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Leonardo suspiró pasando una mano por su rostro con frustración, no era la primera vez que alguien se desmayaba al verlo, pero era una sensación a la cual no estaba acostumbrado. Con cautela se acercó a la mujer para revisar que estuviera bien y que no hubiese resultado herida en la batalla, tomó la linterna de la morena, muy pequeña en sus manos, e iluminó su cuerpo para examinarla, no parecía tener daños además del corte en su mejilla, debió ser de antes de que el llegara.

Lentamente y con cuidado levantó a la mujer del suelo cargándola en sus brazos como una princesa, la llevó a una de las mesas que no estaba volteada y la recostó ahí para poder curar aquella herida.

— Fue buena idea aceptar el kit de primeros auxilios de Donnie. — de los bolsillos de sus pantalones sacó una pequeña botella con agua oxigenada, una venda la cual cortó para hacer una pequeña gasa y cinta para hacer que la gasa improvisada se pegara, con cuidado comenzó a desinfectar su herida.

Era sumamente delicado, cómo si con cualquier toque fuese a dañarla, podría ser por su estatura de 1.58 de parte de su sangre mexicana o por el simple hecho de ser una humana, aunque debía aceptarlo, había hecho un buen movimiento en pisar a Hun. Al terminar de curarla suspiro y tomó un bote de basura que encontró cerca de la barra, se notaba en el rostro de la chica que tendría nauseas, encendió los térmicos pero apago los focos dejando únicamente encendidos los que estaban en el área de Amelia, se quedó estático en las sombras en espera a que la mujer despertarse.

Lentamente sus sentidos se reactivaban, podía oler el alcohol que se había regado gracias a los disparos, escuchaba el sonido del viento mover con levedad la puerta aún abierta, con sus manos comenzó a tocar la superficie sobre la que estaba, no e...

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Lentamente sus sentidos se reactivaban, podía oler el alcohol que se había regado gracias a los disparos, escuchaba el sonido del viento mover con levedad la puerta aún abierta, con sus manos comenzó a tocar la superficie sobre la que estaba, no estaba el el suelo, ¿donde estaba? Sabía que seguía en su bar por el olor a alcohol, lentamente abrió sus ojos encandilada por la luz sobre ella parpadeando varias veces tratando de acostumbrarse, llevó su diestra a su cabeza sentándose con lentitud para poder ver a su alrededor.

Justamente seguía en su bar sobre una de sus mesas, una de las pocas que seguían de pie, sacudió ligeramente la cabeza y observó el desastre, hoyos de balas en las paredes, botellas rotas, Dios, eso hacía que su estómago se revolviera más.

— Que bueno, ya despertó señorita. — habló saliendo desde las sombras la tortuga.

— Basura... — musitó Amelia.

— ¿Perdón?

— ¡Basura! — volvió a gritar.

De inmediato Leonardo captó lo que quería decir, rápidamente se acercó a la mujer tomado el bote de basura de debajo de la mesa y se lo acercó, Amelia lo tomó con una mano mientras que con la otra sujetaba su cabello dejando salir todo lo que había comido esa noche. El reptil dudoso acercó una de sus grandes manos a la espalda de la chica dando suaves caricias y palmadas para aliviar a la mujer.
Pasaron minutos donde la newyorkina daba arcadas silenciosas, al levantar la mirada se limpió los labios con el dorso de su mano.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora