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Habían podido pasar viernes y sábado por la mañana solos en casa de él. Sus hijos no habían podido pasarlo porque su ex mujer había decidido ir a visitar a sus padres, asi que aprovecharon para recordar los tiempos de Qatar pero más abiertamente y sin problemas.

Desde que Roma le había contado sobre su relación con Álvaro, sentía que un peso se le había levantado de encima. El recuerdo ya no le dolía, porque tenía a alguien que hacía que todo lo relacionado con el amor sea nuevamente emocionante.

Durante la noche del viernes se dedicaron a ver películas en la cama. Pablo había elegido una graciosa de Suar, mientras que Roma los había puesto a ver una extranjera media rara para el gusto del entrenador, pero no importaba el "qué" sino con "quién".

Un Lionel preocupado lo había llamado el sábado por la mañana, no sabía nada de su amigo quien le había contado sobre el incidente del ex de Roma. Saliendo de la habitación para tomar la llamada, le aseguro que todo iba a estar más que bien de ahora en más y que cuando se vieran le contaría.

En puntitas de pie se dirigió a su lado de la cama, donde volvió a acostarse para abrazar a su novia por detrás y volver a dormir aunque sea un tiempito más.

Ya cuando se levantó, fué con el olor al desayuno y cuando se dirigió a la cocina vió la escena que deseaba ver toda su vida.

Roma con una camiseta suya y en medias, parada en la cocina haciendo el desayuno, sin darse cuenta que él la estaba mirando.

Pablo había quedado obnubilado. En cuanto la ve apagar las hornallas, la sujeta por la cintura y comienza a darle besos por su cuello descubierto.

Rápidamente la da vuelta y en cuanto él posa sus ojos en los labios de la pelinegra, no necesita darle otra señal de que en ese momento querían lo mismo.

El desayuno fue olvidado y la agarra de la cintura presionandola a Roma más cerca de lo que estaban anteriormente y es ella quien acorta la distancia entre sus bocas dando paso a una sesión de besos que a medida que pasa el tiempo se vuelve más desesperado.

Como pueden se van dirigiendo hacia la isla que estaba en el medio de la cocina, chocandose de vez en cuando con algún mueble y riendose en el medio del acalorado beso.

En cuanto las cintura de Roma toca el el frío mármol, tiene encima a Pablo levantandole la remera y tocandola como nadie había hecho.

Coordinando la sube a la mesada, no solo era apasionado sino que era un dulce, preguntándole a cada rato si estaba bien.

P-paya -dice Roma entre besos, a lo que se separa y la mira con ojos llenos de lujuria y una boca hinchada que le dan ganas de morderlo cada vez más. -Paya cogeme de una vez por favor.

CREO - Pablo AimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora