5.

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— Okay, ¿podrías repetirme la locura que quieres hacer?

— ¿Llevarla a su casa? — respondió el líder de manera obvia.

— Sí, mhmh, ¿¡saltando de techo en techo!?

Ambos estaban sobre el tejado del bar, Leonardo llevaba largos minutos tratando de convencer a la mujer de que era seguro, que no la soltaría por nada, pero Amelia le tenía una fobia a las alturas desde que era niña, no se subía ni a las montañas rusas de las ferias, estaría loca para aceptar algo como eso.

— Mira Leonardo, agradezco tu gentileza, pero de verdad puedo ir caminando yo sola, solo son unos que, ¿treinta minutos? Estaré bien. — se excusaba la dueña del bar, de verdad no quería ser cargada.

— Señorita Amelia, sería muy peligroso para usted ir sola a esta hora de la madrugada. — Leo suspiró, aunque ya tenía que irse con sus hermanos no podía dejar que la humana se marchase sola. — Prometo ser cuidadoso y detenerme si es que lo necesita, llegaremos en menos de 5 minutos.

Amelia se quedó pensativa, se notaba que el líder tan solo quería ayudar y ella lo estaba haciendo todo más difícil, maldecía su miedo inédito a las alturas.

— ¿Promesa? — levantó su meñique.

Leo miro la mano de la humana y después miro la suya, cerró dos de sus dedos dejando lo que suponía era su meñique, se agachó a la altura de la mujer y junto su meñique con el de ella. Su dedo ni siquiera alcanzaba a rodear el de la tortuga, era impresionante la diferencia de tamaños entre ambos.

Promesa. — dijo Leo.

El reptil extendió su mano para que la chica la tomase y aún con algo de duda Amelia puso su mano sobre la de el, Leonardo con muy poco esfuerzo tomó a la chica en brazos cargándola como una princesa, Amelia se aferró al líder por su cuello donde pudo sentir más de cerca la sensación escamosa de su piel, pensó que su piel estaría fría cómo la de un reptil normal, al contrario, era calida, otra razón para pensar que aquello no era un sueño.

— ¿Lista? — habló Leo sacándola de aquel pequeño trance.

— Ah, sí.

— Entonces nos vamos. — dicho esto, Leonardo comenzó a saltar entre los edificios y las escaleras de incendio.

Mientras tanto, Amelia soltaba pequeños gritos por el movimiento de subir, bajar y caer sobre los techos, le recordaba a una montaña rusa, pero con un poco más de seguridad.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el señor es contigo... — al menos orar le daba algo de tranquilidad, y eso que no era creyente.

Leonardo miraba con extrañeza a la mujer al no comprender aquel idioma.


Tal y cómo lo había dicho el líder llegaron en menos de cinco minutos a la casa de la chica, era un edificio departamental bastante bien cuidado

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Tal y cómo lo había dicho el líder llegaron en menos de cinco minutos a la casa de la chica, era un edificio departamental bastante bien cuidado. Amelia seguía aferrada a su cuello con los ojos cerrados con fuerza, Leo suspiro al estar de pie sobre la escalera de incendios fuera el departamento de la humana, su cuerpo temblaba sobre sus brazos, pobre.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora