Hospital
Chelsea
Mis párpados cada vez se volvían menos pesados. Sentía la mirada de muchas personas sobre mi rostro y ese toque de angustia en mi pecho al ver al hombre que tenía agarrando mi mano, como si estuviera moribunda y a punto de la muerte. Nuestras miradas se cruzaron y su sonrisa se convirtió en un consuelo para mí.
― Chelsea.
Ese era mi nombre.
Creo que aún estoy anestesiada y con una jaqueca del tamaño de un volcán.
― Papá.
No me moví ni un centímetro; sus brazos me rodearon como si fuera una bebé.
― ¿Eres... mi papá? ―dudé de mi cordura.
Definitivamente estaba bajo el efecto de la anestesia, pero aproveché el momento para abrazarlo aún más fuerte.
― No fue mi culpa papi.
Claro que había sido mi culpa, pero no queríamos que él se enojara.
― ¿Quién te hizo esto? ―sonaba preocupado.
Sonreí al ver la cara de mi novio en la habitación. El rubio tenía una mirada desvanecida y en su brazo había una curita rosa, que no le quedaba bien. Le habían sacado sangre y la pregunta aquí era: ¿Por qué?
― Unos chicos idiotas. ―no quería involucrar a nadie.
Mi brazo estaba vendado, supongo que fue un asunto feo.
― Chelsea. ―insistió.
― No lo sé, Russell los conoce mejor que yo.
― ¿Russell? ―Esa había sido la voz de mi hermanito.
― Sí, él estaba ahí y hasta les ha dado unos puñetazos a esos castrosos de mierda.
La mirada de mi padre se posó en Roy, quien por primera vez le reprochaba algo a su hijo favorito. Yo me reí sin entender nada, pero estaba empezando a amar lo que sea que me hayan puesto en las venas.
― Encuéntralo. ―Ordenó mi padre.
Siempre me gustó cómo daba órdenes. Eso era tener poder, y yo quería eso.
Observé con asombro cómo mi padre y mi hermano salían enfurecidos, una reacción que nunca imaginé provocar en ellos. Ahora, en medio de la tensión, solo quedábamos Denzel y yo. A pesar de nuestra historia complicada, no pude evitar notar lo atractivamente preocupado que se veía en ese momento.
― Ven aquí. ―murmuré, tentadora, mientras mi dedo índice trazaba un gesto seductor en el aire.
Estaba convirtiéndose en un problema que siempre me obedeciera.
Siempre quise tener un chico así; yo era buena manipulando a los demás.
― ¿Por qué te metiste en esa pelea? ―su pregunta llevaba pesar.
Oh.
Era sorprendente su falta de amabilidad.
― Sí, estoy bien, gracias. ―respondí con una sonrisa forzada.
La evidencia estaba frente a sus ojos.
― ¿Qué te dijeron? ―insistió, estaba segura de que eso provocaría una pelea innecesaria más adelante.
ESTÁS LEYENDO
Hay quienes solo soñamos con ver arder el mundo [✔]
Lãng mạnDenzel Kennedy Dubois, inmerso en la efervescencia de una vida social deslumbrante, donde los reflectores y los buenos modales son su carta de presentación, proyecta la ilusión codiciada de ser el niño rico con padres excepcionales. Sin embargo, det...