Capítulo 21

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Aiedail apretó las piernas en torno al costado de la silla mientras que enroscaba los brazos alrededor de la cintura de Kili, su enano agarrándose a la silla con todas las fuerzas que le quedaban. Raaulum hacía tiempo que había dejado de batir las alas, y se dedicó a planear mientras poco a poco, la lejana costa de Illium se acercaba.

A la derecha y ligeramente por detrás, Aghnetí batía las alas con pesadez, agotada tras el largo viaje y en su grupa, Kurin no estaba mucho mejor.

Hacía más de tres días que habían partido de Lindon, y la comitiva al completo estaba exhausta.

Aiedail observó la costa de Illium, apenas a cien metros de distancia, y pudo ver el enorme acantilado que vigilaba la playa de arena dorada en el extremo sur de la isla, Raaulum enfilando hacia él. La Jinete casi se mareó del alivio cuando, un par minutos después y por primera vez en días, al mirar hacia abajo vio tierra firme, y no agua.

Ambos dragones trataron de aterrizar con suavidad, pero el cansancio hacía que las patas les vacilaran y las alas les temblaran. Las patas traseras de Raaulum cedieron al contacto con el suelo, y el dragón blanco rebufó del esfuerzo de mantener firmes las delanteras para no dañar las alforjas ni el huevo. Sin necesidad de ser tan precavida, Agnhetí prácticamente se estrelló contra el suelo, las alas completamente desplegadas y extendidas.

Aiedail apoyó la frente en el hombro de Kili, que apenas podía mantenerse despierto. La Jinete estaba bastante segura de que podría quedarse dormida ahí mismo.

Pequeña.

La voz de Raaulum apenas era un susurro, y Aiedail se esforzó a espabilarse ante el tono suplicante de su dragón. La Jinete parpadeó y se obligó a desatar las cuerdas que aseguraban sus piernas y las de Kili a la silla. Con cautela, intentó bajar de la silla, pero ni siquiera medio siglo de entrenamiento pudo evitar que las piernas le fallaran al bajar. Aiedail ni siquiera se molestó en intentar recuperar el equilibrio y bajar de la silla de forma digna: plantó el culo en el hombro de Raaulum y se deslizó hacia el suelo, aterrizando de rodillas cuando las piernas le volvieron a fallar.

Poco a poco, las poderosas patas temblando, Raaulum se tumbó en el suelo, sus alas imitando la posición de las de su pareja. Aiedail ayudó a Kili a bajar, y ambos amantes se sentaron en el suelo junto a la pata de Raaulum.

Aiedail se giró hacia la cabeza de su compañero, las fauces de Raaulum estaban entreabiertas, la lengua aguamarina fuera, y podía ver como la baba que se le escapaba a su dragón era amarillenta y de aspecto gelatinoso.

Aiedail se quitó la pesada capa de pelo que le había regalado Thorin, y tras doblarla y dejarla en el suelo, pasó el peso de la cabeza de Kili (ya dormido), de su hombro a la almohada improvisada para, con piernas temblorosas, incorporarse y acercarse a la cabeza de Raaulum, que respiraba agitadamente.

¿Grandullón?

... el suelo se mueve.

Incluso en el interior de su mente, la voz de su dragón sonaba entrecortada y pesada, así que Aiedail ignoró su propio cansancio y se adentró aún más en la mente de su compañero mientras apoyaba la mano en la cresta espinosa que enmarcaba su ojo derecho.

Aiedail transmitió su preocupación, cariño, amor y admiración, y la pregunta de si Raaulum quería comer algo. Su dragón apenas podía conectar un pensamiento con el siguiente, pero Aiedail distinguió lo que quería transmitir: estaba demasiado cansado incluso para sentir hambre.

Aiedail aumentó aún más sus sentimientos de amor y admiración, con dulzura y calma.

Duerme, grandullón.

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⏰ Última actualización: Apr 02, 2023 ⏰

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