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El Halloween en Nueva York era algo grande, muy grande, el jardín botánico hacia una presentación especial de sus calabazas, los concursos de disfraces para perros eran tan tiernos, las casas encantadas eran aterradoras y ni hablar de gran desfile del Village con hombres en zancos, increíbles disfraces y música fuerte para animar a las personas.

En los bares y restaurantes también acostumbraban tener sus propias fiestas, incluso música en vivo de bandas locales. El Blue Moon era uno de los bares que acostumbraba estar lleno en la fiesta de Halloween, excepto esta noche tan especial.

Las personas entraron por las puertas mostrándole el boleto a los cadeneros antes de poder pasar, la música se escuchaba potente junto a los bajos retumbando a tope y la barra lentamente empezaba a ser rodeada de gente buscando su primer trago de la noche.

Amelia miraba todo con una sonrisa orgullosa en el rostro, estaba feliz de que a pesar de ser una fiesta privada los boletos se hubiesen agotado cuando normalmente siempre sobraban, estaba feliz de su trabajo, se giró para ver a sus amigos quienes estaban escudados detrás de ella. Los cuatro se veían nerviosos, más que nada Rafael y Donatello quienes miraban con desconfianza a las personas, como si quisieran esconderse en sus caparazones; Mikey miraba todo como un niño en dulcería, hacía tanto que soñaba con salir a la superficie sin preocuparse de las miradas llenas de prejuicios. Leo se mantenía firme, estoico, pero estaba casi igual de nervioso que sus hermanos menores.

— Chicos. — los llamó la humana haciendo que voltearan a verla. — ¿Están bien?

Los cuatro asintieron.

— Sí rata, ¿porqué no lo estaríamos? — respondió Rafael cruzando sus brazos sobre su pecho, defensivo.

— No estamos acostumbrados a este tipo de ambientes, solo necesitamos aclimatarnos un poco, es todo. — siguió Donnie poniendo su mano sobre el hombro del temperamental.

Parecían algo incomodos, sabían que con solo decirlo ellos podrían irse de ahí y seguir la fiesta en la seguridad de su hogar, pero querían al menos intentarlo por Amelia, quien los cuidaba de que nadie se acercara más de lo que debería y se aseguró de que nadie tomara fotos con ellos cerca.

— Lo entiendo, no se preocupen ¿Les invito un trago? ¿qué les gustaría? — Amelia se acercó a la barra con ellos siguiéndola detrás, ya era un poco más de las ocho, suponía que era buena hora para empezar con tragos ligeros. — ¿Han probado el alcohol antes?

— Casey nos ha dado cervezas cuando viene de visita, pero no más, el único que no ha probado ni un sorbo de alcohol es nuestro intrépido líder. — dijo Miguel señalando a su hermano mayor, quien cuidaba sus espaldas en caso de que alguien quisiera pasarse de listo y tocar sus caparazones.

— Solo cerveza, entonces hay que hacerles sus propios cócteles para que los prueben. — la humana sonrió un poco emocionada, hacer tragos basados en la personalidad de sus clientes era algo que disfrutaba pero no lo hacía seguido.

La mujer comenzó haciéndoles algunas preguntas preferenciales, sabor favorito, forma favorita, incluso su movimiento de ataque favorito, con esas simples preguntas pudo saber que tragos serían perfectos para cada hermano.

Un chocolate caliente con tequila para Donatello, para Rafael un Amaretto Sour, un pornstar martini para Miguel Ángel y para Leonardo una Luna Llena. Cada uno de sus tragos estaban hechos con poco alcohol para simular la cantidad que contiene una cerveza.

— El Luna Llena que sea virgen por favor, Samuel. — específico Amelia para después mirar a Leo quien sonreía agradecido. — Estarán en un momento, también tenemos agua y jugo por si se sienten mareados, si quieren más solo díganle a Samuel, los tragos suyos van por la casa.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora