XIX.

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-Largo.

-¿Es la única palabra que sabes decir?

-Es tarde. Sabes que no eres bienvenida a dormir aquí, y si por mi fuera ni siquiera vendrías aquí. Vete ya, muñeca de trapo.

-Que insultos más originales de su alteza.- Sin permitir que el rubio dijera algo más salió de ahí.
Últimamente llovía por las noches, justo a la hora que Doll volvía a su casa.
-Trapo mojado.

(...)

-¿Lady Elizabeth?

-¿¡Se... Sebastián!?- Lizzy estaba feliz de verlo, no lo veía hace unos días y después de todo el hombre la había cuidado desde chica, genuinamente se tenían un poquito de cariño.
-¿Cómo se encuentra?

-Estoy feliz ahora Sebastián, no te veía desde...ese día...

-Vaya vaya... también puedo notar que no ha querido soltar lo que tiene en las manos.

-¿Haz venido aquí como Sebastián o como Michaelis?- Era un pequeño chiste local, ya que todos en el pueblo lo llamaban por su apellido en vez de su nombre.

-Me ofende, soy fiel al reino pero aún más a usted, y si no quiere que lo diga, no lo diré por ningún motivo.- Con su suave voz garantizaba. La chica le tenía confianza, así que le ofreció asiento en la pequeña manta que tenía tendida sobre el pasto, pues se encontraba en el jardín leyendo un libro sobre moda.
De todos modos, había soldados vigilando los alrededores.

-¿Qué sucedió ese día y qué es ese sobre?

<<Estábamos en la cabaña, me estaba terminando de alistar, pero tocaron a la puerta y Ciel fue a abrir. No había nadie más que el sobre.

Cuando lo terminamos de leer no queríamos venir...pero teníamos qué.

Todo pasó en cuestión de segundos...ni siquiera nos dió tiempo de reaccionar, ni de al menos saber qué pasó.

Algo pesado cayó sobre mi abdomen, podía sentarme pero no ponerme de pie.
No sabía qué hacer más que gritar, me dolía mucho, el médico dijo que me lastimé más al sentarme.
Duramos ahí creo que toda una hora y más.

Yo había quedado con el sobre, me aferré a el con mi vida por más que estuviera sufriendo. Ciel me hizo jurar que, pasara lo que pasara no le dijera a nadie lo que el sobre decía, y que mucho menos se lo diera a alguien.>>

-¿El sobre... qué dice?, ¿quién lo envío?

-El sobre...el sobre lo envío un informante, alguien que sabe mucho, que sabe algo que nosotros no pudimos saber en su momento.

(...)

Días después Alois se dirigía hacia el cuarto del peliazul, no lo había visto en todo el día y comenzaba a extrañarlo, aun si él a él no. Además el doctor Wolfram había ido a revisarlo y al parecer Ciel ya podía ponerse de pie por su cuenta.

Tocó la puerta y para su desagrado, fue Doll quien la abrió.

-¿Ciel puedo pasar?

-El no quiere hablar contigo.

-El ya te ha dicho que no hables por el, quítate, quiero saber cómo está.- Empujó a la chica hacia un constado para poder entrar, Ciel parecía querer levantarse de la cama al ver el alboroto.
-Alois creo que no es momento de...

-¡No tienes derecho a decirme por mi nombre estúpida muñeca, largo!- La sujetó del brazo, como ya era costumbre, y la jaloneó fuera de la habitación.

-¡No le hagas eso!- Alois se sorprendió, no tanto porque el plebeyo hubiera dicho eso, si no porque estaba de pie, incluso caminando.

-¡Ciel, te haz recuperado muy rápido!- Ignorando todo lo demás lo abrazó, e igual que antes apoyó su cabeza sobre la parte derecha de su pecho, donde estaba su corazón.

Se sorprendió aún más cuando el más alto le devolvió el abrazo.

¿Todo había acabado ya?
¿Por fin todo volvería a ser como antes?

-Lo siento.- Sururró el plebeyo al oído de su alteza.
-Te extrañé, Ciel.- Confesaba con lágrimas en sus ojos el príncipe.
-Lo siento...me tengo que ir.

-¿Qué? ¡No!, ¿ir a dónde?

-Alois...yo...

-¿Qué? ¿Quieres ir al pueblo? ¡Voy contigo!- La desesperación en su voz era nada notoria, pero no para Ciel, para él, siempre será obvio cuando Alois está desesperado.

-Alois, me voy del castillo...

-¿Qué? Pero aquí te cuidan todos muy bien y...casi apenas puedes estar de pie y dar unos pasos...

-Alois, estoy terminando definitivamente contigo.- Rompió el abrazo, al igual que, una vez más, el corazón del de ojos celestes.

-No.

-Alois no es pregunta.

-¡No, no, no, no! ¡No lo autorizo! ¡Tu no puedes abandonarme! ¡Por favor no!- Su cuerpo se debilitó tanto que cayó al suelo, Ciel lo sujetó de los brazos y lo volvió a levantar.
Su corazón se rompía poco a poco.
Él no quería...
Pero debía.

-Alois basta, no lo hagas más difícil.

-¿¡Es que por qué!?

-Lo siento.- Lo soltó, el rubio no tenía casi fuerzas para mantenerse de pie y escuchar como su plebeyo, caminaba hacia la puerta.
No lo iba a dejar así.

-Tú y yo sabemos que no puedo vivir sin tí, pero que tú tampoco sin mí. Vete, y lo comprobarás. Pero cuando salgas por esa puerta se te cerrará permanentemente.- Sentenció, el de ojos cielo frenó en seco, la voz del príncipe sonó más terrorífica que nunca.

"Perdón, es por tu bien." Pensó el plebeyo.

-¿Convertiste tu amor en obsesión?- Salió de la habitación, dejando a un Alois vacío.

Era de noche, el rubio salió al balcón a ver a su ya no amado irse.

Una silueta, salida de entre las sombras, con un palo en la mano.
-¡Ciel!

La dirección del golpe fue desviada de la cabeza, a la pierna.
La silueta salió corriendo, pero el gorro de su capa se cayó.

¿Doll?

(...)

-No sé cómo decirle esto.

-Wolfram, dilo.

-Le quedan pocas semanas de vida, su majestad.

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Feliz año nuevo.
Me encanta hacer el mundo arder.
A final de cuentas en las aclaraciones viene específicamente
"-Obsesión."
Últimos capítulos, se viene un montón de drama.
(Prometo en el futuro no hacerlas tan dramáticas)

Gracias por leer, votar y comentar.
Coman sus tres comidas al día y tomen agua, los tqm a todos.

-MIYEKVYA

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