22.

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[Antes del imprevisto con Samuel]

— Leo, ¿que fregados haces aquí? Pensé que habíamos acordado que no vendrías a menos de que yo te dijera que está libre. — habló en voz baja la humana, claramente preocupada por la presencia de la criatura y la posibilidad de que le vieran. — Samuel aún está aquí, ¿qué voy a hacer si te ve?

— Lo se lo se, pero quería asegurarme de que estuvieras siguiendo las órdenes del doctor, ¿cómo está tu espalda? — el líder hacia pequeños movimientos sin concretar con sus manos al hablar, se le notaba algo inquieto al acercarse a la humana.

La humana de igual manera dio algunos pasos hacia el. Acercó sus manos poniéndolas sobre las manos de la tortuga, sus ojos marrones lo miraban con ternura después de escuchar su pregunta, aunque no le gustara que se preocupasen por ella era algo adorable ver el rostro preocupado del reptil, en especial cuando la miraba con esos ojos azules que le derretían las piernas.

— Leo, estoy bien, tome analgésicos y estuve sentada toda la noche. — sus manos acariciaban las del menor. — ¿Cómo estás tú? ¿has estado durmiendo bien?

Ambos empezaron a platicar acerca de lo que había pasado esta última semana. El padre tiempo no había estado de su lado, Leo tenía su patrullaje y como líder era su deber cumplir con su equipo y familia, mientras que ella estaba muy ocupada y cansada por el trabajo en el bar.
Ambos disfrutaban de su amena platica junto a los cálidos y sutiles roces que ambos recibían.

Leonardo respiraba con suavidad, su entrecejo estaba relajado pero de vez en cuando se podía notar cómo el mismo evitaba fruncirlo. Debía decirle, tenía que, ya no podía dejar que la duda y la inseguridad acapararan su mente.
Pero tenía que irse, no era seguro estar ahí a esa hora, se lo diría rápido y terminaría con eso, como una bandita.

— Amelia, quiero decirte que...

— Sam, puedo explicarlo. — Amelia lo interrumpió y el líder suspiro con frustración.






Samuel tenía entre sus manos una taza de té de manzanilla soplando el vapor de este con la mirada perdida, Amelia estaba sentada frente a él mirándolo con preocupación latente, ambos en la sala de descanso

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Samuel tenía entre sus manos una taza de té de manzanilla soplando el vapor de este con la mirada perdida, Amelia estaba sentada frente a él mirándolo con preocupación latente, ambos en la sala de descanso. Le había contado todo lo que había pasado desde el primer ataque hasta el más reciente accidente donde obtuvo su herida en la espalda baja, las tortugas tendrán que perdonarla pero ya no podía poner mas excusas para explicar lo que acababa de ver.

— Déjame ver si entendí. — tomó un trago del té para limpiar su garganta antes de continuar. — Esa criatura es el justiciero, él te ha salvado de los últimos accidentes con esos idiotas púrpura y el chico de seguridad con quien has estado hablando y que te gusta, Leonardo, es el.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora