Capítulo 18

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Dos semanas después...

—¡El correo! —anuncia Celine con la alegría que la caracteriza cada vez que vuelve del apartado de Correos y empieza a repartir.

—¿Has pedido una cámara nueva, Reiko? —Se burla amistosamente Remy.

—Varias, en realidad. —sonríe con diversión, relamiéndose los labios cuando la francesa le entrega el paquete más grande.

—Tu carta semanal, Tyago. —Le guiña un ojo Celine—. Tu hermano otra vez.

Remy recibe otro pequeño paquete que cabe en la palma de su mano y su hermana le da una carta a Lev antes de ir a sentarse con su propio paquete en el sillón. Un bolso nuevo que lleva semanas buscando.

—Oh, se me olvidaba. —dice entonces, levantándose y acercándose hasta donde estoy—. Esta vez también ha llegado algo para ti, Nora.

La miro extrañada cuando me tiende un sobre color beige.

—¿No has pedido nada? —curiosea.

—Pues... Sí. —miento rápidamente al ver el sello carmesí en una de las esquinas—. Un cuaderno, el que tengo estoy a punto de terminarlo.

—Al fin. —dice el Señor Ladrón, desviando la atención—. Una carta del administrador del Barón. Estamos invitados a la próxima timba, que tendrá lugar esta noche en una sala privada del hotel Ritz-Carlton.

Alza dos boletos en los que están escritos nuestros nombres. O mejor dicho, los que Remy nos ha creado.

—El señor y la señora Smith acudirán encantados a esa timba. —bromea el rubio.

—Pero no me pondré ese traje absurdo. —Se niega Lev.

—Tú no, se lo pondrá Jim Smith, que es un hombre absurdamente rico. —Le riñe—. Además, no hay cambio posible. Ya tenemos el vestido para Candy. El señor y la señora Smith siempre van conjuntados.

—Ridículo. —replica de nuevo el Señor Ladrón.

—Exactamente como son ellos. —Remy vuelve a la carga—. Voy a confiar en las dotes de Nora para mantenerte a raya.

—No se saldrá ni un poquito de su papel. —Le guiño un ojo y Lev se hunde más en su asiento, poniendo los ojos en blanco.

—Venga, tenemos que empezar a arreglarnos o no llegaremos. —Celine nos apresura a todos, haciendo que nos levantemos de nuestros sitios directos a las habitaciones.

Una vez dentro, dejo el sobre encima del escritorio y empiezo a sacar la ropa del armario, atenta a los movimientos de Lev. Cuando escucho el pestillo del baño y el agua de la ducha caer, me precipito de nuevo sobre el paquete. Me tiemblan las manos mientras despego la solapa, así que acabo rompiéndolo con las prisas y un papel doblado a la mitad cae, junto con un taco de fotografías que se esparcen por el suelo.

No puedo detenerme en ninguna en concreto, demasiado asustada porque Lev salga en cualquier momento, así que las apilo rápidamente y las guardo en lo que queda de sobre. Desdoblo el papel, y con un trazo fino y tinta roja, en el centro, dos palabras:

Te encontré.

Se me seca la boca y mi corazón deja de latir por un instante. Mi cerebro se niega a procesar la información y siento el miedo calar en lo más profundo de mis huesos.

El agua deja de sonar, así que como puedo, guardo la nota y escondo el sobre en un cajón. Logro volver junto a la cómoda al tiempo que Lev sale del baño. Cuando le miro, finjo una sonrisa mientras admiro el torso desnudo cubierto de pequeñas gotas de agua y paso por su lado hasta llegar a la ducha. Se me escapan un par de lágrimas bajo el agua caliente que cae de la alcachofa, pero poco a poco, consigo controlar los espasmos que provoca el llanto. Sé lo que esa carta significa, y aunque me cueste aceptarlo, esta vez no me gusta. Pero tendré que alejarme de ellos si quiero que estén a salvo.

Rey de ladronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora