XVIII.

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-Largo.

-¿Puedo acabar de escribir esta carta, Alois?

-¡Largo, dije!- Gritó el joven príncipe a Doll, quien se rehusaba a retirarse del castillo, siendo que ya era bastante tarde.

Pero finalmente se resignó, así que a media tormenta salió de ahí en dirección a la casa de Bard, dónde se estaba quedando con el papel en mano.

Alois ingresó a su habitación, donde estaba Ciel, este estaba sentado sobre la enorme cama.

-Ya no quiero estar aquí.

-Está lloviendo, no podemos salir. ¿Quieres caminar por ahí?

-No, quiero que me cambies de habitación.- Ordena el joven peliazul, provocando que el rubio solo pueda agachar su cabeza dolido.

-¿Por qué?

-No quiero dormir contigo. No quiero estar cerca de tí.

-Tú sabes lo que el sobre tiene, ¿me equivoco?- Pregunta ignorando la petición.

-Sí yo sé o no, no es tu problema.- Contestó, estaba sentado sobre la cama con los brazos cruzados.
-¿Qué tienes conmigo?

-¿Qué tienes con Doll?- Contra ataca, dispuesto a intentar ponerse de pie.
-Que cruel eres, Ciel. Duerme, ya es tarde.

-No quiero...dormir... contigo.

-Ya entendí, yo iré a la habitación de invitados que queda.- Su voz se quiebra un poco, ahora tiene ganas de llorar, pero Ciel no cambia su mirada.

Sale de ahí y el plebeyo intenta acomodarse para dormir.
-Buenas noches...Alois.- Susurra.

(...)

Alois no durmió.
Nada.
En lo absoluto.

Se levantó un par de veces durante la noche para asegurarse de que todo estuviera en orden con su amado, aparentemente él si pudo dormir.

El príncipe no quiere hablar con nadie, rechazó el desayuno que Hannah preparó y ordenó que se le sirviera a todos los demás.

A todos menos a Doll, quien estaba ahí desde temprano, la sirvienta de cabello blanco se sintió mal por ver a todos comer menos a la chica, pero esta no le tomó importancia.

Ciel seguía en la habitación con una bandeja al lado suyo, el rubio lo observaba desde la puerta.

-Ya sé que estás ahí.

-¿Pudiste dormir?, ¿el desayuno está bien?, ¿necesitas algo?- Pregunta, tiene ganas de llorar otra vez.

-Sí, sí, y sí.

-¿Qué necesitas?

-Dile a Doll que venga.- Pide y el más bajo nota que probablemente necesita ayuda para cambiarse.
-No. Déjame hacerlo yo, yo soy tu novio.- Pide, Ciel suspira pero acepta.

-¿Por qué no quieres verme?, ¿qué he hecho mal?- Dice mientras busca algo de ropa que pueda quedarle al peliazul en su armario.

Pero este último no responde.
-¿Por las buenas no sirve?, bien.- Lanza la playera hacia la cara del mayor y este se queja.
Alois se sube a la cama de forma brusca y toma las mejillas de Ciel para que lo mire fijamente.
-¿¡Qué pasa, Phantomhive!? ¡Yo no te he hecho nada malo!- Gritó ignorando el hecho de que hasta el momento el peliazul también lo estaba ignorando.

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