Tenemos nuevo cómputo

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Bailaron en medio de una gran multitud mientras charlaban de cualquier cosa que se les ocurriera. Tal vez salir con Mark no era su destino, pero Renjun al menos quería disfrutar del tiempo que tenía para disfrutar de su compañía.

—¿Has pensado que hacer cuando termine la escuela? —preguntó el castaño cerca del rostro de Mark.

—¿Por qué hablas de eso en una fiesta?

—Estoy ebrio, Mark. Puedo hablar de cualquier cosa en este momento —Mark asintió, dándole la razón.

—No sé. Lo que sea estaría bien, algo que me mantenga.

—Podrías ser escritor —el pelinegro levantó una de sus cejas—, creo que tienes una linda imaginación, Lee.

—¿Cómo sabes que ese es mi sueño? —Renjun pestañeó varias veces y solo pudo encogerse de hombros sonriendo—. ¿Me has estado espiando, pequeño chiquillo? —lo apretó en sus brazos y el dulce aroma de Mark llegó hasta la pequeña nariz del castaño.

—Puede ser.

Genial, lo lograste.

Tienes dos líneas de tiempo

Jisung x Mark o Renjun x Mark

Renjun no le prestaba atención porque los lindos ojos de su acompañante de alguna manera lo tenían hipnotizado. Brillaban como si tuviera pequeñas estrellas dentro.

Ninguno de los dos estaba preocupado de sus demás amigos porque la música y el alcohol les había dado la valentía de acercarse.

Al día siguiente, Renjun despertó en el patio de aquella casa, abrazado a Mark. Ambos dormían en el césped detrás de un árbol mientras las demás personas estaban esparcidas por todo el lugar.

—Debo irme —susurró el castaño—, gracias por lo de anoche —acarició el rostro dormido de Mark y se levantó con cuidado.

Todavía estaba algo mareado y estaba seguro de que pescaría un resfriado por dormir fuera.

Su celular tenía un montón de llamadas perdidas de los demás y recibió una justo cuando abría la puerta principal para irse.

—¿Hola? —dijo sin fijarse en el nombre.

—Renjun, soy Jaemin. ¿Dónde estás?

—Voy saliendo de esta casa, ¿ustedes se fueron anoche?

Escuchó el ruido de un auto y puso sus gafas de sol por el brillo que las luces frente a él le daban.

Jaemin bajó del auto y soltó el aire que estaba reteniendo.

—Vamos, te llevaré a casa.

Renjun se subió con la mirada del rubio puesta en él, se sentía como el niño de ocho años que alguna vez fue, siendo reprendido por su padre por romper el jarrón favorito de su abuela.

—¿Dónde estabas? Te buscamos por todas partes.

—Me encontré con Mark, así que me quedé con él mientras esperaba que aparecieran. Lo siento.

El rubio asintió sin despegar su vista del camino.

—Perdón por dejarte solo, no fue lindo de nuestra parte.

—Está bien, no pasa nada. Además, me divertí, supongo que todos salimos ganando —se encogió de hombros y juntó sus manos para darse algo de calor. Jaemin encendió el aire y sujetó una de sus manos—. ¿Pasa algo?

—Estás helado, Renjun. Vas a resfriarte —entrelazó su mano con la de Renjun y continuó todo el camino hasta la casa del castaño de esa manera.

El lunes por la mañana Renjun tuvo que faltar a la escuela por la fiebre alta. Su madre lo llevó al médico antes de ir a trabajar y estuvo toda la mañana durmiendo para bajar la fiebre.

17 otra vez ☆ Renjun Harem ☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora