Capítulo 9

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Tras el salvaje aunque dispar combate mental contra el mago orco, Aiedail no tuvo ni un segundo de descanso. Los orcos atacaban sin cesar y ella no tenía más remedio que combatirlos con la espada, y con hechizos. Al mismo tiempo que combatía con los orcos junto a la familia real enana, Raaulum dijo en su mente:

¡Gran trabajo, pequeña!

Gracias, Raaulum.

Te dije que esta batalla iba a ser ciervo comido. Ni con magos pueden oponerse a ti, mucho menos teniendo en cuenta que yo estoy a tu lado.

La joven sonrió, a pesar del ligero dolor de cabeza y el cansancio mental que le habían dejado aquel combate. Pero estaba encantada con la sensación de orgullo que detectó en su dragón. Ella misma se sentía orgullosa de lo que había conseguido: había vencido a un mago en un combate mental, y lo más importante, sin la ayuda de Raaulum. No le había hecho falta su asistencia porque había sido lo suficiente fuerte como para no necesitarla. Se sentía orgullosa de sí misma, sentía que aquel año apartada de su mejor amigo había valido la pena.

¡Ni lo pienses! ¿Te das cuenta de que podrías haberme dicho simplemente que no te diera mi fuerza fuera cual fuera la situación? ¡Sigo sin aprobar que tuviéramos que estar tanto tiempo separados!

Mientras su mente recibía la réplica airada de Raaulum, su cuerpo recibió su energía: Raaulum transfirió algo de energía a Aiedail al detectar su cansancio. La joven sonrió a la vez que esquivaba a un orco y lo ensartaba por la espalda.

Jamás hubiera funcionado Raaulum, y lo sabes. Jamás hubieras dejado de protegerme o darme tu fuerza si mi vida corría peligro.

En los entrenamientos la vida no tiene porqué correr peligro- trató de razonar el dragón mientras mataba de un empujón de su pata delantera a cinco orcos que se habían acercado a él.

Era necesario si quería ser independiente de ti, campeón. No sabemos qué ocurrirá la próxima vez que tengamos que separarnos.

No habrá próxima vez Aiedail, o te clavaré los pies en el suelo y te daré un lametón desde los tobillos hasta la coronilla.

Aiedail despachó al orco que trataba de hacerle frente y se estremeció ante la amenaza de su dragón. La lengua de Raaulum era extremadamente rugosa, como una lija, y estaba cubierta de espinas, todo ello para poder arrastrar de una pasada la piel y carne de sus presas, incluso limar el hueso antes de tragárselo, ya que le ayudaba en la digestión. Si Raaulum cumplía su amenaza, lo único que quedaría de Aiedail tras el lengüetazo sería un esqueleto pelado.

Entendido: no más distancia entre nosotros. Nunca más.

No te quiero a más de cincuenta metros de mi, Aiedail- gruñó el dragón.

En ese caso, creo que estás demasiado alejado de mí ahora mismo, grandullón.

Era cierto, Raaulum estaba a casi un kilómetro de ella, envuelto en la marea orca que trataba inútilmente de matar al gran dragón. Con un rugido irritado, el dragón los calcinó con una llamarada y en dos saltos se plantó junto a su Jinete.

Aquí, a tu lado, es donde debo estar. Siempre juntos- gruñó mientras sus fosas nasales dejaban escapar volutas de humo. Aiedail le miró con cariño y posó una mano en el lateral de su pata delantera.

- Siempre juntos, compañero.

Raaulum inclinó la cabeza en su dirección y Aiedail se vio de frente con uno de sus ojos celestes. La pupila estaba cargada de ternura, cariño y magia. El ojo de Raaulum relucía de color azul pálido, pero estaba repleto de pequeñas motas blancas que a Aiedail le recordaban a las estrellas brillando en la noche. La usualmente alargada pupila de Raaulum se tornó esférica cuando miró a su Jinete, dándole un cariz cariñoso a su mirada salvaje.

Shur'tugal || KilixOC || Crossover El Hobbit/EragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora