VI

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La cama cedió debajo de él. Izuku bostezó y se frotó la nariz. ¿Por qué estaba el colchón tan torcido y caliente? Abrió los ojos de golpe. La habitación estaba totalmente a oscuras. Solo veía sombras.



El yacía sobre Katsuki, con las piernas enredadas. Se sentía agarrotado y trató de enderezarse, pero se lo impedían los fuertes brazos que lo rodeaban. Y tenía la cabeza inmovilizada. Dio un tirón. Katsuki le había entrelazado el pelo en una gruesa muñeca.
Parecía tener grava alojada en la garganta.



—¿Creías que intentaría huir mientras dormías? —graznó—. No te dejaría así herido como estás.



Katsuki le desenrolló el pelo y soltó los extremos, y luego lo alisó.



—No dormía.



Cuando Izuku se apoyó en los codos, él lo dejó hacer con un brazo enlazándole la cintura. No pensaría en ese sueñecito. No pensaría en haber dormido en sus brazos y lo sorprendente de que le gustara tanto. Pues vaya. Resulta que solo pensaba en eso.



—¿Cómo es que no has dormido? —preguntó él—. ¿Te sentías demasiado enfermo?



—No es mi costumbre habitual; si hace falta, puedo estar varios días seguidos sin comer o dormir. —Mantenía la voz en un tono reposado. El sonido retumbaba a través de Izuku—. No tengo intención alguna de dormir en el territorio de los elfos. Además, lo único que necesitaba era descansar.



—¿Y cómo te sientes ahora? —Demasiado adormilado para mantener la cabeza erguida, Izuku se hundió de nuevo y apoyó la mejilla en los pectorales de Katsuki. Hummm. Piel satinada sobre hierro.



—Mejor. El hombro parece de hielo, pero el dolor ha disminuido. Podré levantarme y andar, pero no creo que pueda cambiar de forma hasta bastante después de expirado el plazo. La magia de su veneno estaba bien elaborada.



Izuku le pasó los dedos por el hombro lastimado. La zona se notaba febrilmente caliente, mucho más que el resto del cuerpo, no helada.



—¿Esto no duele?



—No. —Katsuki le apresó la mano, que se llevó a la boca. Izuku se quedó rígido cuando él empezó a chuparle el dedo índice.



Llegó bramando el intenso deseo del sueño. Katsuki su agarre de la cintura lo movió hasta quedar los dos mejor alineados, pelvis con pelvis. La prueba de su excitación abultaba larga y gruesa bajo los vaqueros. Izuku gimió e intentó liberarse. Pero lo único que consiguió fue que los dos cuerpos se restregasen.



Izuku se asfixiaba.



—Basta.



Katsuki se tomó su tiempo para chuparle el dedo hasta la punta. Su voz sombría lo rozó como un tigre perezoso frotándose contra su piel.



—¿Por qué? Tú me querías en el sueño. Yo te quería a ti. Desde entonces he olido tu excitación. Solo han pasado unas horas. Aún queda tiempo para la hora de marchar. —Le lamió la palma, una sensación que le recorrió todo el cuerpo hasta latirle entre las piernas.
Izuku dio un grito ahogado.



—¡Pasó en un sueño!


—¿Y qué? Los dos seguimos queriéndolo. —Sus labios se desplazaron a la delicada piel de la muñeca.



Los latidos de la muñeca tamborileaban contra la boca de Katsuki, cuya lengua seguía la pista de la vena. Izuku no estaba solo sorprendido sino también perplejo. Él era como una especie de mazo masculino, pero su sensualidad tenía una dulzura culta con la que él no sabía lidiar. Izuku debía esforzarse para recuperar su indignación. Y cuando lo logró, fue gimiendo de placer.

Dragon Bound [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora