XII.

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-Largooo.

-Deja de decir eso y desayuna en lugar de tratar echarme sin razón aparente.

-No es sin razón aparente. Esque se te está haciendo tarde.

-Veinte minutos. Me quedan veinte minutos. Desayuna.- Pidió el peliazul con algo de desespero, por alguna razón que desconocía Alois no se veía con intención alguna de tan siquiera probar el desayuno que Ciel había intentado darle esa mañana como era lo habitual.

Ya que habían acordado tener un horario que recorría toda la semana excepto sábados y domingos, era simple.

Ciel llegaba al pueblo y acompañaba a Alois a desayunar, cosa que tenía tiempo de media hora, luego se iba a trabajar a la panadería y al final del día se despedía del rubio. Habían funcionado bastante bien de esa forma, pues así el príncipe ya no sacaba al mayor de sus actividades laborales por querer verlo o pasar tiempo con él.

-Alois.

-¿Sí, Cielito?

-Desayuna.

-Ya te dije que no tengo hambre.- Volvió a decir y apartó la mano que su chico había llevado a su boca con el tenedor en un intento por hacerlo probar los panqueques que Hannah había preparado.
-¿Te sientes bien?

-Estoy bieeen. ¡Pero no tengo hambre!- Repitió la acción anterior pero con mayor brusquedad, provocando que el tenedor saliera volando de la mano de Ciel.
-¿Qué sucede contigo?- Exclamó en voz muy alta y se levantó y juntó el cubierto, retiró la bandeja con la comida de la cama para evitar que el más bajo intentara lanzarla o algo parecido.

-¡No me hables feo!

-¡N-no te estoy hablando feo!

-¡Entonces no me grites!

-Ok, lo siento. ¿Príncipe Alois, puedo saber que es lo que sucede?- Preguntó el plebeyo esta vez más calmado, pero aún desesperado.
-Mi madre quiere hablar contigo.- Ante su declaración Ciel se alarmó un poco.
-¿¡Ahora!?- Con desesperación se levantó de la cama e intentó acomodar sus despeinados cabellos azules.

-¡Claro que no!, es decir, ella sabe que trabajas así que es obvio que ahora mismo no. Pero cuando sea la tarde sí.- Casi suelta una enorme carcajada ante el comportamiento del chico de ojos azules, pero se resistió para no molestarlo, porque sí, Ciel odia que los demás se rían de él cuando comete algún tipo de error.

-Por satanás Alois, casi me da un infarto. ¿Pero es por eso que haz estado tan...ido?

-Seh..

-Despreocúpate, no va a suceder nada malo en lo absoluto, puedo manejarlo. Así que deja lo malo de lado y al menos come la mitad de un panqueque.- Pidió, realmente el peliazul era algo malo para consolar a las personas, pero la verdad es que no le agradaba en lo absoluto ver a su príncipe tan desconectado del mundo.

-Esas cosas ya están más frías que el viejo.- Bromeó refiriéndose a su padre, el mayor entendió el chiste y quiso estallar a reír pero claramente por respeto no podía hacer eso, así que solo volteó su cara un momento.

-Mentiras, siguen a una temperatura decente.- Sonrieron, el tiempo comenzaba a agotarse, así que Alois aceptó desayunar sin problemas aparentemente, el plebeyo le dió palabras de consuelo y depositó un rápido beso en los labios de su novio para después tomar su capucha y salir con algo de prisa del gran castillo.

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