El lugar está lleno. Las mesas alrededor son ocupadas por varias parejas. El ambiente es bueno y la música le acompaña. Un tío de probablemente dos años más que yo, está cantando un cover de "She will be loved" de Maroon five sobre el escenario, junto a otro que toca la guitarra.
Camila está frente a mí, mirando al tío cantar y bastante embelesada por la habilidad que tiene este al hacerlo. Como dije, nuestra mesa está relativamente separada de las de los demás y el restaurant tiene la característica de tener las luces apagadas, dejando solamente un reflector potente hacia la dirección del escenario, que también da luz a las demás mesas.
Sus piernas tocan las mías bajo la mesa. Sonrío al sentirlas y vuelvo a mirarla. Sus ojos brillan y está cantando "she will be loved" en voz baja. Claro, se trata de una de las canciones de su banda favorita. Sus dedos juegan con la mesa, haciendo un sonido acorde con la música.
A continuación, un camarero aparece con una bandeja llena de chupitos.
- Cortesía de la casa. – nos sonríe y deja los vasos pequeños sobre la mesa. Uno del lado de Camila y otro en mi lado.
Noto, sin embargo, una sonrisa tímida cuando le entrega el vaso a Camila. Pero ella no lo nota. ¿O solo soy yo quién está siendo demasiado paranoica?
El camarero desaparece.
- Te estaba mirando. – le digo levantando la voz para que pueda escucharme. Al mismo tiempo encojo los hombros, como si no quisiera darle importancia.
Camila pone los ojos en blanco y toma el vaso de chupito entre sus manos.
- ¿Y si mejor brindamos? – enarca una ceja. Joder, sí, tiene razón, tengo que dejarlo pasar.
Ladeo la cabeza y tomo mi vaso para estirarlo hacia el de ella y poder chocarlo. Camila sonríe y al chocar su vaso con el mío, lo vuelve hacia ella y se lo toma de una sola pasada.
- ¿En serio? – abro más los ojos. Está tragando y al terminar, me sonríe satisfecha.
- ¿En serio qué?
- Esto. – muevo mi bebida de un lado para otro.
- Hace tiempo que no salía a lugares como estos. – me dice, mirando a su alrededor con un toque de nostalgia. Entonces puedo entender a que se refiere. El pensamiento me estremece y recuerdo sus palabras al decirme que había pasado los dos últimos años de su vida huyendo de Tentation.
Levanto el vaso y tomo la bebida rápido, al igual que ella.
- Vamos a hacerlo todos los días desde hoy, entonces.
- ¿Qué? – me pregunta riendo.
Alzo un brazo, en busca de un camarero, y le hago una señal pidiéndole que me traiega una ronda de chupitos más. El tipo asiente y va en la búsqueda.
- ¿Más? – pregunta Camila. Pero está sonriendo, por lo que puedo notar que no está incomoda.
- ¿Miedo, Cabello?
- ¿De qué? – enarca una ceja.
- De emborracharte conmigo. – me inclino sobre la mesa, para poder hablarle más de cerca. – te advierto, no será mi culpa sino recuerdas después lo que hice contigo.
Abre la boca, sorprendida y divertida a la vez. El camarero llega y nos vuelve a servir los tragos de la misma forma que antes. Camila toma el suyo antes de que yo haga lo mismo.
- ¿Segura?
Asiente y yo hago lo mismo. Al mismo tiempo, las dos alzamos los vasos y tomamos de nuestros tragos. Se me hace fácil pasar, así que acabo primero, dejando el vaso sobre la mesa y haciendo una mueca de disgusto. Está un tanto fuerte.