Siete de la noche.
- ¿Qué tienes con los celulares? – enarcó una ceja y miró a Eli con expresión dudosa. Su pequeña hija jugaba con las teclas de su móvil. - dame eso nena. – se lo quitó de sus manos suavemente y pudo percibir como le producía un llanto repentino y bastante manipulador. – hey, basta ¿vale? – apartó el móvil, colocándolo sobre la mesita de noche y cargó a Eli en brazos.
La niña soltó un llanto bastante grande, haciendo sus mejillas aún más coloradas.
- Cariño... - susurró Camila, meciéndola. – Elisabeth. – le llamó acurrucándose en su pequeño cuello. – no llores preciosa. – pero la pequeña no se detenía. Y verla de esa forma le hacía poner bastante nerviosa. - ¿Quieres el móvil? – el llanto se detuvo y en respuesta obtuvo un "sí" con la cabeza de parte de ella. Puso los ojos en blanco y tomo el móvil. - ¿lo quieres? – le preguntó juguetona.
Eli volvió a asentir, moviendo las coletas que tenía ambos lados.- M-ó-v-i-l. – pronunció Camila deletreando y abriendo bastante la boca. Eli se quedó observándola quieta. – mó-vil.
- Móóó-vil – dijo ella. Su pequeña y bonita voz hicieron a Camila sonreír. Le entregó el celular sin más y tomo a su hija en brazos para darle varios besos en la mejilla que le proporcionaron cosquillas.
Siete de la noche y ella no aparecía...
Quizá se había arrepentido. ¿Sería posible que lo hiciera? "Por supuesto que sí..."
Todo había pasado tan rápido que hoy en la mañana había sentido un enorme impulso por contarle sobre Eli. Pero no podía decírselo en ese momento. Lauren necesitaba verla. Reconocerla con sus propios ojos. Necesitaba ella misma ver su expresión al hacerlo... el estómago se le llenaba de emociones cada vez que percibía ese momento y se lo imaginaba en la cabeza. Se lo había imaginado por dos largos años y ahora estaba tan cerca.
Se mordió un labio y enredó su dedo índice en las ondas de la coleta de Eli. ¿Y ella? ¿Cómo se llevaría con su madre? El pensamiento también le arropó de sensaciones. Respiró hondo y dejó salir aire. Los días que había contado para este momento por fin estaban acabando. Y en realidad, por fin se había dado un espacio para ella. Sin importar absolutamente nada más, tal vez ahora era tiempo de ser feliz y contarle la verdad a Lauren. ¿Por qué no? también tenía derecho. Había pasado por tanto. Merecía con bastante franqueza ser feliz completamente alguna vez. Necesitaba tenerlas a las dos en su vida. A Lauren y a Eli en un mismo sitio. Era lo que tanto había anhelado y estaba a pocos minutos de poder presenciarlo.
La espera se hacía eterna. Miró en su antiguo reloj de mano. Siete y diez minutos. Habían quedado exactamente a las siete, ¿habría tenido algún problema?De pronto el móvil empezó a sonar, asustando a Eli y haciéndola saltar en su sitio.
Le dio el celular a su madre obedientemente y esta lo sostuvo en sus manos con la esperanza de ver el número de Lauren en la pantalla. Pero no lo era. El dispositivo no reconocía el número. Camila frunció el ceño. Apretó el botón verde y contestó.
- ¿Hola? – dijo esperando ansiosa que alguien respondiera en la otra línea. Un chirrido bastante estruendoso se escuchó y la señal y tuvo que apartar el móvil de la oreja. - ¿hola? – preguntó de nuevo. Se apartó el móvil una vez más y leyó el mensaje que aparecía en la pantalla: "NÚMERO DESCONOCIDO"... - ¿Travis? – dijo frunciendo el ceño. Eli se dio vuelta al escuchar el nombre de Travis en los labios de su madre. - ¿eres tú? – preguntó Camila. Pero nadie respondía. Frustrada colgó la llamada y apartó el móvil a un lado.
"Joder" se quejó interiormente y no le dio tiempo a nada, el móvil volvió a sonar y el mismo mensaje aparecía en la pantalla.Esta vez se puso de pie, dejando a Eli sobre la cama y contestó.
- ¿Aló? – dijo esta vez un tanto más irritada. Lo único que podía escuchar era el mismo chirrido esta vez más leve en la otra línea. – maldición, ¿esto se trata de una bro... - antes de terminar la oración, escuchó una voz grave y entrecortada, pero no podía descifrar nada de lo que decía. Era casi inaudible. - ¿Travis, eres tú? – su corazón empezaba a latir con bastante fuerza. – si eres tú por favor deja de jugar. – el chirrido paró y una voz dura y fuertemente clara se escuchó.
- Por fin te encontramos, Camila Cabello.
Su garganta se secó y abrió lentamente la mandíbula. Un miedo grande abarcó todo su interior y una sicosis le llenó todo el cuerpo. Asustada miró a todas partes. De arriba hacia abajo. De izquierda a derecha. Sus manos temblaban y le obligaron a soltar el móvil. Sin darse cuenta, estaba jadeante y se había quedado petrificada.
Abrió bastante los ojos y se agachó a recoger el móvil, colocándoselo en la oreja. La llamada había finalizado.- Mierda... - susurró y sus ojos inspeccionaron su propio departamento de un lado para otro. Guardó el móvil en el bolsillo trasero de sus jeans, miró la puerta de su habitación y corrió hacia ella colocándole la seguridad. Empujó un viejo sillón que adornaba su habitación y lo colocó al lado de la puerta. Su miedo la obligó a tirar varias cosas también sobre esta. Corrió hasta el balcón y lo cerró abrochando todos los seguros. Cerró las cortinas con fuerza y corrió rápidamente hasta la cama, donde Eli la miraba sin entender nada. – Ven aquí nena. - Tomo a su hija en brazos, apagó las luces de su habitación y se metió en el baño personal de su habitación.
Dejó a Eli parada sobre el váter y cerró la puerta del baño personal. Apagó las luces del baño de la misma manera. Eli soltó un gemido de susto, pero se le pasó al sentir los brazos de su madre arroparla con fuerza y elevarla, cargándola y llevándola dentro de la ducha junto a ella.
- No pasa nada. – le dijo tranquilizándola. Cerró las cortinas y se escondió con Eli en la esquina de la pequeña ducha.
Su respiración estaba acelerada y el silencio reinaba en todo el lugar. Solo podía escuchar algunas palabras de Eli bastante inentendibles.
- Shh... - le dijo suavemente y su hija se quedó callada.
Pasó a tratar de tranquilizarse ahora a ella misma. Cerró los ojos y abrazó a Eli con fuerza. No se la llevarían... No se la llevarían... No se la llevarían...
Su corazón estaba arropado de miedo pero no dudaba en enfrentarse a quién quisiera hacerle daño a ella o a su hija.Palpó el móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones y lo sacó.
Desesperada, encontró el número de quién buscaba y apretó el botón verde.
Travis contestó después de unos segundos.
- Habla Trav...
- Soy yo...
- ¿Camila? – su voz se alarmó al escucharla.
- Te necesito Travis. – le dijo sollozando contra el teléfono. – por favor ven... ven te necesito. Te necesitamos. – se quedó callada y abrazó fuerte a Elisabeth. – ellos están aquí.