Capítulo 10

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A veces me gustaría besarte.

Espera, ¿qué? Con esas simples palabras el mareo había desaparecido completamente. Paré abruptamente en medio del pasillo.

Max me miraba con cara de arrepentimiento. –Perdona, yo...No quise decir eso.

Claro, es algo que le puede pasar a cualquiera. –ironicé mentalmente.

–Sólo olvídalo.

–¿Cómo pretendes que olvide algo así?

Él se pasó las manos por el pelo y suspiró derrotado.

–No he pensado con claridad, ha sido una tontería.

Auch, mi pobre corazón. Para una vez que alguien se me declaraba, acababa diciéndome eso.

Max apresuró el paso dejándome atrás.

–No puedes soltar algo como eso y hacer como si nada. –hablé exasperada.

–¿Es que no puedes olvidarlo? –preguntó elevando la voz.

Se giró hacia mí abruptamente provocando que ambos nos encontráramos a escasos centímetros de distancia del uno con el otro.

Y todo lo que Max había dicho anteriormente se borró tras las siguientes palabras.

–Me estás volviendo loco. –susurró chocando su aliento sobre mis labios.

Miré fijamente sus ojos azules y bajé poco a poco hasta sus rojizos labios.

Sonreí tristemente porque, aunque quisiera sentir algo por Max al decirme todo esto, tan sólo sentía un amor de hermanos, y me odié a mí misma por no separarme de él, por permitirle que avanzara para no romperle el corazón en mil pedazos, por permitirle que me besara, aunque yo no sintiera nada.

Sus labios impactaron contra los míos en un beso dulce, sus brazos se enrollaron en mi cintura y me atrajo hacia él. Había dejado que me robara mi primer beso, y lo peor de todo, le había dado esperanzas.

Se separó de mí con suavidad, mirándome con ese brillo característico de felicidad en sus azules ojos. Sonrió tímidamente y sentí de inmediato una punzada en mi corazón, un nudo se formó en mi garganta y traté de forzar una sonrisa.

–Nos vemos luego, ¿vale? –dijo dándome un beso en la frente. A continuación, se fue por donde habíamos venido anteriormente.

Una vez que se fue, dejé escapar lágrimas de frustración, me dolía tanto lo que había pasado que olvidé todo el cansancio que tenía de antes, olvidé que me dirigía a la enfermería, di la vuelta y me encaminé hacia mi habitación.

Suspiré mentalmente al no encontrarme a Nayara dentro, estaba completamente segura de que si veía a alguien en este estado no podría evitar quebrarme ante sus ojos.

Me estás volviendo loco.

Te quiero Max, te juro que lo hago, pero no de la forma que tú esperas.

...

Todo lo que quedaba de día lo pasé en la cama. No tenía el valor suficiente de salir, verlo cara a cara y fingir que lo amaba, no podía, pero tampoco podía quedarme encerrada hasta que la cena pasara, entonces Max se preocuparía y me sentiría peor de lo que ya estaba.

Me lavé la cara y esbocé una sonrisa que nadie creería, sólo es Max, no dramatices las cosas, compórtate como antes con él.

Salí hacia el restaurante del refugio. La gente hablaba y reía animada ajenos al dolor y la tristeza que se vivía en el exterior, casi parecía que todo aquello del gobierno fuera producto de una película.

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