Capítulo 3

218 7 13
                                    

El nombre no es muy original, pero sí distintivo. No es muy difícil saber que aquí se negocia con objetos ilegales y parece que las personas que se mueven por aquí, a juzgar por cómo se comportan, mirando los artículos expuestos con detenimiento y paseándose como quien sale a disfrutar del aire de Central Park no tienen miedo de ser vistos o pillados. Quizá algunos sean demasiado idiotas como para creer que realmente estén haciendo algo ilegal. Caminamos entre ellos, por supuesto, pero la diferencia entre el resto y nosotros es que la gente se aparta para dejarnos paso. Lev camina con tanta seguridad que se nota a kilómetros que está en su terreno. Un hombre de mediana edad con incipientes canas sale a nuestro paso y se dirige a Lev, pero cuando este le mira, el hombre deja la frase a medias y desaparece de nuevo entre la multitud. El resto de miembros no se queda atrás: nadie mira a Tyago a los ojos, en clara señal de respeto e intimidación por su complexión; las mujeres le lanzan besos a Celine que ella devuelve de vez en cuando; por su parte, Remy atrae muchas miradas seductoras, pero ninguna capta su atención.

— Dijiste que tu contacto estaría aquí. — Le dice Lev al rubio.

— Y estará. — asegura con suficiencia.

Justo en ese momento, un chico de pelo negro ridculamente engominado hacia atrás y un vistoso traje morado sale de entre la multitud y a pesar de que se acerca hasta quedar frente a Lev, lo hace con cautela.

— Igor. — saluda Lev.

— Tengo la información que querías, Señor Ladrón. — responde este, en un marcado acento ruso, con una leve inclinación de cabeza.

— Espera, ¿eso no es sólo un nombre en clave? — No puedo evitar la burla en mi voz —. Lev, ¿la gente realmente te llama así?

La expresión de sorpresa de Igor me hace pensar que nadie le habla como acabo de hacerlo mientras Lev se limita a ignorarme.

— Tengo tu pago. — continúa el Señor Ladrón, llevando una mano enguantada dentro de su largo abrigo negro y sacando un pequeño lienzo envuelto en una tela blanca, descubriéndolo lentamente —. ¿Estás seguro de que solo quieres este Monet? No es muy grande y lo robamos hace algunos años...

— Es más que suficiente por la información que tengo para ti.

Observo pasmada como el Monet de millones de dólares cambia de manos con una lentitud casi practicada, sin parecer sospechosos o entusiasmados por lo que intercambian.

— Entonces... ¿quién es ella? — Igor hace un gesto con la cabeza, señalándome —. Tiene que tener algo especial si está contigo.

— Hoy estás dándome información, no conversación. — Le recuerda Lev fríamente.

— Claro. — Igor agacha la mirada, parece avergonzado por su comportamiento.

Entonces se acercan hasta que solo don perfecto puede escucharle. Mi mente vuela, percatándome de que no es miedo lo que veo en su rostro, sino respeto. Lev está obligado a ser frío y distante si quiere que alguien le respete.

— Eso es todo lo que sé. — Se aleja entonces Igor sacándome de mis pensamientos.

— Suficiente. Un placer hacer negocios contigo. — zanja Lev, despidiéndose.

— El placer es mío, Señor Ladrón.

Se aleja con rapidez y no tarda en fundirse de nuevo con la multitud, que sigue caminando a nuestro alrededor dándonos espacio.

— ¿Y ya está? — esperaba algo más después de todo lo que he visto —. ¿No hay maletín ni siquiera un USB o una nota arrugada?

— Demasiado fácil de robar. — Se encoge de hombros y se inclina hasta que siento su cálido aliento en mi cuello —. Además, nadie puede robar lo que sólo existe en mi mente.

Rey de ladronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora