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El sol sale para otro día, Amelia estaba limpiando su hogar aprovechando que no tenía su teléfono con ella y podía concentrarse en sus tareas diarias.
Con la lista de distribuidores de su padre ya tenía las cotizaciones de los materiales faltantes para el bar y solo quedaba pedirlos para empezar con las reparaciones.

Desde su computadora escuchaba canciones de cualquier señora mexicana, Marco Antonio Solís, Jenny Rivera, reggaetón viejito y algunas canciones de los 80s en inglés, por decir algunos, le recordaba al pueblo de su padre, las fiestas, la comida, las personas, moría por ir a visitarlo.

Después de terminar de arreglar su apartamento se sentó en el sillón y tomó su computadora para ver las cotizaciones que había mandado a pedir, y tal y como lo sospechaba tendría que pedir un préstamo al banco, Amelia suspiró y desde su computadora realizó los pagos semanales a sus trabajadores y amigos. Pasó una mano por su cabello, la simple idea de ir al banco le ponía los pelos de punta, tantas personas, largas filas, era horrible, pero necesario.

A regañadientes volvió a su habitación para ver que ponerse, algo casual pero formal para la ocasión, pantalones beige, camiseta blanca oversized fajada con un cinturón marrón y tenis negros.

— Terminemos con esto de una vez. — dijo saliendo de su hogar.

Amelia maldijo entre dientes al llevar una mano al bolsillo trasero de su pantalón por inercia y no encontrar su teléfono ahí, tendría que comprar uno nuevo pronto. Empezó a caminar hacia el banco ocupando su mente con otras cosas, principalmente en el justiciero, se preguntaba cómo estaría su herida, si ya habían podido atrapar lo que sea que los dragones púrpura querían distribuir desde su bar, tan solo esperaba que estuviera con bien y saludable.




 Empezó a caminar hacia el banco ocupando su mente con otras cosas, principalmente en el justiciero, se preguntaba cómo estaría su herida, si ya habían podido atrapar lo que sea que los dragones púrpura querían distribuir desde su bar, tan solo es...

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— Leo tiene novia, Leo tiene novia. — cantaba Miguel Angel escondido detrás de Donnie.

— No es mi novia Mikey. —respondió Leo apretando sus puños.

Ya llevaban rato así, Leo le había hecho caso a su hermano y había convocado una junta para hablar de lo que había pasado aquella noche en el bar, Leonardo pasaba sus manos por su cuello intentando calmar las ganas que tenía de callar a la fuerza al menor de los hermanos, Donnie pareció tomarlo bien, parecía sorprendido, pero no molesto por guardar esos detalles.

— Entonces, ¿la regla de tener más amigos humanos se levanta? — habló Donnie.

— No, ella es una conocida y ya acordamos no volver a vernos, fue... error mío el haberme quedado tanto tiempo. — fue difícil decir aquellas palabras ya que eran todo lo contrario a lo que el sentía, pero era su deber como líder después de todo. — Debemos mantenernos al margen, como siempre.

Sus hermanos suspiraron, la poca esperanza que tenían para que el líder aflojara las reglas se esfumó con eso, comprendían que era por su bien, pero también deseaban experimentar más cosas humanas, en especial el menor de los hermanos.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora