¡Oh!
Chelsea
La madre de Denzel me recibió con una sonrisa, aunque se notaba la molestia en su rostro. Sabía que no era la chica ideal para su hijo, así que era comprensible que no estuviera completamente feliz de verme. A pesar de eso, por cortesía, me ofreció una taza de chocolate caliente y algunas galletas mientras iba en busca de Denzel.
― Qué vista tan hermosa. ―intenté ser amable.
El señor Kennedy no estaba en casa, eso era un alivio.
Podíamos intentar persuadir a su madre para que no le dijera absolutamente nada a su esposo, aunque eso significara faltar a uno de sus votos matrimoniales. Pero, ¿quién iba a preocuparse por eso cuando se trataba de Denzel?
― Me encanta esta casa, y es mucho más grande que la mía.
― Podría comprarte una casa mil veces más grande que esta. ―su voz era inconfundible.
Volteé mi mirada hacia las escaleras, sin cansarme de elogiar lo bien que le queda cualquier cosa que se ponga.
― Te has liado de nuevo. ―me resultaba inevitable regañarlo.
― ¿Lo ha contado el chismoso de tu hermano?
― Mi hermano no es ningún chismoso.
― Como digas. ―se desplomó a mi lado― ¿Qué quieres?
Los tipos como él siempre tienen esa expresión de amargura en el rostro.
― He venido a ver cómo te encuentras. ―no era mentira, en el fondo me preocupaba por él.
― ¿Y a enviar otro mensajito tonto a Shelbia?
Joder, ya lo supo.
Piensa en algo que lo distraiga.
Me tumbé a su lado, dejando caer todo el peso de mi cuerpo sobre él. Sonreí dulcemente, como intentando hacer que olvidara el estúpido mensaje que envié cuando estaba bajo los efectos de la anestesia.
No lo negaré, me divertí.
― La has tratado como a una chica vulgar.
¿La estaba defendiendo?
― Estaba drogada. ―me defendí.
― Me ha dado un puñetazo en la cara y a restregado la biblia que has escrito desde mi celular, me ha ventilado por toda la institución. Siento que ya ni puedo mostrarme por ahí.
No estaba consciente de las consecuencias de mi enojo.
― Voy a admitir que fui yo, además de disculparme con ella. ―no quería pelear con él.
― ¿Porqué lo has hecho? ―preguntó como si no lo supiera.
Enserió, me estaba preguntando eso.
― Porque, en definitiva, ella está enamorada de ti. ―Y, eso me ponía de malas.
― ¿De mi?
― No, fíjate de mi, claro que de ti.
¿Acaso estaba ciego? ¿O simplemente tonto?
Me acomodé bajo su brazo al ver pasar a su mamá con una sonrisa en la cara. Creo que al final no era necesario venir hasta la casa de Kennedy. Debería haberme limitado a enviar un mensaje para confirmar que estaba bien.
ESTÁS LEYENDO
Hay quienes solo soñamos con ver arder el mundo [✔]
RomanceDenzel Kennedy Dubois, inmerso en la efervescencia de una vida social deslumbrante, donde los reflectores y los buenos modales son su carta de presentación, proyecta la ilusión codiciada de ser el niño rico con padres excepcionales. Sin embargo, det...