El día fue terrible, ni siquiera iba a intentar convencerme a mí misma de lo contrario.
El cambio de trabajo había sido bastante drástico y un poco duro, y a pesar de que trataba de ponerle todo mi empeño y energía, había días como esos en los que simplemente suspiraba y pedía paciencia a las fuerzas que son superiores a mí.
Por suerte mi turno en la escuela había acabado más pronto de lo que esperaba, y honestamente esto no me molestó en lo absoluto. Empezaba a tomarle el ritmo a los niños, pero aún no me acostumbraba a estar rodeada de tantos de ellos y, por lo tanto, al ruido constante a lo largo del día, razón por la cual al final del día siempre me acompañaba una ligera molestia en la cabeza de la que en esta ocasión había decidido deshacerme pasando a caminar un poco en el pequeño centro comercial que estaba en mi vía de vuelta a casa, en el cual se encontraba la boutique en la que aún seguía trabajando algunos fines de semana.
No tener auto tenía sus ventajas y desventajas: el lado positivo era que luego del trabajo podía tomar estos paseos sin preocuparme en buscar a alguien; y supongo que el lado negativo era que caminaba más de la cuenta y para el final del día mi cuerpo pasaba factura, sin embargo, este era uno de aquellos días en los que pasar un poco de tiempo a solas compensaba el hecho de que mis pies probablemente me dolieran más tarde.
Me gustaba pensar que mi trabajo era agradable y que estaba tratando de acostumbrarme a él, pero tenía que confesar que al menos dos veces a la semana me escabullía en media jornada a algún salón vacío y simplemente me sentaba en silencio a tomar un poco de aire, lo cual era bastante irónico considerando que seguía dentro de la escuela. Sin embargo, en momentos como esos incluso un salón vacío podía ser tan refrescante como lo era el patio de juegos o un parque.
Sacudí mi cabeza y traté de alejar los pensamientos sobre el trabajo, ya que sobre analizar las cosas no siempre llevaba a las respuestas que yo quisiera obtener y honestamente, no creía que fuese tiempo de sacar conclusiones sobre este trabajo, al fin y al cabo, solo tenía dos semanas en él y quizás solo era cuestión de tiempo para acostumbrarme. Debía ser paciente.
Sentí mi celular vibrando, sin embargo, decidí ignorarlo porque no estaba de ánimos de hablar con nadie, y simplemente pasé mi vista por los locales sin buscar nada en específico, y creo que por esa razón fue que estaba prestando tanta atención a los anuncios y pósteres en cada ventanilla, que me quedé paralizada cuando entendí el significado de uno de ellos.
Bananamen – Ciudad de Tokio
15 de abril de 2005 – Teatro Kabukiza
Entradas a la venta aquí.
¡¿Bananamen aquí en Tokio?! ¡Por supuesto que tenía que estar ahí! Si bien, empecé a ser su fan hacia apenas un año, estaba al día con sus episodios y era de las pocas cosas que escuchaba en la radio, además de música. A decir verdad, esos chicos siempre lograban sacarme una buena risa con cada cosa que decían, por lo que tener la oportunidad de verlos en vivo era algo que no podía dejar pasar por nada en el mundo, por lo que de inmediato mi mente se puso a maquinar en algún acompañante.
Sabía que mis amigas podrían animarse a ir, a excepción de Tomoyo porque estaba en Osaka, y definitivamente no podría contar con Akiho para esto ya que siempre alegaba que los tipos eran super aburridos y que no pagaría por verlos en vivo, por lo que mis esperanzas estaban puestas sobre Meiling, Rika y Syaoran, así que tomé mi celular para darme cuenta de que el primer mensaje era de Kaho, sin embargo, decidí pasarlo por alto un momento y me dediqué a redactar un mensaje de texto con tres destinatarios: Meiling, Syaoran y Rika.
Bananamen estarán en Tokio en un par de semanas para un show en vivo... ¿Alguno quiere ir conmigo? – Sakura
Esperé pacientemente a que alguno de los tres respondiera y volví mi vista hacia el póster frente a mí, según el anuncio las entradas las vendían justo ahí, por lo que decidí adelantar un poco y me acerqué a la ventanilla para obtener un poco de información sobre los precios. Una chica con cara de pocos amigos se encontraba frente a mí, aunque hubiese un vidrio que nos separara.
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Mr. Brigthside
RomanceTodos decían que los veinte eran una etapa llena de retos y emociones, pero nadie mencionó que a la par sentiría mi vida de cabeza, y yo, Sakura Kinomoto, no esperaba que todo esto viniera acompañado de una nueva ciudad, trabajos de infierno, amigos...