23.

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Una compresa de hielo sobre su espalda baja y otra caliente sobre su nuca era lo único que podía aliviar el dolor que tenía sobre su cuerpo, estaba cansada de tomar pastillas para aliviar sus dolencias. De todos modos era un simple dolor de cuello, tal y como lo había predicho en la madrugada su cuello la estaba matando por la tensión acumulada. Cómo diría su padre, amaneció colti.

El olor a te verde llegaba a cada rincón de la habitación dejando que su cuerpo se relajara sobre las almohadas sorprendentemente cómodas de aquel sofá de segunda mano. Leonardo estaba sentado en el suelo de rodillas mientras observaba a la mujer respirar con tranquilidad, el siendo el causante del olor al tener una taza del brebaje de hierbas entre sus manos.

— ¿Mejor? — preguntó el reptil acomodando la compresa helada sobre su espalda.

— Sí. — con cuidado la mujer giró su cuello para poder verlo. — Gracias, pensé que podía tolerar el dolor, pero creo que va a tardar un rato en irse.

Las blancas perlas del reptil se asomaron entre sus labios en una sonrisa traviesas, sumamente contagiosa para la humana de ojos marrones.

— Entonces, ¿de que querías hablar? — el líder dejó

— Tu sabes perfectamente de lo que quiero hablar, Leonardo.

Esa misma mañana Amelia se había levantado para tener una reunión con Leonardo, los sucesos de la noche anterior eran algo de lo que debían hablar seriamente y calmados.

— Te dije que era peligroso quedarte, pero aún así no me hiciste caso, también culpa mía por seguirte el juego. — el tono de voz de la mujer denotaba una ligera frustración al suspirar. — Ahora Samuel sabe que existes, y bendito sean los dioses que Marie no te alcanzo a ver, tenemos que decirles a tus hermanos.

Leo asintió mientras mordía la piel muerta sobre sus labios y apretándolos de igual manera, pensando. No quería otra pelea entre su hermano de rojo y el, suficiente había tenido en aquellos meses.

— Tienes razón, tengo que decirles, pero creo que es mejor si tú también estás presente, Amelia. — dijo el reptil. — Eres amiga de él después de todo, lo conoces más que yo.

— ¿Por un segundo pensaste en que te dejaría solo? ¿por quien me tomas Leo? Estamos juntos en esto. — extendió una de sus manos y el hombre choco su palma contra la mujer con suavidad. — Ah y, otra cosa, pero por favor, piénsalo bien antes de decir que no.

Esto logró atrapar la curiosidad del líder casi de inmediato, pensando en lo que podría ser tan importante para que le pidiera pensarlo bien antes de responder, supuso que era algo que posiblemente esté fuera de su zona de confort, pero si venía de ella tal vez pueda hacer una excepción.

— Vengan a la fiesta de Halloween del bar. — Leo de inmediato abrió la boca para protestar pero la mujer lo interrumpió. — Es por su cumpleaños.

Silencio.

— Mikey me dijo que ya no festejan su cumpleaños, sonaba triste, ya se que ya pasó pero quería hacer algo por ustedes, han hecho tanto por mi, quiero agradecerles dándoles diversión por una noche. — dijo la mujer mirando a los ojos del reptil, se notaba que tenía buenas intenciones.

Pero aún así era peligroso, ir a una fiesta, en público, con gente que puede verlos a ojo desnudo fuera de su guarida.

— Se lo que estás pensando, muchas personas los verán, pero por eso quise hacer una fiesta privada, treinta y cinco personas entrarán contándonos a mi equipo, los de seguridad y ustedes, entonces serían unos veinticinco o veintiséis personas. — lentamente y a quejidos bajos la humana se sentó derecha en el sillón. — Será una fiesta de disfraces, por Halloween, nadie sabrá qué no tienen un disfraz, ustedes llegarán antes, hare un pastel para que pidan un deseo y luego empezará la fiesta, la seguridad va a estar dentro y fuera del bar por lo que estarán seguros, además, me tienen a mi y a Samuel para cuidarles la espalda, pensé en todo, solo necesito que me des permiso.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora