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La luz del sol natural se colaba por las rendijas de los túneles esparcidos al rededor del dojo, haciendo que las pequeñas decoraciones hechas de cristal y plástico brillante relucieran junto con el piso de madera, destellos de verde se hacían presentes cada vez que la piel escamosa del quelonio entraba en contacto con el brillo del sol, esmeralda su piel tensándose causando que sus venas relucieran ramificadas por su brazo cuando sus músculos lo hacían al lanzar feroces golpes y patadas ante un maniquí de pelea algo desgastado, con una armadura ligera y rellenado con arena.

Su mirada era fascinante, concentración pura, su boca entre abierta para poder respirar mejor y moverse con más agilidad y fuerza, el muñeco balanceándose de atrás hacia enfrente mientras Leo se agachaba girando su cuerpo y así asestar otro golpe sólido en el pecho y los costados del muñeco.

Su mente concentrada...

Bueno, a veces. Su rígido entrenamiento se había vuelto más intenso en las últimas semanas, siempre buscando ocupar su mente y cuerpo, limpiar el Dojo cuando era turno de sus hermanos, meditación profunda con su padre, ayudarle a cuidar de sus bonsáis, y agregar más horas a su entrenamiento, era cansado, pero era la única manera de que su mente se mantuviera en línea.

Los pensamientos acerca de la mujer, de su personalidad, sus amables tratos hacia el nublaban su vista más seguido de lo que le gustaría y quisiera admitir, dedicándole suspiros irremediables entre sus cortos minutos de descanso entre actividades, se notaba, por razones más que obvias para sus hermanos, que el chico estaba completamente obsesionado con la idea de la bartender, un mes y pico es poco para conocer a una persona, pero para la tortuga era como si pudiese hablar con ella de todo.

Pero no, era mejor, mucho mejor, quedarse como simples amigos o compañeros, había varias complicaciones, su raza, su origen, sus circunstancias... su apariencia.
Leonardo no era alguien que le gustara hablar de su apariencia, casi nunca lo mencionaba a diferencia de sus otros hermanos, porque claro, ¿quien quisiera estar junto a una tortuga mutante de casi dos metros que vive bajo tierra?

Pero... ella le llamó lindo, y había mencionado varías veces lo preciosos e inusuales que eran sus ojos azules, Leo sonrió deteniéndose un par de segundos mientras relajaba sus apretados puños y su quijada, únicamente para volverlos a tensar y seguir golpeando al pobre muñeco.

De nuevo, sus distracciones.

Terminó su entrenamiento y se dirigió con Donatello a su laboratorio quien trabajaba arduamente para conseguir información del líquido purpura.

— Donnie, ¿si me escuchaste cuando te dije que descansaras? — habló el líder acercándose a su hermano sentado frente a sus pantallas.

— Tomé una siesta y desayuné, además, creo que te interesará ver esto Leo. — mencionó Donatello tecleando y abriendo algunas pantallas.

— ¿Qué tienes para mi?

Leonardo se agachó ligeramente a su lado para observar detenidamente las ventanas emergentes, un mapa y fotos de noticias recientes se mostraban grandes y claros.

— Gracias a la pequeña muestra que encontré logré rastrear el isótopo a tres lugares clave, avenida Union, la octava avenida y la avenida Lexington. — Donnie señalaba los lugares marcados en el mapa mientras hablaba. — Lo curioso es que cerca de los puntos hay tiendas de mascotas, podría tener relación con eso sabiendo las propiedades de la sustancia, tal vez el Clan del Pie...

— Quieren crear soldados mutantes, el Doctor Stockman debe de estar trabajando para ellos. — Leo apretó sus puños, recordando el comentario que Hun le había hecho a su amiga. — Debemos tener cuidado.

𝑨𝒛𝒖𝒍 𝒅𝒆 𝑴𝒆𝒅𝒊𝒂 𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 ┤ʟᴇᴏɴᴀʀᴅᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora