Capítulo 9

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Se me congela la sangre de solo pensar que me apuntan de nuevo con una pistola, aunque sea una persona diferente quien la porta. Siento los nervios a flor de piel y empieza a dolerme la mandíbula de lo apretados que tengo los dientes. Lev se inclina para cubrirme con su cuerpo mientras el pulso de Gallard se mantiene firme.

— He de admitir, Roux, que estoy decepcionado. Pensé que me matarías de una forma más original. — Le provoca y entrecierro los ojos en desacuerdo. Gira la cabeza y me mira de reojo, alzando el mentón señalando sutilmente a la pared a nuestra espalda.

No es hasta que yo misma miro por encima de mi hombro que entiendo a qué señala. Las espadas de esgrima son nuestra única esperanza.

— ¿Qué esperabas, Taylor? — Gallard no parece inmutarse, pero cambia su peso de una pierna a otra.

— Esperaba más. Al fin y al cabo, — Hace un gesto hacia su cama —, has demostrado ser un oponente mucho más digno de lo que esperaba.

Quiere que coja una espada y después me cubra.

Intento hacerle señas con los ojos, darle a entender que no va a funcionar a menos que Gallard se distraiga, pero entonces veo una pequeña silueta sobre el escritorio, cerniéndose sigilosamente sobre Roux. Lizzy tiene el pelo erizado y la espalda arqueada. Me quedo quieta tras Lev, observando. La gata no tarda en bufar, sobresaltando a Gallard que dispara a la pared cerca de nuestras cabezas. El Señor Ladrón se abalanza sobre él aprovechando la distracción, Lizzy se esconde bajo la cama y yo corro hacia las espadas, agarrando una al tiempo que otro disparo resuena detrás de mí.

— ¡Lev! — grito.

— ¡Ha fallado! — Me responde rápidamente.

Cuando me giro los veo forcejeando contra una de las estanterías, la mano de Lev sujetando con esfuerzo la muñeca de Gallard. Es imposible que le gane en una pelea cuerpo a cuerpo. Roux recibe un puñetazo en el estómago que hace que se doble ligeramente hacia delante y el Señor Ladrón le retuerce el brazo, haciendo que suelte la pistola.

— ¡Cógela! — aviso antes de lanzar la hoja.

Intento llegar hasta la pistola pero Gallard está mucho más cerca que yo y vuelve a sus manos, aunque no por mucho tiempo. El sonido del metal chocando es lo que necesito para reanudar mi marcha y cojo el arma cuando cae al suelo por segunda vez, apuntándole.

— Ni se te ocurra moverte. — Le amenazo mordiendome el interior de la mejilla.

— Esto es mucho más emocionante, ¿no crees, Roux? — bromea Lev —. Ahora, si quieres vivir, vas a decirnos cómo encontraste el piso.

— Ambos sabemos que Nora no disparará, y tú no puedes hacer mucho con una espada de mentira.

Como respuesta, Lev se limita a blandir su espada contra la madera a sus pies, astillándo el suelo y rompiendo la hoja, de forma que la punta está afilada.

— ¿Aún lo sigues creyendo?

Gallard ve algo en los ojos del Señor Ladrón que lo hace palidecer, creo que ahora parece entender que su vida depende de Lev, porque tiene razón, juré no volver a disparar.

— Te advertí que te alejaras de ella. — amenaza de nuevo Lev.

— Ni siquiera había decidido matarla todavía. — Se defiende dubitativo —. Solo barajé la posibilidad.

— Y vas a lamentarlo el resto de tu vida.

— ¿Y qué pasa con tu vida, Taylor? — La calma parece volver a su voz, que ahora es oscura y tenaz —. ¿Después de todo, significa ella más para ti que eso?

Rey de ladronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora