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Nuevamente dentro del bar, la música ensordecedora mandando escalofríos por el cuerpo de la humana al ir detrás de la barra para continuar con su trabajo. La dueña tratando de aclarar sus pensamientos sacudiendo con levedad su cabeza de lado a lado poniendo esa sonrisa falsa que podía pasar con astucia por una genuina, tomó su delantal atándolo con fuerza sobre su cintura haciendo que esta resalte y con esto se dispuso a seguir pidiendo las órdenes.

— No te creo. — rió Sam.

— Pues hazlo. — gruño Amelia.

Una pequeña discusión a flor de piel, Samuel estaba molesto, estresado y un poco nervioso, pues la dueña del bar lo dejó completamente solo en una noche llena, el también lo había hecho con anterioridad, pero siendo un poco más inexperto que Amelia no sabía cómo lidiar con grandes cantidades de órdenes por el mismo.

No creía ninguna palabra dicha por la chica la cual estaba ocupada sirviendo y batiendo bebidas y ofreciendo snacks complementarios al responder a los comentarios del joven, Amelia sabía que su cara la delataba al mentir, sus padres se lo habían hecho notar cuando era adolescente, no mentía seguido pues no tenía necesidad, pero cuando lo hacía una ligera curva en el lado derecho de sus labios como si fuera una media sonrisa revelaba sus mentiras.

— Te digo, un cliente me dijo que escuchó sonidos extraños afuera, salí a revisar y un mapache estaba tirando la basura. — respondió Amelia mirando a Samuel de reojo.— Simplemente la estaba recogiendo.

— Ajá, sigue repitiendo lo mismo, aún tengo mis dudas.

— Pareces un niño.

Con esto finalizaron su pelea, al menos por ahora, enfocándose en su trabajo de atender a la clientela, Samuel iba de mesa en mesa recogiendo los vasos que los clientes dejaban mientras Amelia preparaba varias bebidas y limpiaba los vasos en medio del tiempo libre que tenían, las noches llenas eran complicadas, más aún para dos personas, Marie tuvo que irse temprano ya que tenía que encargarse de unas entregas en su otro negocio de ropa y accesorios, dejando a los dos amigos solos.

— Hey Amelia, Samuel, ya nos vamos. — dijo la voz del oficial Jones.

Ambos muchachos se giraron para sonreírle con amabilidad y Amelia se acercó a la pareja para despedirse.

— Abril tiene que abrir el programa y yo tengo que seguir con mi trabajo, pero ten por seguro que volveremos, al menos yo. — siguió Casey.

— Volveremos, le pedi tu número a Casey, me encanta el lugar y pensé en darle una mención en el canal seis si eso te interesa, estaremos cubriendo la historia de los Dragones Púrpura y me gustaría saber si estás dispuesta para hacer una entrevista. — dijo Abril dándole su tarjeta de presentación a la bartender.

Amelia tomó la tarjeta entre dos dedos observando el nombre de la chica, su teléfono y ocupación, la muchacha sonrió, una sensación cálida acompañada con un cosquilleo eléctrico en su torso al pasar sus dedos por los grabados en el cartón.

— Por supuesto, llámame cuando puedas, tengo libre las mañanas y los lunes descansamos. — respondió Amelia guardando la tarjeta en su pantalón. — Cuídense mucho.

Las horas pasando lentas y tortuosas mientras trabajaban para complacer, la música llevando sus cuerpos como un divertido metrónomo haciendo que la tensión se fuera al moverse entre la cristalería.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora