• XXIII •

826 122 98
                                    

Cada fin de mes se volvió una tortura para Eric Cartman. Antes podía vigilar al príncipe pelirrojo con su esfera mágica desde la comodidad de su cama, pero ésta terminó rota la última vez que la usó. Era un artefacto mágico que era casi imposible de conseguir, si él llegó a tenerla fue por mera suerte.

Trató de tolerar estas separaciones que cada fin de mes vivían. Era lo más sabio, la idea de presentarse en el castillo por mero capricho de ver a Kyle era imprudente. Pero el fin de mes de abril en definitiva fue la gota que derramó el vaso. La visita se prolongó dos días más de lo habitual y entonces llegó el ansiado mes de mayo. Temía que algo le hubiese ocurrido o que por alguna razón no regresara más. Por lo mismo un día después, exactamente el cinco de mayo, partió al castillo en compañía de Butters.

Hicieron un día de viaje, y exhaustos se colaron al castillo fingiendo ser guardias como la última vez que pusieron un pie en los terrenos reales. Como Butters no quería andar de mal tercio cuando Cartman se encontrara con el príncipe Kyle se separó del castaño y el decidió buscar a Kenny por su cuenta. A Eric le pareció bien, siempre y cuando no se metiera en problemas.

Hubiera sido más sencillo encontrar al príncipe pelirrojo si tan solo tuviera con él su maldita esfera mágica. Se adentró a los pasillos del castillo buscándolo como loco y a la vez manteniendo discreción hasta que se encontró a la princesa Nichole siendo escoltada por el caballero Black.

- ¡Eric! -exclamó la princesa con una dulce sonrisa.

- ¿Princesa Nichole?... ¿Qué? Espera ¿Cómo tú...? -Eric paró su paso enseguida y balbuceó mirando paranoico hacia todos lados y con un claro semblante de terror en su rostro.

-Tranquilo -soltó unas cuantas risas la princesa de tez oscura y cabello esponjoso -. Kyle ya me hablo de todo. No tiene de que preocuparse.

-Claro, él sí puede andar de boca floja -suspiró el castaño aun intranquilo, pero un poco más aliviado.

- ¿Busca a Kyle? Está en la biblioteca real. Acabamos de reunirnos con él -indicaba Nichole con su típica faceta alegre.

-Ya veo, gracias -asintió Eric con emoción, apresurándose para ir hacia a él, pero tuvo que retroceder al percatarse que no sabía dónde quedaba la biblioteca - ¿Dónde está...?

-Das vuelta al pasillo de la derecha y caminas hasta el fondo -indicó el caballero, Tolkien -. Debe de estar sentado en la sección de matemáticas y ciencias naturales, en uno de los últimos escritorios, otra vez hasta el fondo.

-Gracias -asintió Eric de nuevo y siguió las indicaciones.

Apresuró su paso, por suerte no era un pasillo muy transitado. Llegó a una puertas muy elegantes de caoba, tomó el picaporte y entró a la biblioteca. Por un momento se sintió victorioso, pero pronto su sonrisa fue borrada de su rostro. Era una biblioteca enorme, ostentosa, digna de ser llamada biblioteca real.

Comenzó buscando esa dichosa sección de matemáticas y ciencias naturales, la cual se hallaba hasta el fondo; y ahí fue, en uno de los últimos escritorios, donde encontró a Kyle sentado y leyendo un libro. Era extraño que estuviese solo, pero sin dudas iba a aprovechar esta grandiosa oportunidad.

Con una sonrisa ladina se acercó en silencio, impaciente, hasta quedar a espaldas de él y posó sus manos sobre sus hombros.

-Te atrapé, judío -susurró en su oído.

Kyle enseguida dio un brinco del susto, soltó su libro y se levantó de la silla.

- ¡Gordo hijo de puta! -gritó al encarar al castaño que ahogaba su risa con ambas manos -. Carajo, creí que me iba a dar un infarto... -resopló sintiendo que su corazón aún latía ruidosamente.

El Bello Durmiente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora