CAPITULO 29

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Travis se había encargado del cadáver. No había sido nada difícil transportarlo desde el departamento de Camila hacia afuera. Al parecer casi nadie habitaba ese edificio además de ella y las calles de alrededor no despertaban hasta después de las siete de la mañana.

Subió a su auto el cadáver envuelto en bolsas negras de basura. Le tomó un tiempo asegurarse de que nadie le observaba, pero las calles estaban realmente deshabitadas y el auto alquilado estaba estacionado en un callejón cercano al edificio.

Encontrar un sitio donde esconder el cadáver no fue difícil para él. Hace tiempo había frecuentado New York cuando había empezado a realizar robos en Tentation. Conocía la ciudad muy bien e incluso se había buscado un rinconcito en donde quedarse mientras veía a Camila.

Al enterrar el cuerpo completamente entre arena seca de un desierto inmenso, subió al auto y encendió dentro un cigarrillo. El fuego le calentó las manos y aromatizó todo el ambiente del viejo Toyota. Odiaba los autos, le venían más las motocicletas.

Giró las llaves del auto y el motor se encendió. Poco después, sintió su móvil vibrando sobre el bolsillo interior de su chaqueta. Lo encontró y contestó.

- Listo. Me debes un favor, Cabello.

- Te debo muchos.

Él tragó saliva. Debía ser lo suficientemente fuerte como para demostrar su enojo atreves de las palabras.

- Gracias, de verdad. - sonrió Camila en la otra línea.

- De nada. - contestó seco.

- ¿Dónde le has llevado?

- Un desierto. - separó el cigarrillo de su boca y dejó escapar el humo suavemente. - te llamo después ¿sí? este lugar apesta a mierda.

- Sí, claro.

Y colgó. ¡Genial! Era un buen comienzo. Sin embargo tiró el móvil con fuerza hacia el asiento copiloto y golpeó el timón con fuerza. Colgarle la llamada no había hecho más que desear llamarla y escuchar su maldita y suave voz.

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Hacía bastante frío en las calles.
Camila frotó sus manos sobre sus brazos y extendió uno de ellos para tratar de paralizar un taxi. Pero es que ninguno a las ocho y tantas le prestaba atención. Aquella era la peor hora de todas en la ciudad.

Se sentó sobre una de las banquitas que adornaban la calle y trató de pensar en las cosas que le habían pasado en las últimas horas. Y era tantas... Lauren, Tentation, Travis, Elisabeth... ella misma... ¿Cómo alguien podría con todas estas cosas unidas en una sola? Hasta ella misma se cuestionaba toda la fuerza que tenía. Estaba aguantando demasiadas cosas en tan pocas semanas.

Al menos Elisabeth estaba a salvo por ahora. Mientras, la había llevado a casa de Emily. No sabía si otro hijo de puta se iba a aparecer uno de estos días en su departamento e iba a tratar de llevársela a Tentation de nuevo. Merecía la pena asegurarse y por lo menos su hija ya no corría peligro. Solo quedaba ella. Pero últimamente había descuidado bastante su propia vida. Últimamente solo pensaba en los demás y no en sus propios sentimientos. Seguía sumergida en la idea de que todo este lío se lo había buscado ella misma hace dos años. Y probablemente tenía razón. Tentation no pararía hasta encontrarla y llevársela como tanto querían.

Subió la mirada y observó un taxi estacionarse justo en frente de la calle en donde se encontraba. Una pasajera bajó de él y pagó al conductor.

Camila se puso de pie y corrió por la pista tratando de alcanzar el taxi.

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Su vuelo a Madrid salía mañana por la mañana. Los dos boletos de avión esperaban sobre la mesita de noche bastante ansiosos. Pero era ella quién verdaderamente no sabía si lo estaba.

TENTATION 3 CAMREN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora