Capítulo 11

4 0 0
                                    


¡Bingo!


Chelsea

Las noches de bingo son como un oasis para mí, un refugio en medio de la rutina. Cada vez que se acerca una de esas noches, siento que el tiempo se acelera, como si estuviera ansiosa por sumergirme en la emoción del juego. Es uno de mis pasatiempos favoritos, una oportunidad para desconectar del mundo y sumergirme en la diversión del azar.

― ¡Bingo! ―Chilló una vos a mis espaldas.

¡Caramba! Estaba a un solo número de gritar lo mismo que aquella anciana.

Me reí de mi mala suerte y rayé la hoja que ya no servía para nada. Rebusqué la siguiente, me había comprado cinco, a diferencia de Kennedy que solo tenía una... ja ja... ¿Cree que así va a ganar?

Me había propuesto ser su piedra en el zapato.

― Y, Kennedy. ―llame su atención, aunque solo fueron segundos― ¿Tienes novia?

Pareció ser un tema tabú para él.

― ¿A que viene eso?

― Es que no te he visto con ninguna fémina, aparte de mi claro.

Iba tachando números de mi libreta a medida que los decían, como si estuviera marcando territorio en un mapa de derrotas.

― Por el momento no a habido alguien que robé mi atención.

Uhm... me lo imaginaba, pero la última vez que estuvo en mi casa, Kennedy parecía muy interesado en Mare, nuestra nutricionista. Aunque no ha cruzado palabra alguna con ella, parece llamarle la atención.

― Cof. ―Aclaré mi garganta para continuar― Entonces... ¿Te gustan los chicos?

― ¿Tienes un problema en tu cabeza? ―me miro mal.

Tenía que asegurarme de no herir sus sentimientos.

― Solo es curiosidad, no soy adivina y me intereso por mis amigos ―Sonreí―. Como lo dije antes, soy una persona confiable.

― Eso lo juzgaré yo. ―Estampó el lapicero sobre la mesa llamando mi atención.

Su libreta estaba llena, había completado la tabla... y aún así, no cantaba bingo. Mis labios semiabiertos no dudaron ni por un segundo. Alcé mi mano para llamar la atención de todos y grité a pulmón.

― ¡Bingo!

...


Sí, sé que es insignificante. En mis manos llevaba dos relojes que hacían juego, bastante aburridos... Creyeron que éramos pareja por eso, el motivo de aquel premio. En vez de los quinientos dólares que se quedaron en la mesa, cosa que me pareció una gran estafa.

― Toma. ― Se los pasé a Kennedy ―. Para que se los des a una linda chica.

No hizo ningún intento por tomarlos.

― ¿Qué tiene? ―Pregunte, sosteniendo los relojes a su altura.

― No creo regalarle algo así a alguien.

― O, cierto... ― Suspiré llevando los relojes a mi pecho ―. Parece que mientras no sea Gucci o Louis Vuitton, todo se vuelve insignificante para ti.

Asentí con una sonrisa irónica, dejando que mis palabras flotaran en el aire con un dejo de sarcasmo.

― Si, eso mismo Chelsea.

Hay quienes solo soñamos con ver arder el mundo [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora