• XVIII •

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Inspirado en la canción Love And Truth de Mother Mother.



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Habían transcurrido cerca de tres días o cuatro, quién sabe, el brujo hada malvado ya había perdido la cuenta. Solo sabía que habían pasado días desde la última vez que habló con ese melindroso príncipe judío.

Existía una excelente adjetivo para describir el ánimo de Eric: devastado, estaba devastado.

Estaba envuelto en sus sábanas sobre su cama con las cortinas cerradas, no permitía que ningún rayo de luz entrara. Sus pesadas ojeras y el rastro de sus lágrimas secas eran los fieles testigos del tormento que había estado pasando durante esos últimos y problemáticos días.

Al confesar la terrible verdad a Kyle, en primer lugar tuvo miedo, miedo de su reacción y su clara respuesta agresiva; cuando éste se marchó sin decir nada continuó en shock, una mezcla de miedo y confusión; el resto de la noche vivió una interminable paranoia, temiendo que volviera en cualquier momento y lo fuese a asesinar o algo parecido; por la mañana, después de una noche completa en vela la paranoia se disipó un poco, continuaba, pero su confusión fue mayor. No entendía sus emociones ¿No era ahora cuando debería de estar festejando? Consiguió burlarse de él, degradarlo, destruirlo, mucho antes de lo planeado ¿Pero no debería estar ahora disgustándose de esa mirada pérdida y sus saladas lágrimas?

¿Por qué se sentía tan vacío?

Tomó su esfera mágica. Tal vez si lo miraba sufrir podría deshacerse de esas desagradables emociones. Seguro justo ahora estaría chillando como el bebé que era, destruido por completo. Pero al sintonizarlo lo encontró sentado en el comedor de la cabaña hippie, siendo casi juzgado por las tres maricas hadas guardianes, quienes les exigían confesar cómo se había hecho esos golpes.

Estaba arruinado si el pelirrojo confesaba quién había sido el responsable. No les temía para nada, no podrían no tocarle ni un solo pelo... Pero de todos modos estaba agonizando en incertidumbre hasta que...

-Fue Stan.

Mintió, encubrió la verdad. Culpó al joven de cabellos oscuros como la medianoche.

La esfera mágica resbaló de sus manos de la impresión y al chocar contra el piso se rompió en decenas de finos fragmentos de cristal.

- ¿Q-Qué ocurre? -Butters salió desorientado de la habitación tras escuchar el estruendoso sonido de algo romperse y bajó la mirada al ver que fue la esfera mágica -. Eric ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿No te cortaste?

-Butters... Kyle lo sabe -musitó sintiendo que su aliento se cortaba y se dejó caer en el sofá al perder el soporte de sus piernas.

- ¿Qué? Ay, Dios... -el rubio corrió hacia el más robusto intentando auxiliarlo, lo abanicó con unos papeles que se encontró en el camino - ¿Cómo se enteró? Oh, no ¿Cómo reaccionó?

-Butters ¿Qué hice?

-Ah... ¿Se lo dijiste por accidente? Tranquilo. Podemos irnos y ocultarte para que...

- ¡No, Butters! ¿Qué diablos hice?

El castaño se levantó del sofá y caminó desorientado hasta su habitación. Desde entonces no había vuelto a salir de ahí.

Kyle lo encubrió. Aun después de todo lo que le hizo lo encubrió y culpó a Stan ¿Qué mierda había hecho?

Era un dolor inmenso en su pecho, era una especie de decepción sofocante y devastadora, no parecía existir ninguna forma de detener ese dolor, ni siquiera la magia servía de consuelo.

El Bello Durmiente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora