De regreso

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Renjun abrió sus ojos y deseó que todo lo que había visto el día anterior sea una horrible pesadilla. Jamás esperó que después de una borrachera en casa de su jefe y casi compañero de negocios lo llevaran a su pasado.

—¡Junnie! —gritó su madre desde el primer piso—. Llegarás tarde.

Su cabello volvía a estar castaño aburrido y sus brazos ya no tenían los tatuajes que alguna vez se hizo.

—¡Ya voy! —gritó hacia ella. Se levantó de la cama, llorando en silencio.

Si algo le había enseñado su otra vida, era que debía llegar un minuto antes que ese grupito de idiotas.

Debes hablar con ellos, Renjun, dijo aquella voz. Asustándolo.

—Mierda, no me hagas esto —susurró mirando el pizarrón donde estaban los nombres y salones.

El ruido que venía desde la calle llegó hacia Renjun.

—Mira a quien tenemos aquí —dijo uno de ellos, acercándose al ahora castaño—. ¿Qué haces todavía en este lugar, Huang?

Renjun rodó sus ojos, esperaba que al menos sus habilidades de combate estuvieran con él. Golpeó la mano de Haechan y este la quitó, mirando al castaño con una sonrisa.

—¿Desde cuándo sacas las garras, pequeño gatito?

—Cierra el pico, Lee. No tengo tiempo —volvió a mirar el pizarrón y salió de ahí dignamente. No podía permitirse seguir siendo un idiota con ese grupo.

Ya tenía 30 años, al menos su mente, no debía intimidarse por unos chiquillos que morirían o se volverían locos en dos años.

La idea es que no suceda, Renjun. Recuérdalo.

—¿Y a mí qué? Yo estaba bien donde estaba, ni siquiera me importan —susurró mientras subía las escaleras—. Por mí que se mueran ahogados en mi piscina.

Un poco de empatía para la gente.

Renjun entró al salón y dejó sus cosas al final de este, donde sabía que los otros irían a sentarse. Recostó su cabeza en la mesa y después de un rato, algo golpeó a un lado de su cabeza.

—¿Qué mierda? —preguntó mirando hacia arriba.

Shotaro lo miró con una sonrisa burlona. —¿Qué haces, Renjunnie? Tu lugar está por allá —apuntó el bote de basura.

—Creí que ahí estaba tu mamá —respondió volviendo a recostarse—. Ve a molestar a tu familia, Shotaro. Déjame en paz.

Los demás se rieron de eso y se acercaron al castaño, haciendo un círculo a su alrededor.

—¿Desde cuándo eres tan divertido, Huang? —preguntó Yangyang, acariciándole el cabello.

—Desde que me acosté con tu mamá, Liu —respondió de vuelta—. Vayan a cogerse entre ustedes en el baño, supe que los encontraron en el gimnasio... ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Teniendo una orgía. Qué buenos amigos son, se cogen entre ustedes porque nadie más los toma en cuenta, ni sus padres.

Renjun, ya basta. Queremos que no mueran ellos, no que te mueras tú.

Jeno sujetó a Renjun del cabello, tirando su cabeza hacia atrás.

—¿Qué? Me vas a golpear, buu. No sabe defenderse con nada más que golpes, amigo piensa un poco, usa el cerebro una vez. No te va a doler, te lo prometo.

¡Huang Renjun!

Haechan apretó la boca del castaño y lo acercó a su cara, todavía con la mano de Jeno en su cabello.

17 otra vez ☆ Renjun Harem ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora