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Izuku mantuvo la mirada baja. Se tocó con un dedo una mano escoriada.



—Mi ex novio me chantajeó para que lo hiciera.



—Ok Monoma —dijo él.



Sobresaltado, alzó la cabeza bruscamente.



—¿Sabes quién es?



Katsuki arqueó las cejas.



—Yo sé muchas cosas.



Sus centinelas habían trabajado deprisa aquella mañana antes de salir de Tokio. Mientras la bruja le hacía el hechizo de localización, Kaminari y otros revisaban los antecedentes de Izuku Midoriya.



Fueron descartando posibilidades hasta encontrar la buena. Un equipo procedió a registrar el apartamento de él y a seguir todas las pistas que se descubrieran. Poco después de que el hechizo fuera operativo y de haber reunido información preliminar, Katsuki alzó el vuelo en dirección al sur a la caza de su presa.


—Tu novio está muerto —le dijo.



Dicho así, eso era ya demasiado para Izuku. Se le nubló la vista y el mundo perdió el punto de apoyo.



Katsuki saltó hacia delante y lo rodeó con los duros brazos antes de que se desplomara. Lo acomodó en un taburete y le empujó la cabeza hacia abajo. Llevaba la melena verduzca hecha un desastre, advirtió él con desaprobación mientras este se derramaba hacia el suelo.



Mantuvo una mano en la parte posterior del cuello de Izuku y con la otra quitó aquella cosa hinchada y elástica del pelo hasta que este cayó libremente con la que había tratado de sujetar el flequillo para que dejara libres sus ojos. Se guardó la cosa elástica en el bolsillo.



—¿Lo has matado? —preguntó Izuku con voz apagada.



—No lo he hecho yo. Tampoco mi gente. —La piel de la parte de atrás del cuello de Izuku estaba fría. Katsuki notó la oleada de escalofríos que recorría a Izuku de arriba abajo —.



Lo han encontrado hoy a primera hora. Una mala muerte.



—Maldito idiota. Intenté avisarle. —Izuku se cubrió la cara con las manos.
Katsuki sintió una punzada de celos. Se le levantó el labio en un gruñido silencioso. Aquel ladrón era suyo, de nadie más.



—Le amabas.



—No —dijo Izuku con voz desconsolada —. Sí. No lo sé. Creo que en otro tiempo sí, pero él no era quien yo pensaba que era. Después de cortar, el idiota me hizo chantaje. Yo sabía que así conseguiría que lo mataran. Incluso traté de advertírselo, pero no me escuchó. Tuvo lo que se merecía, pero con todo es duro oír algo así de alguien que fue importante para mí.



—Apretó los puños —. Deja que me ponga derecho. No voy a desmayarme.



Katsuki relajó la presión en el cuello de Izuku, que se enderezó en el taburete. Parecía sereno, pero tenía la piel lívida. En los brazos desnudos se apreciaba la carne de gallina.


—Estás demasiado frío —dijo él —. Esto significa shock, me parece. Le pondremos remedio. —Advirtió una botella de whisky en la encimera, junto al fregadero. Cogió la botella y también una taza de café del armario. Llenó la taza, que colocó entre las manos de Izuku-.



Bébete esto mientras busco una manta.



Izuku lo miró con recelo mientras sus dedos se cerraban en torno a la taza.



—Sí, ya sé — dijo él, impaciente —. Voy a arrancarte un miembro tras otro. Algún día. Cuando tenga ganas. Mientras tanto, no te desmayarás, te calentarás y dejarás de estar angustiado. —Se pellizcó los orificios nasales-. No me gusta cómo huele.

Dragon Bound [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora