Capítulo 14

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Me apresuro calle abajo para no tener que regresar con Lev al ático, y una vez llego, agarro el atuendo que dejé preparado sobre la cama y voy hacia la habitación de Remy para cambiarme. El rubio ni siquiera tiene que preguntar.

—Otra pelea. — supone entristecido.

—Sí. ¿Puedes girarte, por favor? — Le pido aguantándome las lágrimas, y él me hace caso, tirándose teatralmente sobre la cama y cubriéndose la cara con su propia chaqueta.

—Estoy seguro de que no ha sido tan mala como parece, cherie. A veces Lev no es consciente de lo cruel que puede ser. Si dejas pasar un tiempo para que las cosas se enfríen y vuelves a hablar con él, seguro que lo entenderá.

—Esta vez ha sido distinto. — Digo, abrochándome la chaqueta—. Hemos salido de la subasta y él simplemente... ha empezado a ser un idiota. Burlándose de mí. No bromeaba, sino realmente cruel. Incluso ha metido a mis padres de por medio.

— ¿Te ha dicho algo sobre tu familia? — Se levanta, tan confuso como yo.

—Sí. A ver, me contó lo que le pasó a la suya, y sé que fue horrible y violento... pero esa no es razón para...

Tengo que agachar la cabeza, incapaz de hablar por el nudo que se forma repentinamente en mi garganta. Remy alza mi mentón, mirándome como si mi cara fuese a darle todas las respuestas que necesita.

—Lev es muy sensible con el tema familiar. No por cómo perdió a la suya propia, sino porque aquí, la mayoría de nosotros no nos criamos... en las mejores circunstancias. Jamás atacaría con algo así.

— ¡Pues lo hizo! — Me alejo, cruzándome de brazos.

—Entonces parece que creó la discusión a propósito.

—Creo que eso es todavía peor, pero no importa. Lev está empeñado en probarme, ha decidido que no soy lo suficientemente buena, pero voy a demostrarle que se equivoca. Robaré la pintura esta noche.

— ¿Estarás bien sola? Desearía poder acompañarte pero Lev quiere que atemos algunos cabos sueltos del atraco de la espada. Probablemente nos lleve toda la noche.

Por supuesto que les llevará toda la noche. Se habrá asegurado de apartarlos el tiempo suficiente para que no pueda tener ninguna ayuda esta noche. Pero no voy a necesitarla.

—Gracias Remy, pero estaré bien.

Un suave golpe en la puerta interrumpe nuestra conversación y Celine entra segundos después, seguida de Tyago y Reiko.

—Solo queríamos desearte suerte, coeur. — sonríe.

—Sí, aunque estemos ocupados, si necesitas ayuda danos un toque. — Me guiña un ojo Tyago.

—Acabo de enviarte mi aplicación para traducir al teléfono. Por si la necesitas. — asiente Reiko.

—Gracias chicos. Es hora de ponerme en marcha.

Abandono el ático a toda prisa, caminando rápido también por la calle, siguiendo el GPS del teléfono hasta la dirección que guardé. Si lo hice bien, llegaré hasta el almacén donde guardan todas las posesiones que salieron a subasta hace unas horas. La zona está apartada de la ciudad, se adentra en los suburbios abandonados que le confieren un aspecto tétrico a la calle. Sin embargo y a pesar de la tenue luz de las farolas, llego hasta el famoso almacén. Me subo a una de las cajas apiladas que tienen fuera y miro por la mugrienta ventana, sonriendo satisfecha cuando veo que el interior está repleto de objetos de diversos tamaños, los más valiosos cubiertos por lonas de plástico que los protegen del polvo, y cajas con sábanas opacas. Además, hay una cámara en una esquina.

Rey de ladronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora