Pase a detención

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Renjun volvió a casa con un terrible dolor de cabeza por culpa de la vocecita en su cabeza que lo mandó a todas partes menos a los brazos de su amado Mark.

—¿Mamá? —entró a la cocina y se encontró con la sorpresa de que había visitas inesperadas.

—¿Te acuerdas de la vecina del frente que se cambió hace años?

—No.

Renjun no seas mal educado con tu mamá. Ella no fue la culpable.

¿Culpable de qué?

De que no recuerdes tu niñez. Lo veremos en otro momento, ¿de acuerdo?

—Lo siento, mamá. Me duele la cabeza. Iré a mi habitación.

—Ella llamó a su hijo —continuó hablando su mamá, sin prestarle atención—. Así pueden volver a recordar viejos tiempos.

Renjun le sonrió a su mamá. —Por hoy, tendré que pasar. Tengo tarea y mi cabeza está matándome.

—¿Por qué actúas como un viejo? Apenas tienes 16, Junnie. Diviértete un poco, después piensas en la tarea.

—Es que quiero estudiar e irme a vivir fuera del país. Tengo que estudiar desde ya.

Y no mentía, no recordaba haber pasado por la visita de una antigua vecina y estudiar duro lo llevó a donde estaba ahora. A punto de cerrar un trato millonario con su jefe.

—Ve a lavar tus manos, él está por llegar.

—Mamá, hablo en serio. Hoy no.

Subió las escaleras y se encerró en su habitación, comenzando a estudiar para su futuro, más bien, para su vida actual en Alemania.

Durmió unas tres horas antes de que los golpes en su puerta fueran incesantes.

—¡Ya voy! —gritó cabreado.

Abrió la puerta con pereza y alguien se lanzó a sus brazos.

—¡Creí que nunca volvería a entrar a tu casa, Renjun! —el castaño no tenía idea de quien era esa persona hasta que se alejó de su cuerpo.

—¿Yangyang?

Te dije que eran amigos de infancia, pero no me haces caso.

¿Dónde mierda te metiste?

Estaba por ahí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Renjun, dejándolo entrar.

—Tu habitación no ha cambiado mucho, aunque me acuerdo que tenías pósteres de dibujos animados y no chicas desnudas. ¿Te gustan las mujeres?

—¿A ti no?

Más sutil, por favor.

Perdón.

—No. A mí no —le respondió su visitante.

—Ah.

La mamá de Renjun los hizo bajar y presentó a la mamá de Yangyang.

—¿Recuerdas lo inseparable que eran? Ni el diablo podía deshacerse de este par —dijo la linda mamá de su "amigo", mirándolo desde el otro lado.

—Lo sé. Renjun nunca dejaba de hablar de lo divertido que Yangie es. Hasta que ya no se vieron más. No sabía que habían regresado al país.

—¿De verdad? Yangie me contó que Renjun es su compañero de salón desde hace seis años.

El castaño lucía aburrido y cuando las tres miradas se posaron en él tuvo que fingir demencia.

17 otra vez ☆ Renjun Harem ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora