Nadie podía creer la lealtad que le tenían los dragones a la última hija de Baelon, la hija de Saera, la niña bastarda era impresionante hasta para los que no la conocían y su belleza no tenía igual, su padre solo pudo estar con ella 5 años antes de...
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Los nervios me comían en cuanto más cerca veía el puerto, habíamos hablado con los niños ya pero aún tenía nervios.
El barco se detuvo en aquel muelle que me traía tantos recuerdos mientras nuestros dragones sobrevolaban el enorme Castillo, mis hijos bajaron primero seguidos de los hijos de nuestros amigos, Nherdida y Liane.
El caballero que me vió crecer miró con asombro a todos y cada uno de los niños, lo que me hizo reír un poco.
- Es bueno ver que sigue siendo un buen recibimiento parar en casa si usted nos recibe Sir westerling - caminé hasta él dandole un barazo y un beso en la mejilla sin perderme su cara de asombro.
- Es bueno tenerte en casa Rheaenerys, aunque debo admitir que su pequeño ejercito de príncipes me tomó por sorpresa y el que sigue de la familia Strong igual - les hecho un vistazo rápido a mis hijos y luego se devolvió hacia Daemon el cual bajaba detrás de mi - Príncipe Daemon, Rey de Essos.
- Sir Westerling - se dieron un apretón de manos rápido y una corta de sonrisa, cuando sentí unas pequeñas manos detrás de mi pierna izquierda.
- Veo que alguien es tímida - sonría ante sus palabras disparadas hacia Lhaenerys la cual permaneció detrás mío - Tenemos un carruaje preparado, aunque parece que necesitaremos más.
- Tranquilo Sir Westerling, nos gustaría caminar, a los niños les gustaría conocer la capital y el lugar donde nosotros crecimos - tomé a Lhae de la mano para empezar a caminar no sin antes asentír hacia Silver y Karl.
Los Dothraki nos seguian rodeandonos para que no hubiera un percanse por ahí que pusiera en peligro la vida de mis hijos o la mía.
- Veo que te haz hecho de un poderoso Reino Rheaenerys - sonreí poco - Rhaenyra a empezado su labor de parto poco antes de que saliera en tu busqueda.
- ¿Aún no sabe que hemos venido, cierto? - Sir Westerling negó con una sonrisa.
- Laenor y el Rey se encargaron de que solo lo supieran pocos en la Fortaleza y los que lo saben tienen prohibido decirle algo a la Princesa - asentí mientras volteaba a ver a mis amigos - Te hiciste de una enorme familia también y no solo hablo de tus hijos.
- No podía dejarlos fuera, son parte de mí despues de todo.
- ¿Qué hay de interesante por aquí? - le preguntó Karl colgandose del brazo libre que no jalaba aquel caballo en el que pensé se subiría.
- Nada nuevo Sir Lasseroll - la gente salía de sus hogares a saludarnos o a vernos con algo de temor.
La paltica era larga como el camino a casa pero estaba feliz de volver, a pesar de que algo no me hacía sentir del todo cómoda.
- Mamá dijo que no causarán problemas, si lo hacen todos terminaremos castigados por su culpa - las palabras llegaron a mis oidos y sin voltear me mantuve atenta.
