, malicioso.

Inhaló un poco de humo y lo exhaló al costado de Emily. Esta se apartó de inmediato, moviendo las manos con la intención de esparcirlo para otra parte.

- ¡Lárgate!

- Algún día compartirás uno conmigo.

- Eres un imbécil. – le gritó. Por fin podía dejar salir su verdadero carácter con Travis al frente. Con él solo había sido inocente cuando lo vio por primera vez. Pero no ahora. No cuando fumaba en su jodida cara y encima le hacía molestar de esa manera.

- ¿Quieres que te diga algo? He venido aquí porque estuve pensando en ti en los últimos días.

- Cállate ¿vale? Estás dici...

- La verdad. Te advierto que ni siquiera a mí me gusta.

- Entonces lárgate.

Sus manos empujaron a Travis con fuerza hacia la salida y poco después cerraron la puerta tras él.
¡Maldición! ¿A qué había venido? Había tardado mucho en dejar de pensar en él desde que lo había visto. Además Megan le había hablado más de él, lo que significaba en su vida y por qué se había ido. Supo entonces que tal vez Travis estaba enamorado de Megan y que... que esas malditas fantasías que ella había creado sola... no serían más que eso, fantasías que jamás se cumplirían... ¿o se equivocaba?

----------

Buscó la moto en medio del aparcamiento. Estaba bastante cabreado. ¿Qué coño había llegado a hacer en la casa de la mojigata amiga de Camila? Encima con esa actitud tenía bastante claro que no le gustaba en lo absoluto. ¿Qué creía? ¿Qué podía conseguir sexo de una noche por ir a verla? Mierda. Todo tenía que salirle mal en estos últimos días.
Tiró el cigarrillo al suelo. Sus ojos no podía divisar su Harley Davidson. Su única amiga que de verdad estaba en las buenas y en las malas. La había puesto en venta en una tienda de automotores hace unos años, debido a que tenía que viajar a diferentes partes por Tentation. Pero la moto tenía fama de ser suya. De ser la preciosa e intocable moto de Maslow. Nadie la había comprado por ese motivo y por lo mismo, hoy podía conducirla de nuevo.

Sin embargo esa noche no podía encontrarla. Estaba seguro que la había dejado en una esquina junto a una camioneta Toyota roja bastante antigua.

La calle estaba desolada. Y algo en él le hacía deducir que la desaparición de su moto se debía a eso, que algo no anda bien. Apretó los puños y caminó hasta la camioneta roja que seguía ubicada en el mismo lugar. A medida que iba avanzando, sus pasos se hacían más ruidosos y la paranoia le perseguía haciéndole imaginar cosas que empezaban a atemorizarle. Pero joder... que era Travis Maslow, nada podía atemorizarlo.

Dándose fuerza a mismo, llegó a la camioneta. Lo siguiente que sus ojos pudieron ver fue como tres hombres aparecían tras ella, cada uno posicionado con una Glock apuntándole. Pero no tuvo tiempo a si quiera moverse o decir palabra alguna, un saco de lona negra le cubrió el cuerpo entero hasta los pies. Intentó moverse. Intentó con todas sus fuerzas escuchar algo. Intentó, aunque su jodido ego se lo negaba, pedir ayuda... pero era demasiado tarde. Lo siguiente que pudo sentir fue como unas llantas se movían rápido. El sonido de un motor. Dos personas hablando en murmullos. La música de un auto. Y la campanada de las doce de la noche.

TENTATION 3 CAMREN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora