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Luego de la escena que habían vivenciado, cuando Roma por fin se abrío y le contó lo que tanto la había atormentado, se dió cuenta verdaderamente como era la mujer. No era para nada frágil, para haber soportado todo eso y seguir adelante, se necesitaba una fuerza de voluntad extrema. Mucho más para volver a confiar en alguien, y Pablo se sentía más que afortunado de ser quién ocupaba ese lugar, quien se autoproclamó la tarea de protegerla a toda costa.

Sabía que ella era la mujer más sencilla del universo, y después de lo que habían pasado, sumado a la vorágine que había sido el mundial, necesitaban descansar. Escapar del mundo y encontrarse ellos solos.

Aprovechó en medio de los festejos, durante la semana, cuando sus hijos se encontraban con su madre, para preparar algo únicamente para Roma y para él. Le había indicado que llene un bolso con ropa como para dos o tres días y lo que vaya a necesitar. No le dijo a donde iban, no se iba a enterar hasta que lleguen.

Argentina es un lugar maravilloso, solo hace falta hacer un par de kilómetros para llegar a algun lugar de ensueños que ni siquiera hubieses pensado que se encontraba allí. Necesitaban calma, paz y él estaba dispuesto a encontrarlo y llevarla a ella.

A menos de 130 km de Capital Federal, se encontraba la localidad de Pastor Villanueva, específicamente Ranchos. Roma pudo ver como por dos horas, se iban alejando de la ciudad, del bochinche y del aceleramiento, para adentrarse en un pueblo que podía ser descripto como "La Paz" para cualquiera que viva dentro de la ciudad.

Especificamente cuando llegaron a un lago, cruzando y adentrandose en el Camping Laguna de Ranchos, pudo ver a lo lejos unas cabañas de ensueño. Sujetada de la mano de Pablo, ella lo seguía, dandose cuenta que esta era su primer salida oficial, su primer escapada.

Por su parte, Roma estaba intentando dejar su miedo atrás, sus escandalos y dramas no encajaban en lo que quería construir con el entrenador, eso lo tenía muy claro. Dejó sus tacos y su ropa de vestir en Capital, para ser la Roma que anda descalza en jogging sin importarle nada, como debió ser siempre.

La cabaña era chica pero acojedora, no permitiendoles estar mucho tiempo sin el otro. A penas se acomodaron, se cambiaron para ir a caminar por ahí. Las cabañas estaban bastante separadas por lo que otorgaba bastante privacidad, permitiendoles pasar tiempo a solas, sin miedo a que nadie los viese.

Mañana voy a hacer asado ahí.- señala a una parrila que estaba al costado de su lugar de estadía, mientras rodea a Roma por los hombros.

Que rico, la primera vez que me haces comida como la gente.- bromea, ganandose una mirada fulminante pero graciosa por parte del mayor.

Estuvieron hablando de nada, y a la vez de todo. Esquivando el gran tema que Roma daba por zanjado, pero Pablo tenía ganas de seguir hablando del tema, pero no lo iba a hacer mientras ella no quisiera.

CREO - Pablo AimarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora